Coahuila: La automedicación, hábito que amenaza la salud pública y potencia la resistencia antimicrobiana
En México, la automedicación —el consumo de medicamentos sin prescripción médica— es una práctica alarmantemente común que afecta al 80 por ciento de la población, según la Secretaría de Salud. Este fenómeno, lejos de ser inofensivo, complica los problemas de salud, enmascara enfermedades y pone en riesgo la vida de millones de personas.
Uno de los efectos más graves es su contribución directa al desarrollo de la resistencia a los antimicrobianos (RAM), un problema que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calificado como una de las mayores amenazas globales para la sanidad.
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En Coahuila, de más de 190 mil personas que fueron contagiadas por coronavirus el 37 por ciento habría desarrollado resistencia a los antibióticos por no acudir a tiempo al médico y haberse automedicado, de acuerdo con investigaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que advierten que los medicamentos pierden efectividad a consecuencia de ello.
Otro factor que ha incrementado los riesgos de una resistencia microbiana fue la pandemia por COVID-19, pues la gente decidió no acudir al médico, sino que utilizó remedios caseros o se automedicó o atendió las recomendaciones de familiares y amigos, lo que les afectó en su condición física, advirtió la Secretaría de Salud de Coahuila.
Además, trae efectos secundarios como gastritis, hemorragias internas, posible intoxicación, reacciones alérgicas, dependencia o adicción a los tratamientos, falta de efectividad del tratamiento y ocultamiento o “enmascaramiento” de procesos clínicos graves, que pudieran ocasionar un retraso en el diagnóstico y tratamiento adecuado.
Se estima que al menos el 95 por ciento de los pacientes hospitalizados por coronavirus recibieron antibiótico de manera inadecuada y desmedida, aumentando la resistencia a los antibióticos hasta en un 37 por ciento, refieren las autoridades de salud.
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El abuso y mal uso de los antibióticos, como tomarlos en dosis inadecuadas o para infecciones no bacterianas, permite que las bacterias se adapten y se vuelvan resistentes a los tratamientos existentes.
“El problema de la automedicación es que, en los próximos años, no será posible controlar ciertas infecciones; las bacterias y virus seguirán desarrollándose y volviéndose resistentes a múltiples antibióticos, lo que complicará su tratamiento y prolongará los tiempos de recuperación”, explicó la Dra. Carmen Celeste, gerente médico de Medicina General en Merck México (empresa de biotecnología) .
De acuerdo con un informe de The Lancet (revista médica británica), si no se implementan medidas efectivas a nivel global, la resistencia antimicrobiana podría causar más de 10 millones de muertes anuales para 2050. En México, este desafío se agudiza por prácticas comunes como la interrupción prematura de tratamientos médicos, donde muchas personas dejan de tomar antibióticos al sentir mejoría, sin completar el ciclo prescrito, lo que exacerba el problema.
La RAM no solo pone en riesgo la efectividad de los tratamientos, sino que también incrementa la duración de las hospitalizaciones, eleva los costos médicos y aumenta la mortalidad. Según la Dra. Celeste, este fenómeno puede propiciar la aparición de cepas más agresivas de bacterias, resistentes a los tratamientos actuales, y subraya que “es fundamental utilizar los antibióticos de manera responsable, siempre bajo supervisión médica”.
La gravedad de esta situación ha llevado a la OMS a declarar la Semana Mundial de Concientización sobre el Uso de los Antibióticos, que se celebrará del 18 al 24 de noviembre. Esta iniciativa busca sensibilizar a la población sobre la importancia de usar los antibióticos de forma adecuada para garantizar su efectividad a largo plazo y controlar mejor las infecciones.
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Enfrentar la resistencia antimicrobiana requiere un esfuerzo conjunto entre los profesionales de la salud y la ciudadanía. “Comprender que ningún medicamento es inocuo ayudará a visibilizar que su uso indiscriminado puede causar más daños que beneficios, dependiendo de la sensibilidad o hipersensibilidad de cada persona”, concluyó la Dra. Celeste.
La educación y la prevención son herramientas clave para frenar esta crisis sanitaria global. Con un enfoque responsable y colaborativo, es posible garantizar tratamientos efectivos y proteger la salud pública en el futuro.