El tesoro escondido en las fotografías antiguas de Saltillo
VANGUARDIA y Relatos y Retratos del Saltillo Antiguo convirtieron recuerdos privados en un acervo público que rescata la memoria local
Por un instante, el papel amarillento y frágil deja de ser materia para convertirse en una máquina del tiempo. Nos transporta a un Saltillo de carruajes y vestidos largos, a calles donde la vida cotidiana latía en sepia y blanco y negro.
Esas imágenes, que estuvieron en un cajón o en el fondo del ropero de la abuela, escondidas en un álbum familiar que raramente se abría, no son simples recuerdos: son fragmentos de memoria, huellas tangibles de la existencia de quienes nos precedieron.
TE PUEDE INTERESAR: Viajemos al Saltillo de hace 77 años con Marycel, la revista que guardó el alma de la ciudad
La ensayista Susan Sontag escribió que “fotografiar es conferir importancia”. Cada imagen antigua revela qué consideraron digno de conservar quienes vivieron antes que nosotros. Durante décadas, la fotografía fue vista como una curiosidad técnica o una expresión artística menor. Hoy sabemos que es una fuente documental esencial, tan valiosa como un archivo o una crónica, porque nos permite ver el pasado con los ojos de quienes lo habitaron.
UN CONCURSO PARA RECORDAR
Esa convicción fue el motor del Primer Concurso de Fotografía Antigua de Saltillo, una iniciativa que trascendió la competencia para convertirse en un proyecto de rescate cultural y patrimonial.
Impulsado por VANGUARDIA, en el marco de su 50 aniversario, y con la colaboración del proyecto de divulgación histórica Relatos y Retratos del Saltillo Antiguo, dirigido por el que escribe, el certamen invitó a la comunidad a abrir sus archivos familiares y compartirlos con la ciudad.
El resultado fue conmovedor: más de 460 fotografías reunidas, datadas desde mediados del siglo XIX hasta 1975, año de la fundación de esta casa editorial. Detrás de cada imagen había una historia esperando ser contada: un rostro, una calle, una escena doméstica. Lo que comenzó como un acopio de recuerdos privados se transformó en un acervo público invaluable, espejo del devenir de Saltillo y su gente.
LAS HISTORIAS QUE REVELAN LAS FOTOGRAFÍAS
El concurso se organizó en tres categorías temáticas, cada una mostrando una faceta distinta de la historia local.
La primera categoría, “Arquitectura y Paisaje Urbano”, ofrece un testimonio de la transformación de la ciudad, de sus calles, barrios y edificios emblemáticos.
La segunda, “Vida cotidiana y Tradiciones”, captura la esencia viva de una comunidad, con sus oficios, celebraciones y costumbres familiares.
TE PUEDE INTERESAR: El boceto perdido de Saltillo que resurge 170 años después
Finalmente, la categoría de “Retratos” presenta el rostro humano del pasado, desde figuras destacadas hasta ciudadanos anónimos que dieron forma a la historia local.
Cada fotografía es una pieza del rompecabezas colectivo de Saltillo, una mirada íntima que nos permite comprender cómo era la vida y qué valores guiaban a sus habitantes.
DE TESORO FAMILIAR A PATRIMONIO DE TODOS
El mayor logro de este proyecto fue transformar la memoria privada en patrimonio público. La exposición resultante, titulada “Una Ventana al Pasado de Saltillo”, reunió las mejores imágenes en el Centro Cultural Teatro García Carrillo, en colaboración con el Instituto Municipal de Cultura de Saltillo.
La museografía, montada sobre mamparas de madera aparente y acompañada por cámaras antiguas del Acervo de la Dirección de Museos e Historia, ofrece una experiencia sensorial: un viaje visual y olfativo al pasado.
EL VALOR DE SABER DE DÓNDE VENIMOS
Preservar una fotografía antigua es mucho más que conservar un objeto: es mantener viva una historia. En un mundo saturado de imágenes digitales, donde la manipulación es cada vez más sofisticada, las fotografías auténticas cobran un valor especial.
Desde los montajes propagandísticos del siglo XX, especialmente en el bloque soviético, donde los regímenes borraban rostros y reescribían la historia, hasta las imágenes creadas por inteligencia artificial; la verdad visual ha estado siempre en riesgo. Lo que antaño se retocaba en el laboratorio, hoy se altera con un clic. La advertencia de la escritora Susan Sontag cobra nueva fuerza: “una fotografía nunca es la realidad misma, sino su interpretación”.
Por eso, preservar las fotografías auténticas se ha vuelto un acto de defensa de la memoria. En ellas no solo está la imagen de un tiempo perdido, sino la prueba de lo que realmente existió. Las fotografías auténticas nos devuelven la certeza de lo real, la autenticidad del tiempo vivido. Cada imagen recuperada, cada historia compartida, fortalece el sentido de pertenencia y nos ayuda a entender de dónde venimos y hacia dónde vamos.
TE PUEDE INTERESAR: Carlos Pereyra, el saltillense que conquistó la historia desde el exilio
Esta reflexión sobre las fotografías nos lleva a una verdad más amplia: los documentos son el alma de la historia. Sin ellos, el pasado se disolvería en el terreno incierto de la memoria, el mito o la leyenda urbana. Cada acta, carta, testamento, decreto o diario personal es un testigo silencioso que nos habla de cómo pensaban, sentían y actuaban las personas de otras épocas.
Desde los documentos oficiales hasta los más íntimos, cartas, diarios, fotografías o recibos, todos cumplen una función esencial: preservar la huella de la vida humana. A través de ellos podemos reconstruir los grandes procesos históricos, pero también los pequeños gestos cotidianos que dan la trama a cada época.
En resumen, los documentos son la materia prima de la memoria colectiva. Nos permiten comprender quiénes fuimos, de dónde venimos y por qué somos como somos. Conservarlos, estudiarlos y difundirlos es un acto de responsabilidad histórica y cultural: una forma de asegurar que el pasado siga comprendiendo el presente.
La próxima vez que encuentre con una caja de fotografías antiguas, mírelas con otros ojos: no son retratos de desconocidos en escenas olvidadas, sino fragmentos de identidad, piezas de nuestra historia común. Preservarlas es, en el fondo, preservarnos a nosotros mismos.
La muestra de las fotografías las puede admirar en la sala de exposiciones del Centro Cultural Teatro García Carrillo, hasta el próximo mes de enero 2026. No se la pierda.
saltillo1900@gmail.com
COMENTARIOS