‘Batallamos para subsistir’: ladrilleros de Saltillo, entre la carencia y la contaminación del aire

‘Batallamos para subsistir’: ladrilleros de Saltillo, entre la carencia y la contaminación del aire

Mientras autoridades ponen la lupa en la producción de ladrillos como un problema ambiental, los productores buscan ganar lo suficiente para mantener a sus familias

Saltillo
/ 14 diciembre 2025
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Fotos: Homero Sánchez y Omar Saucedo

El oficio de la fabricación artesanal de ladrillos de barro en Saltillo se mantiene como un proceso que permite el ingreso de las familias que lo practican, aunque también significa un foco de contaminación del aire, principalmente por la quema de llantas.

A principios de diciembre, la secretaria de Medio Ambiente de Coahuila (SMA), Susana Estens de la Garza, reconoció que la regulación de estos negocios representa un reto.

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“Lo que nos queda como evidente es cuando se tienen estas quemas para la fabricación de ladrillos, que también es algo que lo podemos considerar como histórico y que de alguna manera lo vamos a tener que solucionar desde el punto de vista no solamente ambiental, sino también social. No podemos llegar y arrasar con los hornos ladrilleros, pero sí podemos pensar en mejores técnicas y podemos pensar en, a lo mejor, emigrar a otro tipo de actividad”, expuso el pasado jueves 4 de diciembre.

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De manera satelital, la SMA detectó los sectores de ladrilleras al norte de Saltillo como uno de los focos rojos de contaminación del aire.

“Salgo raspando con las rayas. Hay veces que meto mi sueldo para completar. Muchas de las veces se ve que está fácil, pero no, batalla uno aquí para subsistir”, dijo el encargado de una de las ladrilleras cercanas al bulevar Nazario Ortiz Garza, que prefirió mantenerse en el anonimato

AGACHADOS BAJO EL SOL

La fabricación del ladrillo comienza con la mezcla de la tierra con agua en una especie de licuadora, combinación que se criba para obtener arena.

Posteriormente se pasa a pilas que están en el piso forradas con los propios ladrillos ya terminados. Ahí se deja de cuatro a cinco días hasta que el agua se separa del lodo.

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Es este lodo el que se transporta en carretillas y se va colocando en hileras con moldes de madera que se van rellenando a mano, bajo el sol y agachados.

Ahí se dejan secar por uno o dos días para después pasarlos al horno, que se alimenta principalmente con pallets de madera y en menor medida, de acuerdo con productores de ladrillo, con llantas.

El lodo empapa y se impregna en las botas, las manos, la ropa y las gorras de los trabajadores, quienes reconocen hacer una labor desgastante a la que ya están acostumbrados.

“Está uno acostumbrado. Es como la obra, aquí trabajo pues diferente, pero como quiera unos están acostumbrados a la obra y uno a la ladrillera y aquí pues siempre está uno agachado”, comentó otro de los ladrilleros.

“Cada persona hace unos 250, 300 ladrillos diarios. Andan como unos cinco o seis jalando y apenas completamos en la semana”, expuso el encargado, quien aseguró que cada ladrillo se vende aproximadamente en seis pesos.

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Trabajando toda la semana, los ladrilleros obtienen entre 2 mil 500 y 3 mil pesos, dependiendo de cuántos ladrillos se vendan.

También comentó que este año se han acercado autoridades para impedir que trabajen, principalmente por la quema de llantas en los hornos. El ciento de llantas viejas, aseguró, lo compran en 600 ó 700 pesos, aunque lo evitan para no llamar la atención.

QUEMA DE LLANTAS, A PARTIR DE LAS 6

Del lado contrario del bulevar Nazario, Jesús Nájera, quien aprendió el oficio desde hace 17 años cuando aún era un niño, también maneja una ladrillera en la que le ayudan su padre, un primo y sus dos hijos pequeños cuando no van a la escuela.

Aseguró que los días de frío y de lluvia son sumamente perjudiciales para el negocio, pues no permiten el asentamiento del lodo ni su secado antes de pasar al horno, lo que retrasa la producción.

A principios de diciembre, el sol sale en Saltillo pero el clima es raro: en la sombra se siente frío, el termómetro no sube de los 20 grados centígrados y se tarda en secar el ladrillo.

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Nájera comentó que, tras la clausura que tuvieron este año, los ladrilleros decidieron acercarse a la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA), quienes “les arreglaron un permiso” para poder quemar llantas en los hornos solo a partir de las seis de la tarde.

“Tuvimos un problema hace tiempo, hace como un mes, dos meses de que nos andaban clausurando aquí las ladrilleras, que porque no teníamos permiso para trabajar y que no sé qué. Total nos unimos y nos fuimos con los de la UNTA y nos arreglaron un permiso en el que nosotros si le prendemos a las 6 de la mañana tenemos que echarle madera hasta las 6 de la tarde. A partir de las 6 de la tarde ya le podemos echar llanta y empieza. Ese fue el acuerdo que se hizo con ellos”, comentó.

Explicó que la quema de llantas acelera el proceso de horneado de los ladrillos, aunque reconoció que es un problema de contaminación para las colonias cercanas.

Jesús expuso que, en una buena semana, su familia puede ganar hasta 5 mil pesos con el ladrillo que vende a un intermediario que lo transporta a Estados Unidos, aunque desconoce en cuánto lo vende pasando la frontera.

“He andado en fábricas porque en veces se ha puesto aquí feo, que la lluvia, que el frío, en veces así, pero no, pues tiene uno que volver acá porque no, no se ajusta uno las fábricas.

“A lo mejor todo se completa como eran las navidades que les dan aguinaldo y todo ese jale, pero pues todo el año estás con tus 2 mil pesos, máximo 3 mil y tienes que andar bien matado”, dice.

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Nájera insiste a su hijo Javi que no deje la escuela, que se ponga a estudiar para que no termine trabajando también ahí, aunque a Javier le gusta más andar en la ladrillera que en el salón de clases.

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Comunicólogo por la Universidad Autónoma de Nuevo León, docente de bachillerato, redactor, intento de fotógrafo, portero y aficionado al futbol, así sin tilde.

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