Abarrotan saltillenses los panteones en el Día de Muertos
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Bajo un intenso sol y un aire frío, cientos de familias acudieron este jueves a los panteones de Saltillo para honrar a sus difuntos.
Al sur de la ciudad, el panteón Los Pinos padeció la falta de apoyo vial municipal. El bulevar Santa Elena fue tomado en el sentido de oriente a poniente para colocar puestos de flores, adornos, comida, otros artículos y juegos mecánicos.
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Los carriles de poniente a oriente se ciñeron con los autos que se estacionaron en las orillas y ahorcaron el flujo vehicular, que se volvía intransitable al paso de camiones de personal.
Dentro del camposanto, un despliegue de color se lograba observar en el lugar. Cientos de familias limpiaban y acomodaban las tumbas; colocaban flores y se situaban alrededor para recordar.
Abuela y nieta, integrantes de la familia Morales Villanueva limpiaban con trapos y una tina con agua la tumba de “un hijo” que se fue hace 23 años, cuando tenía 21 años de edad, y a pesar de tanto tiempo, “duele como si acabara de pasar”, dijo su madre, quien comentó que durante el año lo visitan, “pero este jueves le trajimos sus florecitas y compramos unos tamalitos afuera y una coquita, para almorzar aquí con él”.
A lo lejos se escuchaban cantos de oración, algunas personas acudieron a la misa que se ofreció en el sitio por el eterno descanso de las personas que yacen en el lugar.
En sillas que ellos mismos llevaron, y cubriéndose con sombrillas del sol, cinco integrantes de la familia Martínez Rivera y Martínez Aguilar acompañaban a su padre fallecido “hace ya bastantitos años”. El dolor era notorio en el rostro, pero disimulaban cuando platican recuerdos.
Al poniente de Saltillo, en el panteón municipal de “La Paz”, la afluencia comenzó a notarse a partir de la mitad de la mañana. Las ventas de flores naturales y arreglos artificiales fue fructífera.
La zona para transitar con vehículo o a pie al exterior de este camposanto es sinuosa, complicada para avanzar. El tipo de suelo y las condiciones de clima de hace unos días generaron grietas profundas y baches de lodo.
Adentro, la familia Mendoza se reunió para visitar a “un hermano” que murió hace ya 11 años. Con escobas y tinas, este jueves dieron limpieza general a la tumba. Colocaron flores y llevaron lonche para almorzar junto con él.
“No, no te preocupes por mí, aquí todo sigue igual...”, se escucha cantar a los músicos, mientras se observa a deudos dar mantenimiento de pintura a cruces y criptas. Algunos rostros mostraban resignación, hubo sonrisas y lágrimas. También hubo deudos que simplemente veían pasar el tiempo.
La familia Perales Gámez acudió para visitar a cuatro de sus integrantes, abuelos, un tío y un hermano. El que tiene más tiempo de haber partido tiene 15 años, pero el más reciente apenas partió hace tres meses. “Venimos a lo largo del año, pero ahora si estamos todos”.
Entre el bullicio del día, la abuela de la familia Negrete lloraba a su nieto que nació sin vida hace tres meses, mientras cuida de otros dos nietos, una bebé de brazos que neceaba porque no quería seguir en la carreola, y un niño pequeño que con una piedra quitaba la tierra “para desenterrar a mi hermanito”. La madre había ido por agua para aplacar la tierra y una vez seca, poder colocar las flores que le llevaron.
Los cementerios municipales cerraron sus puertas a las 20:00 horas, mientras que los particulares una hora después.