Pagan entrega de monjas saltillenses con destierro y muerte en China

Coahuila
/ 18 marzo 2023

Si bien las Hermanas de la Caridad tuvieron en México protección por un tiempo debido a su origen francés, para la década de 1870 debieron irse del país y con ellas las religiosas de nuestra ciudad

La Compañía de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl se fundó el 29 de noviembre de 1633 por Vicente de Paúl y Luisa de Marillac, con el fin de formar y dedicar al servicio corporal y espiritual de los pobres enfermos.

Las mujeres miembros de esta sociedad son conocidas como hijas de la Caridad, hermanas paúles, vicentinas o vicencianas.

Sus virtudes son: la obediencia, las privaciones, penas y fatigas, aceptar la misión de constituirse sirvientes del pobre y madres del huérfano. La institución establece que la hermana no puede llevar dinero de su familia ni gozar privilegios dentro del grupo, están destinadas a ejercer los sublimes afectos de la caridad.

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Como resultado de un decreto firmado el 9 de octubre de 1843, se establecieron en México en noviembre de 1844, obtuvieron el permiso correspondiente por parte del presidente Antonio López de Santa Anna.

La señora María Ana Gómez de la Cortina y el Dr. Manuel Andrade y Pastor financiaron los gastos de viaje de Madrid a México de 11 Hermanas de nacionalidad española. Tuvieron a su cargo los hospitales del Divino Salvador, San Pablo, San Andrés y San Juan de Dios.

SU LLEGADA A SALTILLO

Desde su llegada el grupo creció de manera rápida, para 1846 diez españolas conducían los trabajos de 100 hermanas mexicanas en varias ciudades. En 1861 se fundó un grupo en la ciudad de Saltillo, en ese mismo año fueron eximidas del cumplimiento de las Leyes de Reforma, ya que se les consideró una sociedad puramente civil.

Sin embargo, en 1874, el instituto fue suprimido por órdenes del presidente Sebastián Lerdo de Tejada, no se reconocieron las órdenes monásticas y tampoco se permitía el establecimiento de sociedades religiosas cuyos individuos vivieran bajo ciertas reglas y mediante promesas o votos temporales o perpetuos y con sujeción a uno o más superiores.

En virtud de haber quedado prohibida la asociación de las Hermanas de la Caridad, a partir de la fecha de publicación de la ley, el gobierno dio un mes de plazo para que abandonaran el país. Se les dio a elegir, renunciar o aceptar el destierro, solo las muy grandes y enfermas renunciaron, la mayoría mantuvo los votos que habían hecho al ingresar a la asociación.

A pesar de protestas y peticiones de ciudadanos para frenar la medida, el gobierno fue inflexible, en varias ciudades el éxodo se realizó durante la madrugada. En menos de 30 días las Hermanas de la Caridad abandonaron México, donde treinta años antes habían sido recibidas con entusiasmo y a brazos abiertos por la noble labor que realizaban.

En enero de 1875, ciento sesenta y dos religiosas fueron las últimas en salir de Veracruz con rumbo a Francia. Una multitud presenció la triste partida, al momento de zarpar, las Hermanas se arrodillaron sobre la cubierta del barco y entonaron en coro un himno de alabanza a María, saludándola como “Estrella de los Mares”.

MONJAS SALTILLENSES QUE DEBIERON EMIGRAR

En aquel grupo de expulsadas se encontraban varias mujeres de Saltillo, entre ellas la Hermana Sor María del Carmen Galindo Dávila.

En una carta de Sor Linarie fechada en París el 18 de abril de 1875, describe cómo fueron distribuidas las hermanas llegadas de México.

“Veinte hermanas se fueron a Nápoles, cuatro a Roma, otras más a Argelia y a Constantinopla, (hoy Estambul) todavía estamos cuarenta en la Casa Madre y ahora, acaban de llegar veinticinco hermanas con el señor Frías, son las de Monterrey y Saltillo”. El 12 de abril de 1875, Sor Carmen Galindo y Sor Úrsula, partieron junto a otras siete Hermanas francesas con destino a China”.

Al llegar a Shanghái, el 22 de mayo de 1875, Sor Carmen Galindo, escribió una conmovedora carta a su padre. “Mi muy amado papá. Me apresuro a poner a vosotros estas líneas, asegurándole que estoy buena y muy contenta en estas tierras, aunque mi corazón sufre algunas veces al considerar que os he dejado tan lejos: pero al ingresar a la comunidad hice el sacrificio de dejaros para siempre, así es que solo me consuela el pensamiento de que en el cielo nos veremos.

“Querido papá, supongo que habrá recibido mi primera carta de viaje, en la que le decía el día que nos embarcamos, ahora tendrá usted mucho gusto en recibir otra que consolará su corazón viendo la protección de Nuestro Señor nos dispensa, pues hemos tenido un viaje feliz nada nos ha sucedido, el ilustrísimo señor de Laplace, obispo de Andrinópolis, (Hoy Edirne, ciudad de la Turquía) se ha manifestado un verdadero padre con nosotras pobres desterradaS.

Me encargó decir a usted, a mi querida mamá y hermanos que les mandaba su bendición, de lo que yo tengo mucho gusto, y creo que pedirán por este digno Señor. Ayer llegamos sin novedades, pero todavía no llegamos a nuestro destino, nos falta diez días para llegar el Imperio Chino, más tarde os escribiré dándole detalles, sobre todo cuanto la Divina Providencia disponga de su útil instrumento”. Sor Carmen Galindo.

EL ARRIBO A UN PAÍS VIOLENTO

Las Hermanas de la Caridad habían llegado a la convulsa China en 1848. En junio de 1870, diez hermanas fueron asesinadas por un grupo de “revolucionarios” que las victimó con sables y hachas, otras fueron quemadas.

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En 1878 otras 12 Hermanas de la Caridad fueron asesinadas en China, entre ellas ocho mexicanas. Los angustiados familiares de Sor Carmen Galindo vivieron en mares de angustia y desesperación por la falta de noticias, las cuales tardaron meses en llegar, Sor Carmen no se encontraba en la lista de las hermanas muertas.

HEROÍNA CRISTIANA IEN-TSE-TANG

Una nota de El Coahuilense, periódico oficial del Gobierno de Coahuila de marzo de 1882 apareció una fatal noticia. “En el cielo habrá encontrado la recompensa, murió en Pekín a donde la hizo emigrar una ley bárbara, tenemos que registrar el fallecimiento de otra hija de México, Hermana de la Caridad, la señorita doña María del Carmen Galindo Davila”.

La nota no da explicación de cómo muere, solo transcribe el acta de defunción remitida de China a Francia por el ministro francés de relaciones al de México y por este al gobierno de Saltillo.

“Legación de la República Francesa en China, acta de defunción de la hermana María del Carmen Galindo, murió el 26 de febrero de 1882 a las cinco de la tarde, María del Carmen Galindo nació en Saltillo, México el 20 de septiembre de 1847,

Hija de la Caridad en religión hermana Eugenia, que vivía en Pekín en la casa de la Inmaculada Concepción, conocida bajo el nombre de Ien-tse-tang, hija legítima de Francisco Galindo y doña Refugio Dávila, dicho acto registrado según la visita del certificado por el Dr. Bretschneider, médico por intermedio de la delegación de la República Francesa en China.

MOTIVO DE LAS MATANZAS

Las obras de la Congregación de las Hijas de la Caridad en orfanatos y hospitales en China adquirieron prosperidad, situación que despertó la hostilidad, en especial en los mandarines, quienes deseaban suprimir el catolicismo.

Argumentaban desde hacía tiempo que las Hermanas de la Caridad sacaban los ojos a los moribundos y a niños para hacer pócimas con ellos. El trasfondo era otro, la congregación era francesa, permeaba en la población china un sentimiento antifrancés. En 1884 estalló el conflicto armado entre Francia y China.

Hace más de 140 años de aquellos lamentables sucesos, hoy se recuerda a una heroína nacida en Saltillo, quien seguramente fue martirizada como muchas otras mexicanas en tierras lejanas. saltillo1900@gmail.com

Relatos y Retratos del Saltillo antiguo aparece el segundo y tercer domingo de cada mes.

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