Las Charreadas de San Juan de la Vaquería, una tradición siempre viva en Coahuila
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Suertes de caballos, coleadas, montadas de toros y pasos de la muerte, son algunos de los actos en la tradición
San Juan de la Vaquería es un poblado que se encuentra a las afueras de la ciudad de Saltillo, específicamente a unos kilómetros del parque industrial Santa Mónica. Año con año, este poblado convoca a las personas de sus alrededores con una tradición desde hace más de medio siglo.
Gente de Saltillo, General Cepeda, los ejidos aledaños e incluso desde ciudades como San Pedro o Monterrey, anualmente se reúnen en el lienzo charro del poblado con el objetivo de que los jinetes saquen a relucir lo que durante todo el año han trabajado sobre sus caballos.
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Desde lucir el buen control del manejo del caballo que cada uno monta, hasta la habilidad de derribar toros mientras los persiguen a caballo, pasando por las tradicionales suertes, hasta culminar en los pasos de la muerte.
Bien embotados y ensombrerados, los asistentes tomaron desde temprano su lugar en las gradas en espera del espectáculo que reúne a chicos y grandes, donde charros y charras demuestran su habilidad jineteando.
Pero, ¿cómo se viven Las Charreadas en San Juan de la Vaquería? Locales, participantes y organizadores hablaron acerca de esta tradición y de como marcó un sello de identidad en la comunidad.
“De las charreadas, lo primero y lo más importante es la monta del Judas, en otros pueblos acostumbran a quemar la figura del Judas Iscariote, pero en San Juan acostumbramos a mejor montarlo sobre una yegua bruta”, dijo Víctor Villaseñor, uno de los organizadores.
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Fue entonces que desde la plaza principal de San Juan de la Vaquería, la réplica del Judas Iscariote fue escoltada por un grupo de charros sobre sus caballos hasta la manga del lienzo, donde se le ataría a su yegua bruta.
Al comenzar con el espectáculo, Judas y su yegua brincaron por gran parte del lienzo, hasta que esta se cansó, fue entonces que los charros arrimaron al jinete principal del evento para dar paso las siguientes presentaciones.
Fue entonces que una banda norteña se hizo presente para musicalizar a los charros, mismos que al sonido de la tambora y la tuba, las pezuñas de los caballos retumbaron contra el suelo al momento de ser dirigidos por los jinetes.
Fue entonces así que se dio inicio a las suertes, actividad donde se deja correr a una yegua por la manga del lienzo, al mismo tiempo que el charro intenta lazarle las patas traseras con el uso de su riata.
Determinación, práctica y mucha concentración era lo que los participantes transpiraban cada que salía una yegua; sin embargo, no fueron suficientes, ya que por azares del destino o simplemente mucha agilidad de las yeguas, “no hubo suertes en los jinetes”.
Con la emoción a flor de piel en los espectadores, con emociones que eran expresadas por medio de gritos, porras y abucheos, los presentadores dieron por terminadas las suertes para dar paso a las coleadas.
Las coleadas son una práctica en la charrería, donde un toro sale corriendo por la manga del lienzo y antes de llegar al centro del mismo, el charro tiene que tomarlo de la cola y tirar de ella para derribarlo con la ayuda de la velocidad de su caballo.
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Fue entonces como aquí los charros demostraron un poco más habilidad, y que reses diferentes colores terminaron derribadas en el suelo, al tiempo que los charros victoriosos daban media vuelta a sus caballos para posicionarse de nuevo.
Y por si fuera poco y con los ánimos de la gente bien arriba, uno de los principales atractivos de estos eventos se hizo presente, la montada de toros, donde los charros tomaban un toro a pelo (sin silla) y lo montaban hasta que este se amanzara.
Las porras y las expresiones de asombro que la gente hacía eran reflejo de la admiración por los actos de valentía que realizaban los jinetes, en los que estos con una mano en el corazón y la otra en el toro dan su valor e integridad para este deporte.
Fue entonces que ya un poco más caída la tarde y para concluir, con las personas amontonadas en las gradas y en los barandales del lienzo, se dio inicio al paso de la muerte, donde los jinetes brincan desde una yegua amaestrada hasta una yegua bruta.