Leyendas de Saltillo: ‘Juanito’, un espíritu travieso en la Escuela de Ciencias Sociales

Coahuila
/ 1 noviembre 2022

Historia y leyenda se entrelazan desde el panteón de Santiago, donde la escultura de un pequeño recuerda su trágica muerte por asfixia

¿Qué relación existe entre “Juanito”, el niño que corre y juguetea con un balón y canicas entre los salones y pasillos de la Escuela de Ciencias Sociales y “J. Cuauhtémoc”, el niño de la tumba de más de 100 años de antigüedad, ubicado en el ala oriente del panteón de Santiago?

La historia y la leyenda se entrelazan. Algunos opinan que se trata del mismo pequeño porque en el lugar que ocupa la escuela, en la calle Juárez, entre Hidalgo y Allende, vivió un niño que murió atragantado al parecer con un cacahuate o una canica.

Por ese año, 1905, se dice que también falleció otro niño; de éste se decía que por atragantarse con un dedal, ese utensilio que usan las mujeres para coser, pero luego, hace unos años, llegó a Saltillo una mujer, ya anciana, quien dijo ser hermana de “J. Cuauhtémoc”, y contó que su hermanito falleció por atorársele en la garganta un pedazo de pollo.

Frente a la tumba, el historiador Carlos Recio Dávila, se refiere a ella como una de las más interesantes y enigmáticas del panteón de Santiago. Su construcción es de estilo neogótico, con una columnata sobre la cual está la escultura de un niño en el pináculo, es decir, en la parte superior.

Se trata de un niño que murió por asfixia. Nació el 6 de mayo de 1900, murió el 25 de febrero de 1905 y, en su memoria, sus padres mandaron hacer este monumento.

“El niño aparece vestido como paje, de una manera muy elegante, recordando un poco la realeza francesa o europea de siglos atrás y con un cabello peinado en bucles. Los padres decidieron que la escultura fuera de la misma estatura que tenía el niño cuando murió”, explica.

No se sabe más, porque ya no hay descendientes de la familia en Saltillo, lo único que se sabe es lo relatado por la anciana.

Recio Dávila explicó que puede haber una relación entre ambos niños, es decir, podría tratarse del mismo pequeño, pero la verdad se diluyó con el paso del tiempo.

El edificio de la escuela ha tenido varios usos: ahí estaba el Hotel de la Plaza, que contaba con un bar, luego llamado Jockey Club desde la década de 1920, hasta más o menos 1977.
También albergó oficinas de un sindicato, despachos de abogados y después se convirtió en la Escuela de Artes Plásticas.

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Las travesuras de “Juanito”

Juanito” es de espíritu travieso, maestros y personal de guardia refieren ver una sombra pequeña corriendo de prisa por el lugar. Una pelota que rebota y canicas arrojadas se escucha de tanto en tanto; puertas que se abren por sí solas y focos que se apagan sin razón alguna, ya no es motivo de sorpresa.

Hace tres semanas el lugar estaba cerrado y Zenaida Cervantes, persona de guardia, recuerda que la puerta de la entrada, de pesada madera, estaba cerrada con las anclas puestas y el cerrojo puesto, y de pronto un fuerte viento la abrió de par en par.

Carlos Recio mostró una fotografía de inicios de siglo pasado del Jockey Club, donde se observan a los cantineros detrás de la barra y parroquianos ocupando algunas mesas. Sobre un mueble de madera, donde termina la barra, se ve una especie de barrica y sobre ésta el cuerpo de un pequeño niño, que algunos historiadores identifican como “Juanito”.

“El niño trae un ropaje de cierta elegancia. Quienes afirman haberlo visto dicen que parece vestido de marinero o como para una Primera Comunión. De alguna manera, se asemeja a la escultura del niño Cuauhtémoc, del panteón”.

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