Relatos y retratos de Saltillo. Negocios de antaño: la Mueblería Borja
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Por 40 años este comercio fue un referente de la ciudad
Procedente de la ciudad de México Felipe Borja Gómez llegó a Saltillo como operador de un cinematógrafo ambulante, aunque nunca imaginó que esta ciudad se convertiría en su lugar de residencia y donde establecería uno de los negocios de muebles más importantes.
Para Felipe el cine ambulante fue una efímera aventura, y que al poco tiempo conoció a María Ramos, con quien se casó en 1912.
Con visión de emprendedor Nato detectó varias oportunidades, abrió un local dedicado a la compra venta de todo tipo de muebles, entre los que destacaban pianolas, radios, fonógrafos, espejos, candiles, pinturas, litografías, belices y castañas. El Bazar de Felipe Borja único en su tipo en aquellos años, pronto se convirtió en referente de dos cosas: buenos precios y buen trato.
Ya con cierta estabilidad, el Saltillo de 1920 vio nacer la mueblería Borja. El negocio se especializó en la venta de muebles, el inmejorable punto de venta era una casona de adobe situada en la esquina de Victoria y Acuña.
La mueblería ofrecía enseres para los diferentes estratos sociales, camas de metal, catres, roperos y las afamadas sillas de la fábrica La Malinche, por cierto los muebles que han podido sobrevivir son objetos muy apreciados y alcanzan la categoría de piezas de colección.
UNA TERRIBLE PÉRDIDA
Don Felipe perdió a su esposa María, al estar viudo solía ser visitado por clientes y amigos. Entre las personas asiduas a las charlas era la señorita Antonia Lomelí Bravo, dueña de la Botica Universal, cierta tarde a Felipe Borja se le ocurrió comentarle a Toñita, como era conocida, que tenía la intención adquirir el local de la mueblería, ya que eran más de 25 años de pagar renta, siempre puntualmente.
A pesar de contar con un competidor en la ciudad, la mueblería de un señor judío de apellido Lenchener, el negocio marchaba bien. En 1939 Felipe Borja contrajo matrimonio con Alicia Ruíz. Los tiempos habían cambiado, la mueblería se dedicaba ahora a vender muebles más finos, como los fabricados por Torres Hermanos de Monterrey, Áncora e introdujeron los relojes de H. Steel y compañía.
Su hija Carmen Borja, recuerda a su padre: “Era una persona empática, buscaba siempre ayudar a los demás. Una prueba del don de gente del señor Borja, fue que por 26 años permitió a Juanito Mata guardar en la mueblería un carrito con el que se ganaba la vida vendiendo dulces, chicles y cigarros.
AÑOS EMPIEZAN A PESAR
El negocio navegaba viento en popa, sin embargo la salud del señor Borja empezó a decaer, le resultaba cada vez más difícil trasladarse a Monterrey a surtir los muebles, un amigo, el señor Porfirio Gutiérrez, dueño de la zapatería La Cadena, le comentó: “no te preocupes mis hijos Ricardo y Rodolfo te puede llevar”.
Tras varios viajes, terminó por compartirles varios secretos del negocio y otorgó el aval para que iniciaran su propia mueblería. Ricardo abrió la mueblería Gutiérrez por la calle de Aldama, a un lado del cine Saltillo, y Rodolfo nombró a su negocio La Cadena, en Venustiano Carranza, hoy Pérez Treviño.
Cierto día le pidieron al señor Borja que desocupara el local, sorprendido, ya que siempre estuvo a la espera de la oferta que había hecho para la compra del local, pidió una explicación, la respuesta fue: “el propietario tenía la intención de hacer un moderno edificio”.
No hubo más remedio que dejar el local. En 1958 el señor Borja murió, la mueblería migró a un local justo enfrente, por la calle de Victoria, donde estuvo hasta 1971, a finales de ese año se cambiaron a una casa en el bulevar Constitución 1942 hoy Venustiano Carranza, ahora con el nombre de Borja Jr. En el mismo sitio alternaba el Café DiDuBo.