Coahuila, en top 5 por enfermedades renales crónicas
Coahuila, Nuevo León, Ciudad de México, Jalisco y Estado de México, concentran el 71% de los casos de enfermedades renales crónicas, de acuerdo con la agencia de seguros GNP.
La empresa informó que cada año atiende 4 mil solicitudes por estos padecimientos, que representan un costo de 145 mil pesos anuales por paciente, en promedio.
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De las enfermedades renales crónicas, la insuficiencia renal es la principal que deriva en aumento de servicios de diálisis y solicitudes de trasplantes de riñón, por ello, la diputada Mayra Valdés González (PAN), propone adicionar el Artículo 95 Bis a la Ley Estatal de Salud.
La propuesta considera establecer que “la Secretaría de Salud desarrollará programas permanentes en los que se incorporarán acciones para la prevención, detección oportuna y atención integral de la insuficiencia renal”.
Además, plantea implementar el Registro Estatal de Enfermedades Renales Crónicas (ERC), que en el 2019 provocaron 72 mil 539 decesos en el país, lo que posiciona a México con una de las tasas más altas de mortalidad por ERC, una de las principales causas de atención en servicios de urgencia y de hospitalización.
En nuestro estado, los registros previos a la pandemia y durante el 2021, indicaron que anualmente se realizaban 130 cirugías de trasplante de órganos, en promedio, y los de riñón representaban entre el 60 y 70 por ciento. Durante el 2021, 52 personas fallecieron por enfermedad renal crónica y 55 por enfermedad renal hipertensiva en la Región Laguna.
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La insuficiencia renal es la pérdida gradual de la función renal. Los riñones filtran los desechos tóxicos y el exceso de líquidos de la sangre, que luego son excretados en la orina; regulan la hidratación del organismo y la concentración en la sangre de sustancias como el sodio, el potasio, el calcio, el fósforo y el bicarbonato.
Asimismo, señaló la legisladora, regulan la tensión arterial, ayudan a la formación de los glóbulos rojos en la médula ósea (carencia que puede manifestarse en anemia) y contribuyen al desarrollo y buena salud de los huesos, evitando la fragilidad ósea.
Cuando la enfermedad alcanza una etapa avanzada, niveles peligrosos de líquidos, electrolitos y desechos pueden acumularse en el cuerpo.
“Los signos y síntomas de la enfermedad se desarrollan con el paso del tiempo de manera lenta; incluyen náusea, vómito, pérdida de apetito, fatiga, debilidad, problemas del sueño, cambios en la orina, fatiga, debilidad, disminución de la agudeza mental, espasmos musculares, calambres, presión arterial alta, hinchazón de pies y tobillo.
“Los factores que aumentan el riesgo son la diabetes, en algunas regiones del país su presencia en el paciente renal excede el 50% de los casos prevalentes, la presión arterial alta, enfermedades del corazón, tabaquismo y obesidad. El padecimiento no tiene cura, el tratamiento consiste en ayudar a controlar los síntomas, reducir las complicaciones y retrasar la progresión de la enfermedad”, concluyó.