Jesús Manuel Acuña Narro, pasajes breves de un revolucionario saltillense
Fue un brillante jurista y político, protagonista de la lucha armada, con una caída en desgracia que concluyó con su violenta muerte
En su corta vida, así como en su carrera sobresalieron las contradicciones, súbitos ascensos y abruptas caídas. Jesús Manuel Acuña Narro nació en Saltillo en 1886, estudió en el Ateneo Fuente, después se trasladó a México a estudiar la carrera de Leyes y en 1911 recibió el título de abogado.
En el mismo año se integró al Club Liberal Coahuilense, donde manifestó decidido apoyo a la candidatura de Venustiano Carranza al Gobierno Estatal.
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En Saltillo fungió como juez de letras, tanto del ramo penal como del civil y magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Coahuila. En 1913 se adhirió a las fuerzas constitucionalistas lideradas por el gobernador de Coahuila Venustiano Carranza, movimiento armado que buscaba derrocar al usurpador Victoriano Huerta.
A sus 25 años, el nivel de educación y buen trato hicieron que el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista se fijara en él, designándolo como su secretario particular. En plena efervescencia revolucionaria, recibió la orden del propio Venustiano Carranza, de hacerse cargo de la gubernatura de Coahuila, una vez que la plaza de Saltillo fuera desocupada por las fuerzas federales del gobierno de Huerta.
En mayo de 1914, el general Francisco Villa y su “Dorados”, entraron a Saltillo, Acuña se encargó de hospedar al general Villa en casa de Agustín Rodriguez y Gertrudis Morales, padres de Enriqueta, su esposa.
Una vez que los federales salieron huyendo de Saltillo, el licenciado Jesus Acuña tomó el control del Gobierno de Coahuila. El mandato como Gobernador fue breve, del 24 de mayo de 1914 al 6 de enero de 1915, cuando fue sustituido por el general Felipe Ángeles. Durante la gestión que fungió como Gobernador, sus acciones y obras de gobiernos no fueron gran cosa, entre ellas se encuentra la apertura de la calle Rodríguez, hoy Miguel Alessio Robles, de los tramos de Allende a Zaragoza y el tramo hacia la calle Manuel Acuña.
Otra obra fue la apertura, a partir de la calle Victoria hacia el sur, de la calle Maravillas hoy Álvaro Obregón y además giró instrucciones para cerrar las puertas de la Escuela Normal, por fortuna la Escuela Normal reabrió un año después.
HOMBRE DE TODAS LAS CONFIANZAS
Las marcadas diferencias entre Carranza y Villa volvieron insostenible la relación entre los líderes revolucionarios, cuando sobrevino la ruptura entre los dos bandos, Acuña se mantuvo en las filas del constitucionalismo y mostró lealtad hacia la causa.
Cuando Venustiano Carranza llegó a la primera magistratura nombró a Acuña Narro como ministro de Relaciones Exteriores, cargo que ocupó del 2 de junio de 1915 al 21 de abril de 1916 y su habilidad y labor diplomática hicieron que el gobierno de Estados Unidos reconociera el régimen de Carranza.
De manera paralela fue Secretario de Gobernación del mismo gabinete y como titular de Gobernación creó la Memoria de la propia Secretaría, la cual contiene relevante información relativa a los acontecimientos de 1913 a 1916..
RECUENTO DE UNA CAÍDA
Hay información poco conocida y triste a la vez sobre la salida de Acuña Narro de la Secretaría de Gobernación y de la página de la Secretaría de Cultura federal tomo la siguiente pesquisa:
“El primer jefe, Venustiano Carranza, le pidió su dimisión ante las evidencias de que Acuña había sido parte de un complot para que los diputados del llamado bloque renovador no fueran aceptados en el Congreso.
“Acuña perdió la confianza que le tenía el Primer Jefe, cuando salió a la luz que estaba detrás del intento de un sector de los diputados jacobinos para impedir que se aceptaran las credenciales de Félix Palavicini y José Natividad Macías, así como del resto de los diputados renovadores.
La permanencia de Acuña como encargado de la política interior fue insostenible. El Primer Jefe aceptó su renuncia y nombró en su lugar a Manuel Aguirre Berlanga, quien se perfilaba para ser el presidente del Congreso Constituyente, quien tuvo que pedir licencia para cumplir con su nueva responsabilidad en el gobierno de Carranza”.
Al dejar la Secretaría de Gobernación, en 1916, Acuña fue nombrado presidente del Partido Liberal Constitucionalista, donde estuvo sólo cinco semanas, en junio de 1917, fue electo diputado por el Distrito Federal y presidente de la XXVII Legislatura Federal.
CONTRADICCIÓN DE UN REVOLUCIONARIO.
Al término de sus labores legislativas se retiró a la vida privada, compró la Hacienda de San Joaquín Jaripeo ubicada en Ucareo, municipio de Zinapécuaro, en el estado de Michoacán.
Dicha hacienda fue una de las más grandes y poderosas del centro norte del estado, contaba con grandes aserraderos para las finas maderas que se dan en Michoacán. Los trabajadores propiedad del licenciado Acuña, hartos de las malas condiciones y el eterno endeudamiento por las todavía imperantes tiendas de raya, se organizaron para reclamar las tierras donde trabajaban.
Los peones reclamaron las tierras de Jesús Acuña, dueño de la hacienda, y pese a sus dotes como diplomático Acuña reaccionó de manera extraña, formó un ejército al que llamó “Las Guardias Blancas”.
Parte de las actividades de las Guardias no se limitaban a cuidar las tierras de la hacienda de Acuña, sino a atacar e intimidar a los trabajadores que habían sido parte del grupo que reclamaban las tierras.
Acuña se hizo fama entre los habitantes de los poblados cercanos a la hacienda, de un temible terrateniente, justo como los muchos que existieron y dieron pie a la Revolución Mexicana. Para 1926 se emitió un dictamen positivo al pueblo, le fueron quitadas poco menos de tres mil hectáreas.
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DEL PLEITO CON EL TATA
Jesús Acuña no estaba dispuesto a que le quitaran las tierras, años más tarde, los ejidatarios consiguieron entrevistarse con el general Lázaro Cárdenas en la Laguna Larga. Durante la reunión Jesús Acuña irrumpió y encaró al general Cárdenas.
El presidente Cárdenas, oriundo de Jiquilpan, del mismo estado de Michoacán; como era de esperarse se puso del lado de sus paisanos.
En aquella reunión, Cardenas le refirió a Acuña: “Que el problema era con él, no con los ejidatarios”. Acuña terminó la entrevista en medio de amenazas a los lugareños de Ucareo, Michoacán.
La pugna entre Acuña y ejidatarios duró dos años más, por desgracia hubo pérdidas de vidas de ambos lados. En la estación de Acámbaro, el día 3 de enero de 1932 cuando el licenciado Acuña descendía de uno de los vagones del tren que la trajo de la ciudad de México, fue acribillado a balazos, nadie fue aprendido y no se supo quién fue el agresor del asesinato.
SAN JOAQUÍN JARIPEO, HISTORIA CONOCIDA
Después de la Reforma Agraria, que entregó a los campesinos las tierras, la hacienda, se convirtió en varios ejidos, así llegó el fin de la hacienda como ente de producción.
El hermoso casco que es inexpropiable, fue saqueado por los nuevos habitantes, los diversos materiales y elementos arquitectónicos de la casa grande, como la carpintería, herrería, viguerías, barandales, puertas y ventanas, fueron utilizados por los campesinos para la construcción de sus viviendas. saltillo1900@gmail.com
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