Los antiguos mesones solían ser lugares donde los viajeros podían descansar y alojarse durante sus trayectos. Eran establecimientos simples, a menudo ubicados dentro o en puntos cercanos que conducían a pueblos importantes. Los mesones ofrecían servicios básicos como comida, bebida y hospedaje, con habitaciones sencillas y comunes. Algunos tenían establos para los caballos de los viajeros.
Saltillo tuvo varios mesones importantes que servían como lugares de hospedaje y comercio para los peregrinos. Uno de los principales mesones del siglo 19 fue el Mesón del Huizache, ubicado en la antigua calle del Huizache, hoy calle Morelos. Una vieja publicación lo ubicaba en la calle 1a. de Morelos No. 17, es decir entre la calle Juárez y Ramos Arizpe. Por años fue regenteado por el señor Esteban Múzquiz. Este mesón fue conocido por su ambiente rústico y hospitalario, ofrecía servicios básicos como comida, alojamiento y pienso para caballos y animales de carga. Además, servía como punto de encuentro social y comercial, donde se intercambiaban noticias y mercancías.
ALGO SIN PRECEDENTES
En los próximos días abrirá sus puertas al público un hotel boutique. La imponente sede es una casa que cuenta con gruesos muros hechos con materiales de la región. El adobe y piedra que otorgan una robustez impresionante. La fachada principal un tanto sobria, está adornada con arcos y detalles de sillar blanco que contrastan con el color del adobe. Los marcos de las ventanas y puertas están meticulosamente tallados en madera, han resistido el paso del tiempo y aún conservan los herrajes originales, en suma, verdaderas joyas de la herrería local.
Al cruzar el umbral del edificio, en instantes nos transporta al pasado. Los espacios son amplios con techos altos, sostenidos por vigas de madera gruesas y visibles, que contrastan con los grisáceos muros de los pocos aplanados que sobreviven. El piso de la casa tiene las típicas baldosas de barro, pulidas por años y años de uso. En cada una de las habitaciones las ventanas son altas, estrechas y permiten la entrada de luz natural, proporcionando un ambiente acogedor y fresco.
Digno de destacar es el hermoso patio, en el pasillo que conduce al traspatio hay una pileta donde el agua fluye suavemente, el patio alberga enredaderas, plantas y las coloridas bugambilias le dan un distintivo. La distribución de las piezas y patios, herencia que viene de los árabes, permiten mantener la frescura en verano y el calor en invierno.
El rescate de la casa no solo representa la arquitectura histórica de la región, sino también la artesanía y el ingenio de sus constructores, de igual manera está presente el sello de trabajadores, restauradores, arquitectos que supieron integrar perfectamente la belleza natural de los materiales y dar funcionalidad, por otra parte, están miles de horas hombre, la dedicación y cuidado en cada detalle y el gran capital invertido para revivir la gloria de esta joya arquitectónica.
LOS DETALLES DEL LUGAR
Al pasar por la esquina de Ramos Arizpe y Morelos, la belleza del edificio no pasa inadvertida. Despierta preguntas para los transeúntes, al levantar la vista se aprecian los muros del segundo piso que se quedaron a la mitad. A lo largo de los años, el edificio ha tenido diversas vocaciones, casa habitación, cuartel, mesón, hasta se habla que congregó una orden religiosa.
El Instituto de Antropología e Historia, a través de la Dirección de Monumentos Históricos, realizó hace varios años un catálogo de bienes inmuebles de la ciudad, el edificio en mención recibió el número de ficha 0245, en ella se aprecia un levantamiento de la vieja casona y describe parte de los materiales de su construcción, número de piezas, fecha estimada de construcción, etc.
DE UN DATO CLAVE
Durante los trabajos de remodelación, en una chapa de una de las puertas se encontró la inscripción, A. S. D. Rafael Musquis 1836. Las siglas significan, Año Santo de Dios, el nombre de Rafael Musquis, quizá corresponda al dueño de la casa y 1836 se puede interpretar como el año de la posible terminación de la construcción. Ese año, 1836, fue año santo en el calendario católico. Los años santos suelen celebrarse cada cierto número de años, dependiendo de la tradición y la decisión papal.
¿Quién pudo haber sido Rafael Múzquiz? En los archivos del Fondo Presidencia del Archivo Municipal de Saltillo nos conducen a un personaje conocido, Rafael Eça y Múzquiz y Arrieta, jefe político de la Provincia de Coahuila y Texas en 1824, Gobernador de Coahuila en cinco ocasiones, que van de 1824 a 1836, fue el último gobernador de Coahuila-Texas antes de que se independizara el estado de la estrella solitaria.
Fue Ministro del Superior Tribunal de Justicia en 1838, hermano de Melchor Múzquiz, presidente interino de la República en 1832. Por los altos puestos que ocupó, el poder político y económico que tuvo, es casi seguro que haya sido el dueño original de la casa. Unos años después de la construcción de la casa, Rafael Múzquiz desapareció de la escena política sin dejar rastro alguno.
ESFUERZO Y DEDICACIÓN
Por muchos años, con mucha paciencia, buen gusto y apego a las normas del INAH, se ha llevado a cabo una extensa labor de rescate, restauración y adecuación de los espacios por parte de la familia Castilla Galindo. Hace unos días tuve la oportunidad de platicar con la señora Diana Galindo, viuda de Castilla, quien es la artífice de este colosal proyecto. Me mostró los avances de la restauración del valioso edificio decimonónico, lleno de rica historia en su haber.
Varias cosas importantes conllevan el rescate del edificio, en suma, se pensó en preservar el valor histórico y cultural del inmueble, la promoción de la sustentabilidad urbana, el fortalecimiento de la identidad local y la importante contribución al desarrollo económico a través del turismo cultural y de negocios.
En el marco de una fresca mañana de verano, sentados en una pequeña mesa del patio principal, rodeados de espléndidas bugambilias y el amable arrullo de una fuente de agua, inicié la amena plática.
¿Cómo inicia la idea de rescatar esta casa?
“La casa me trae muchos recuerdos, porque yo vivía en la casa que está en contra esquina de Ramos y Morelos, en esta casa vivía el ingeniero José Cárdenas Valdés y su esposa Carmen Acosta, hicimos cierta amistad con sus hijos Martha, José y Teresa, posteriormente nació Armando.
El espacio que ellos habitaban era solo una tercera parte de la casa, donde podían acceder tanto por la calle de Morelos y Ramos, en la misma propiedad también vivía una familia de origen libanés cuyo apellido no recuerdo y en el otro tercio la señora Esperanza Rodríguez viuda de don Ramón Cárdenas, sus hijas María Elena, María Guadalupe, y Ramón, cuya entrada era solo por la calle Morelos.
Tengo vivos recuerdos, en esta casa el ingeniero Cárdenas tenía una farmacia y en uno de los baños, quizá el único de la casa, había un laboratorio donde entrábamos a curiosear, recuerdo también que el patio estaba dividido por una barda, había los típicos tendederos y un tallador para la ropa, en este patio jugábamos mucho. Cuando yo tenía seis años nos cambiamos de casa”.
¿Cómo y para qué adquirieron la casa?
“En 1999 vivíamos en la calzada Antonio Narro. Para hacer un poco de ejercicio me iba caminando a la Alianza Francesa donde tomaba clases de francés, cierto día, al pasar por la casa, me llamó la atención un anuncio muy informal, estaba escrito con crayola que decía: SE VENDE, al llegar a mi casa le comenté a mi esposo Armando, fíjate que están vendiendo la casa frente donde yo nací, era la casa de mi amiguita Tere Cárdenas y hasta ahí quedó la plática.
A los pocos días me dijo Armando, te compré la casa, empezamos a platicar sobre qué podíamos hacer en la casa. En ese tiempo coincidió que habíamos entregado la Casa Purcell, donde funcionó por un tiempo el Centro Cultural VANGUARDIA, pensamos que en uno de los salones de la casa se podían albergar salas de exposición o poner algunas tiendas tipo Bazar del Sábado de la Ciudad de México, después a Armando se le ocurrió hacer un hotel, como uno que visitamos en San Miguel de Allende.
El dueño vino a darnos una asesoría, las ideas finalmente no fueron de nuestro agrado, luego Armando siguió investigando, empezó a raspar las paredes con un bisturí para descubrir las varias capas de pintura y por esos días de enero del año 2000, Armando falleció.
La muerte de mi esposo fue una sacudida tremenda, había que resolver muchas cosas urgentes, el proyecto del hotel se quedó en la lista de espera. Después de varios años retomé el asunto, platiqué con el arquitecto Ramos Duque, que en paz descanse, me dio varias ideas de cómo hacer el hotel, vimos que la casa no tenía estacionamiento, se dio la oportunidad de comprar el terreno anexo a la calle de Ramos y con la idea de crecer el número de cuartos, adquirimos la casa contigua que perteneció a la familia Villanueva, la última dueña; Susana Farías, me la vendió.
De manera natural y poco a poco fueron saliendo las cosas. Vimos que las habitaciones no eran muy grandes y no queríamos llenarlas con muchos muebles porque se iban a ver muy saturadas, siempre se pensó en que fuera algo muy norestense, muy propio de nosotros”.
¿Quiénes han participado en el proceso de remodelación y restauración del inmueble?
“El primero al frente de los trabajos fue el arquitecto Alberto Ramos Duque, el arquitecto Fernando de la Peña restauró una de las habitaciones y al morir Ramos Duque me recomendaron a otro arquitecto originario de Torreón, Luis González Díaz de León, quien hizo muchas de las propuestas de remodelación y restauración.
De igual manera el arquitecto Juan Antonio Espinosa Santana, quien trabaja para nosotros y por su experiencia en el ramo hotelero, ha jugado un papel importante en los trabajos de restauración”.
¿Qué representa para la ciudad este proyecto?
Diana toma un ligero suspiro y con emoción responde: “Es un regalo para Saltillo, la ciudad merece tener este digno lugar, para nosotros es un orgullo, todo esto no habría sido posible sin el talento y entrega de los extraordinarios trabajadores y el apoyo de mis hijos. Como un homenaje a los trabajadores dedicaremos un espacio donde se exhibirán fotografías de los trabajadores que participaron en el proyecto”.
DE LA GLORIA MESÓN
Próximamente hotel boutique, combina elementos históricos con comodidades modernas y un diseño estético único. Conservación de elementos arquitectónicos históricos como vigas de madera, materiales expuestos.
Tiene una decoración moderna, minimalista y elementos antiguos. Cuenta con 14 habitaciones exclusivas que llevan diferentes nombres. La estancia será una experiencia íntima y personalizada para los huéspedes.
Se ofrecerá una inmersión en la cultura local a través de la arquitectura regional, ofreciendo una experiencia auténtica. También habrá servicios exclusivos como restaurante gourmet a cargo del prestigioso restaurante Pour La France.
Las habitaciones cuentan con Wi-Fi de alta velocidad, televisores inteligentes y sistemas de control ambiental, además de un compromiso con prácticas sostenibles como energías renovables, gestión de residuos y productos locales y orgánicos en el restaurante.