La estación de ferrocarril en Saltillo que nunca fue, por culpa de un asesinato
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Lo construyeron para unir vías ferroviarias, pero nunca lo hizo. Lo usaron como hospital y escuela, hasta antes de atesorar las memorias de la ciudad. ¿Cómo un edificio escapa de su destino?
¿Has visto ese edificio en Saltillo que parece una estación de ferrocarril? El que se ubica en la Zona Centro donde inicia la calle Benito Juárez, en el cruce con la vialidad Leona Vicario.
Su fachada no miente, el plan fue construir una terminal ferroviaria. Pero ningún pasajero tomó un tren desde ahí.
La historia dice que un asesinato fue la razón de que quedara incloncluso. También que la crisis de Ferrocarriles Nacionales de México (FNM) impidió que se rescatara el proyecto.
Ese inmueble destaca entre el resto. Sí por su arquitectura de cantera y ladrillo, su reloj al centro de la fachada y los arcos de su entrada. Pero aún más por los tesoros que resguardan sus muros.
El primer nombre que se propuso para la estación ferroviaria, en 1917, fue: “Terminal Unión”.
La idea era justamente unir las líneas del Ferrocarril Nacional Mexicano y la Central Mexicano, dos de las tres estaciones que tenía Saltillo. La otra se llamaba Ferrocarril Coahuila y Zacatecas.
Después se planteó que mejor se llamaría “Saltillo Oriente” y que conectara a la capital de coahuila con Tuxpan, Veracruz. Pero no ocurrió ni una cosa, ni otra.
¿Maldición o cosas del destino?
Desde el inicio, la planeación para construir este inmueble fue turbulenta.
Las tierras conocidas como “El Barrial”, eran perfectas para darle forma al proyecto de FNM. Pero como los dueños no estaban dispuestos a negociar, el gobierno tomó el lugar que le pertenecía a Jacobo González y su familia desde 1834.
Como era de esperar, no existen registros sobre una compra-venta. Pero sí hay documentos que muestran el intento de los dueños por recuperar sus propiedades. Sin éxito, claro.
La edificación fue dirigida por el arquitecto Manuel Ortiz Monasterio Popham. El oriundo de la Ciudad de México desarrolló por lo menos 107 planos para este inmueble.
De hecho, se trata del primer caso documentado en Saltillo de una construcción con estructura de concreto, cimientos, columnas, trabes y losas.
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El resultado fue un conjunto simétrico con un portal al centro y ventanales arqueados, con influencia de la escuela francesa de Bellas Artes de París. Los muros se conformaron por bloques de cantera proveniente de San Luis Potosí.
Tal fue la magnitud de este edificio, que en 1920, cuando estaba casi listo para comenzar a operar, solo tenía comparación con la Catedral de Saltillo ubicada a ocho cuadras de distancia.
En el primer piso la estación de tren tenía vestíbulo, baños de primera y segunda clase, dos taquillas, dos salas de espera, dos recepciones laterales con telégrafo federal, oficina postal, oficina de equipajes, bodega, mostrador, un restaurante, cocina y cantina. En la planta alta, oficinas administrativas y operativas de la terminal.
Ya se había invertido un millón 131 mil 363 pesos con 92 centavos. Solo faltaba el decorado, alumbrado, carpintería y pisos. ¿Qué podría salir mal? Lo más impensable: un asesinato.
Si bien no están claras las razones por las que se frenó el proyecto de la estación, se cree que el homicidio de Venustiano Carranza en mayo de 1920 tuvo mucho que ver.
El coahuilense, en ese entonces presidente de México, fue impulsor del proyecto ferroviario en Saltillo.
Además, con su muerte causó una caída económica que alcanzó a Ferrocarriles Nacionales de México. En 1927 se hizo un intento porque la terminal iniciara operaciones, pero no era costeable.
Lejos de recibir viajeros y convertirse en la que hubiera sido la terminal de tren más moderna y grande de la ciudad, el inmueble acogió enfermos.
FMN necesitaba dos hospitales para atender a sus trabajadores en Monclova, Torreón y Monterrey. Por eso abrieron dos en 1928, uno en Durango y el otro en la capital coahuilense.
El Hospital de Concentración de Saltillo tenía cuarto de revelado para las radioscopias, una farmacia, lavandería, conserjería, una caldera para esterilizar los instrumentos quirúrgicos, sala de operaciones, cuartos de curación y salas de cirugías especializadas, entre otras cosas.
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Estuvo en función por casi 30 años, hasta que se mudó a un lugar más grande para cubrir la demanda.
En 1961, las quejas de los enfermos se cambiaron por risas y juegos de niños. La Escuela Primaria Rubén Moreira Cobos se alojó ahí y en su primer año recibió a 13 maestros y 786 alumnos (384 mujeres y 402 hombres).
De este plantel educativo egresaron casi 19 mil alumnos en 22 años. Hasta que el edificio otra vez quedó sin utilizarse. En 1983 los alumnos fueron reubicados en otras instituciones.
El edificio más sabio
Por esas mismas fechas, archivistas y analistas ordenaron y clasificaron información que era resguardada en la administración municipal.
El 19 de diciembre de 1984 se dio forma a esa tarea y se inauguró de manera oficial el Archivo Municipal de Saltillo (AMS) y se ubicó en la Presidencia Municipal.
Como directora del AMS, la historiadora Martha Rodríguez gestionó un edificio seguro para el acervo histórico.
En 1987 el gobernador José de las Fuentes Rodríguez le entregó las llaves de la nueva sede: la estación ferroviaria que nunca fue.
Remodelaron y adecuaron el inmueble durante dos meses, hasta que se inauguró oficialmente el 23 de diciembre de 1987.
Esta vez los trámites sí se hicieron con formalidad, el edificio se compró a Adela González Cavazos, quien años atrás había recuperado los terrenos.
Demostró que los terrenos eran de su antepasado Jacobo Cepeda, demandó a Ferrocarriles Nacionales de México y consiguió la propiedad.
Hasta hoy es un edificio público, como lo iba a ser con la estación ferroviaria. No son viajeros quienes lo visitan, sino curiosos e investigadores.
Cualquiera puede acudir, en un horario de 8:00 a 15:00 horas, de lunes a viernes. En sus ocho mil 163 metros cuadrados y medio, guarda miles de historias por contar.
Tiene más de 160 mil ejemplares de periódico, el más antiguo de 1822. Más de 69 mil fotografías, dos mil 500 mapas y 28 mil libros en la biblioteca.
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*Con información de Iván Vartan y Archivo Municipal de Saltillo.