Mirador Saltillo, el lugar con una historia ignorada
Fue punto de observación de los primeros pobladores y fortín durante la guerra. Hoy, una plaza y una torre encubren el pasado de este sitio. Pero, ¿por qué la historia del Mirador Saltillo no se recuerda tanto como otras?
La principal virtud del Mirador de Saltillo es la vista panorámica que ofrece. Pero no me refiero a la torre de 22 metros de altura con fachada metálica inaugurada hace un año, sino a la vista privilegiada que ofrece de forma natural. Desde aquí, se contempla el valle.
Por eso, esta loma ubicada al oriente del Ojo de Agua en la Zona Centro, fue punto de observación de los primeros pobladores de la ciudad y sirvió como estrategia militar. Además fue rescatado dos veces para ser espacio público.
El pasado del Mirador de Saltillo suele contarse poco porque trae a la memoria invasiones, guerras y pérdidas.
“Nadie quería recordar un espacio que significó esa guerra que México perdió”, explica el historiador Carlos Recio, refiriéndose al enfrentamiento con Estados Unidos, guerra de la que hablaremos más adelante.
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Punto de observación y uso militar
El Mirador acompaña a Saltillo desde sus inicios. Recordemos que la ciudad goza de tres relieves principales: montañas, arroyos y colinas.
Los indios guachichiles, al ser los primeros pobladores de esta zona, aprovecharon la elevación natural del Mirador para usarla como punto de observación y así estar atentos ante posibles invasiones. Esto hace más de 400 años.
Aquí es donde viene la parte que se prefiere pasar por alto. Durante la Guerra de México y Estados Unidos (1846-1848) los soldados estadounidenses tomaron los terrenos del Mirador.
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Entre 120 y 250 militares construyeron la fortificación y colocaron cañones para atacar a la caballería mexicana. Era una edificación de adobe, levantada en menos de tres meses, de noviembre o diciembre de 1846 a inicios de 1847.
Desde entonces y hasta 1977, a este lugar se le conoció como el Fortín de los americanos o Fuerte Webster, ya que el mayor Lucien Webster capitaneó a las tropas de Estados Unidos desde aquí.
Después de aquel conflicto armado, a principios del siglo XX el fortín se encontraba en ruinas. Pero para 1914, durante la Revolución Constitucionalista, el antiguo fortín de los norteamericanos fue retomado por las fuerzas federales que apoyaban al gobierno del presidente Victoriano Huerta.
Luego el lugar quedó en ruinas. Únicamente servía como un sitio de hospedaje para vagabundos.
Primera remodelación
En 1977 todavía se dejaban ver algunos muros del antiguo fortín, pero ese año, durante el gobierno estatal de Óscar Flores Tapia, todo lo que quedaba fue demolido y el 15 de noviembre se inauguró la Plaza México con motivo del 400 aniversario de la ciudad.
Junto con la plaza, se construyó la denominada ruta escénica, que implicaba el tránsito vehicular por los alrededores de la loma. Camino que hasta hoy es circulable.
Desde entonces, el lugar también adoptó oficialmente el nombre de Mirador. Fue en ese mismo año cuando se colocaron las réplicas de los dos cañones usados por los militares norteamericanos.
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El nombre de Plaza México y de la instalación de los dos cañones, fue una suerte por reivindicar al sitio de su amarga historia con Estados Unidos.
Segunda remodelación
Luego de la primera restauración, al Mirador no se le volvió a invertir de forma significativa hasta hace apenas un año. “La Plaza México lucía decaída y en abandono”, describió Carlos Recio.
Su nombre cambió a Parque Mirador Saltillo. El sitio es un lugar con bancas, árboles, una tienda, sala de exposición temporal, observatorio, las letras turísticas con el nombre de la ciudad y unas “Puertas del tiempo”. Estas últimas son una atracción de puertas gigantes con texto que narran la historia de la ciudad. Bueno, hasta hay wifi gratuito.
Y qué decir de la torre con vista de 360 grados y 122 escalones (que no contemplan la inclusión de discapacitados en silla de ruedas o muletas) y que de miércoles a domingo se ilumina con un show de destellos.
Esta torre ha sido detonante de polémica desde que se planeó su construcción, y que activistas, urbanistas e historiadores consideran que rompe con el concepto de paisaje cultural.
Sergio Castillo, activista y promotor de la conservación histórica, dejó claro que no es que se esté en contra de la modernización y sofisticación.
“Sí necesitaba una restauración, pero la recomendación de urbanistas y expertos en conservación es que se haga de acuerdo a las necesidades del espacio y con pleno respeto al mismo”, dijo Castillo.
Apuntó que añadir una torre a una elevación ya natural, entra como una alteración al paisaje cultural, de acuerdo con decretos internacionales emitidos por la Unesco.
En el mismo sentido, el historiador Carlos Recio refirió: “Hay un intento por rememorar con imágenes partes de la historia de Saltillo. Creo que la intención no es mala; la solución no es buena”.
Para el doctor en Ciencias de la Información y la Comunicación lo que se puede celebrar es que se le quitó el nombre de Fuerte Webster. Pero lamenta que ahora este espacio no conecte con la esencia de los saltillenses ni empatice con sus raíces.
*Con información de Carlos Recio, Archivo Municipal de Saltillo.
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