La casa de los espantos en Saltillo
Un supuesto malentendido, asesinatos y emparedamientos. ¿Vivirías en una casa que históricamente ha sido catalogada como escenario de sucesos paranormales?
Saltillo es una ciudad de leyendas. Lo dice su historia, sus escritores, su gente.
Estamos por adentrarnos en una de esas narraciones que ha sobrevivido a los años y a las versiones. Una que ha sido documentada por historiadores y respaldada por las mismas autoridades municipales.
Aún así, lector, tanto el escepticismo como la creencia son una decisión propia.
La casa de los espantos antecede a 1627. Ese año se construyó una de las viviendas más antiguas de la ciudad, en la Zona Centro.
Marcada con el número 126, se ubica a espaldas de la Catedral de Santiago, sobre la calle Nicolás Bravo.
TE PUEDE INTERESAR: Saltillo: el fantasma del bar
Durante la época colonial, la casona de dos pisos era habitada por el matrimonio que conformaban Leonor y Pedro, junto con su hijo de cuna.
Un día, no especificado en la tradición oral, Leonor mecía el moisés de su bebé y escribía sobre un escritorio aledaño, cuando un hombre llamado Gonzalo apareció en la habitación.
Sorprendida por la visita, la mujer lo cuestionó. La respuesta solo fue que se iría lejos para siempre, lo que hace pensar que aquello se pudo tratar de una especie de despedida.
En ese momento Pedro entró al recinto. Junto con él, la furia y los celos frente a la escena digna de una casualidad de telenovela.
Pedro confrontó a Gonzalo, más a puñaladas que a palabras. Le siguieron Leonor y su hijo, quienes tuvieron el mismo desenlace mortal que el visitante.
Con ayuda de un sirviente, Pedro emparedó los tres cadáveres en uno de los muros de la casa. De él no se supo nada más.
LA REVELACIÓN
En este punto de la historia sería natural que abundaran las dudas.
Algunas de ellas las resuelve José García Rodríguez, un escritor local que vivió en el siglo pasado y quien se distinguió por rescatar y narrar las tradiciones orales del Saltillo antiguo.
García cuenta que durante el siglo XX un joven rentó la casa 126 de la calle Bravo. La primera noche de estancia jugaba ajedrez con un amigo suyo cuando de pronto se escuchó el aullido de un perro, un golpe en una ventana y el crujir de maderas.
Ambos se acercaron a un cuarto, y dice la historia que, como si se tratara de un “flashback”, presenciaron la escena que habría ocurrido cientos de años atrás.
TE PUEDE INTERESAR: La estación de ferrocarril en Saltillo que nunca fue, por culpa de un asesinato
Tan real habría sido el momento, que al día siguiente los amigos abrieron el muro y encontraron los cuerpos de las víctimas.
La historia termina con la sepultura de los fallecidos y con los lamentos y sucesos paranormales llegando a su fin después de eso. Según se cuenta...
Actualmente el inmueble está dividido en dos, con los números exteriores 120 y 126. El primero se renta a oficinas o negocios, el segundo alberga Cáritas de Catedral.
En la fachada del número 126 se encuentra una placa con fecha de 1995 que rinde homenaje tanto a la leyenda como al nombre de la misma:
La casa de los espantos
Se dice que esta casa fue construida en 1627.
Su denominación surge de la leyenda que se creó en torno a ella. Se decía que dos personajes de la época colonial, doña Leonor y don Gonzalo, fueron muertos en ella y enterrados en sus paredes.
Esta tradición fue recuperada y escrita por José García Rodríguez, escritor saltillense.
Junto con la breve descripción, los escudos de Saltillo y Coahuila, además de los textos: Centro Histórico de Saltillo y Archivo Municipal de Saltillo.
*Con información de José García, Carlos Recio, Esperanza Dávila, Arturo Berrueto y Archivo Municipal de Saltillo.
COMENTARIOS