Disminuyen los feminicidios, pero no delitos que los detonan; el peligro en Coahuila es latente
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Aun cuando las autoridades han insistido en que se han hecho esfuerzos para erradicar la violencia contra la mujer, los colectivos de la sociedad civil atentos al tema, insisten en que mientras no se ataque el origen, no habrá proyecto que sea suficiente para un futuro que deje de colocar a la mujer como un grupo vulnerable.
Las cifras dicen que si bien el feminicidio ha disminuido en la entidad en comparación con el año pasado, no ha sucedido lo mismo con los delitos que lo anteceden, ni tampoco con las llamadas que diariamente recibe el 911 por casos de violencia de género.
De acuerdo con los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, entre enero y octubre del 2021 se han registrado 17 casos de feminicidio en todo Coahuila, mientras que en el mismo período del año anterior, se habían registrado 22.
Este mismo aparato que registra la incidencia en términos de seguridad pública, dio a conocer a la par que en este año los delitos de lesiones dolosas contra mujeres han incrementado de mil 369 el año anterior a mil 535 en este año, y en el caso de la violencia familiar pasaron de seis mil 889 a nueve mil 339, mientas que en casos de violencia sexual como la violación equiparada y calificada, los casos pasaron de ser 203 a 405.
UNA VIOLENCIA PRESENTE
Estos índices de violencia clasificados por género, revelan que no han disminuido los delitos previos al punto cúspide de la violencia contra la mujer, como es el feminicidio, según el “Violentómetro”, la herramienta del Instituto Politécnico Nacional para identificar índices de violencia que empiezan con bromas hirientes, para colocar banderas rojas en el hogar o en una relación personal con un agresor.
En esta misma herramienta, las lesiones, las violaciones y la violencia psicológica que muchas veces se vive en el ámbito familiar, se colocan entre los puntos número 8 y 27, de los 30 puntos que identifica previo al feminicidio.
OPINIÓN DE UNA EXPERTA
Al respecto, Adriana Romo, de la Red de Mujeres de la Laguna, dice que es por ello que la violencia contra la mujer debe ser atacada de forma estructural, así como debe generar cambios radicales en los contextos que colocan a una mujer en situación de vulnerabilidad que las impide salir de un sistema de violencia.
“Con estos datos no podemos pronosticar o prever que los feminicidios van a acabar, no mientras no se eliminen otras formas previas de violencia. La violencia va en aumento y es progresiva. Sí, en este año disminuyeron, pero con los otros delitos, entonces podríamos decir que el otro año podrían incrementar. Si el Estado es permisivo con la violencia familiar, claro que va a haber feminicidios, porque esa es la historia previa de los casos que hemos visto”, dice.
“Aquí observamos la poca efectividad de los esfuerzos que las autoridades dicen que hacen, y no lo dudamos, pero son insuficientes. Parece mentira que ahora haya juzgados especializados, reformas, pero los números nos indican otra cosa. La lectura es que de todas maneras lo que se ha hecho es insuficiente para garantizar lo que el Estado debe, como es lo que dice en la Ley de Acceso a las Mujeres para una vida libre de Violencia”, explicó.
En el tema de la incidencia delictiva, en ocasiones autoridades como la Fiscalía General del Estado y el Poder Judicial de Coahuila han mencionado que las alzas se deben a que las mujeres han empezado a confiar en las autoridades.
Sin embargo, Adriana Romo dice que además de que en todos los delitos existe una cifra negra, las autoridades deben responder que existe una efectividad en su sistema confrontando las cifras con casos resueltos y sentencias, además de que en la mayoría de las instituciones no existen indicadores ni planes de medición de efectividad.
“Para nosotros que digan que ha disminuido o no las denuncias, es irrelevante, el impacto real es con las sentencias judiciales”, dice.
Respecto a la cifra negra, Rosa María Salazar de la Fundación Luz y Esperanza, recordó a VANGUARDIA con datos de la ENDIREH, que actualmente se estarían quedando sin atender o denunciar, por lo menos el 77 por ciento de mujeres que sufren violencia y que la reconocen.
Tan solo en Saltillo, la Fundación Luz y Esperanza atendió el año pasado a siete mujeres que sufrieron violencia extrema, para ser ingresadas a un refugio. Esta es la capacidad máxima del refugio, y este año, las solicitudes se replicaron de la misma manera hasta el mes de julio.
Uno de los problemas que se han resaltado por parte de las colectivas de mujeres, es que muchas de las denunciantes son sometidas a la revictimización, o incluso, las autoridades concluyen su participación al decir, que fue su decisión regresar al núcleo de violencia, sin tomar en cuenta, para las mismas organizaciones, que la violencia que viven comprende todo una estructura en la sociedad, por ejemplo, atacando brechas salariales y desigualdad.
“Existen contextos como que las mujeres en su mayoría están en la economía informal. Estos contextos son los que fomentan mayor vulnerabilidad. Ese es un tipo de violencia que en los discursos no escuchamos. Esas son las causas que se deben atender en primer lugar, todas estas situaciones de muchos años que han dejado a la mujer con indefensión”, dice Adriana Romo.
“La mujer queda desprotegida en lo económico, en lo social, en lo patrimonial, y muchas de esas desprotecciones sí le corresponden al Estado. La amiga se puede dar cuenta, pero está entrampada en situaciones estructurales que no le permiten salir de ahí. Las autoridades dicen: “Ya no vino”, y ahí se quedan. No es que no vuelvan porque ya no quieren, hay situaciones mucho más complejas que una receta de cocina”, expresó Romo.
En ese sentido, Rosa María dice que las autoridades deben estar perfectamente capacitadas y sensibilizadas para también entender que en muchos casos, las mujeres no pueden comprender las instrucciones de las autoridades debido al estrés en los que viven.
“Mi pregunta es hacia los hombres: ¿quién les dijo que tienen derecho a ser violentos? El único responsable de estos delitos, es el hombre violento, la víctima nunca tiene la culpa, aunque ancestralmente eso se haya querido achacar a la mujer”, concluyó Adriana Romo.