Margarita de la Cruz, la estilista que conquistó a las primeras damas de Coahuila
A los 20 años abrió un pequeño salón en su casa. Hoy, a los 100 años, recuerda cómo su talento la llevó a peinar a esposas de gobernadores y mujeres influyentes de la época
Las grandes historias comienzan con pequeños detalles, a veces, sin la conciencia del éxito que les espera. Así nació el Salón de Belleza Margarita, en el cuarto de una casa del centro ubicada en la calle Xicoténcatl, con un espejo y tres flores.
“Me gustaba mucho peinar y mi abuelita María (con quien vivía) tenía una mesita muy bonita, antigua, y yo le puse un espejo redondo, corrientillo”, dice entre risas “y como yo era media artista, entonces al espejo le puse un adorno de papel crepé lila con amarillo y quedó muy bonito, según yo”, cuenta Margarita de la Cruz.
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Por el Salón de Belleza Margarita pasaron miles de clientas, entre ellas primeras damas de Coahuila.
Ese salón marcó la vida de doña Margarita de la Cruz Cárdenas, que hoy es una de las 144 mujeres que sobrepasan los 100 años de edad en Coahuila. Ella tiene 100 años y siete meses.
En un jardín lleno de árboles frutales, donde predomina el verde y el color de la madera, la presencia de doña Margarita emerge vestida con un conjunto en diferentes tonalidades que van del beige al gris claro y con una buena memoria. Así nos recibió la mañana de un sábado de agosto para repasar las memorias lejanas.
¿Cómo está?, le pregunto mientras la saludo de mano. A lo que me responde con un sutil apretón, unos ojos vivaces, y una voz cálida. “¿Cómo me veo?, dice, segura de que la respuesta será positiva. Porque la edad le ha dado esa seguridad, porque toda ella desde su outfit, hasta su postura, su cabello, sus ojos, irradian serenidad y bienestar.
“Yo la veo entera”, le respondo, y ella sonríe, no como quien recibe una cumplido, sino como quien recibe la verdad.
Una vez sentadas, iniciamos el viaje a las memorias de una joven Margarita, que poco después de cumplir los 20 años emprendió un negocio en la década de los 40s que marcó no sólo la memoria de su familia, sino de los saltillenses, ya fuera porque eran clientes o porque solían ver el icónico salón de ventanales y letras grandes que nació en el centro de la ciudad.
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Doña Margarita recuerda que desde pequeña se distinguió por su gran curiosidad. De niña solía subirse a una caja de refrescos para poder moverle a las ollas donde se cocinaba.
La adolescencia la dedicó a su formación profesional. Estudió Comercio en el Colegio Roberts y esto le dio las bases para emprender, una vez que conjugó lo aprendido con su pasatiempo, se dio como resultado el famoso salón.
Por las manos de Doña Margarita pasaron familiares y amigas. Luego, la fama le precedió. La perfección de sus peinados como cola de pato o los bucles y cortes de cabello traspasaron su círculo cercano y atrajo a clientas de todo Saltillo y alrededores.
“Había una señora, rica, que venía de un rancho y cuando llegaba a Saltillo llegaba conmigo y yo la invitaba a comer y hasta se quedaba a bañar. Yo conviví con mucha gente buena”, os cuenta.
Pasaron los años y el amor llegó con el señor Dionisio Cortés Flores. “Lo vi y dije a ese güerito no lo dejó ir”, dice con una sonrisa, al recordar al hombre con el que formó una familia con cuatro hijos: Bertha, Luis Humberto, Rosalba y Dionisio.
Una vez casada continuó con el salón de belleza en el número 653 de la calle de Múzquiz En ese momento ya gozaba de gran prestigio.
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“”Una vez viajé a Piedras Negras porque era un aniversario y la señora María (López Sánchez, primera Dama de Coahuila) me invitó... Me tocó peinar varías gobernadoras y eran muy buenas gentes. Luego me invitaban a comer. Ponían unas mesas largas. Eran políticos, todos. Le pedía permiso a mi mamá y me dejaba ir”.
El Salón Margarita tuvo una amplia lista de clientas, como las esposas de gobernadores. María López Sánchez, esposa del gobernador Raúl López Sánchez, a quien acompaña en tren a las giras que realizaban en Coahuila; Agripina Cepeda, esposa de Román Cepeda; Elsa Hernández de De Las Fuentes, esposa de José de las Fuentes Rodríguez y Margarita Talamás de González, esposa de Eulalio Gutiérrez.
Así como Lupita Ortiz Garza, hermana del gobernador Nazario Ortiz Garza, además de cientos de alumnas, ya que fue maestra en la escuela femenil.
¿Qué le gustaba más?, ¿Los peinados los tintes o las bases?, le pregunto.
“De todo”, responde y recuerda que era la plática que se desarrollaba lo que les gustaba a sus clientas y a ella.
El local de la calle de Muzquiz poniente 653 era más que un negocio, era de donde las reinas del Casino de Saltillo y de bailes rancheros de la Sociedad Manuel Acuña, salían con bucles o crepé. Fue un espacio para dialogar, arreglarse, consentirse y disfrutar de una amena plática. Un lindo día. Por ello, sospecho que lo que más les gustaba era el cálido ambiente.
El Salón Margarita era un negocio que se encontraba en la casa de Doña Margarita, por lo que nunca se sintió apartada de su familia.
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En muchas de sus remodelaciones, el salón contó con dos grandes ventanales que abarcaban casi la totalidad de la fachada, excepto por la puerta de entrada.
Su hija Bertha recuerda que ella y sus primas entraban y salían. Curiosas de los procedimientos que se realizaban y cómo su madre lograba convertir un cabello de lacio a rizado.
“Ella nos ponía a ayudarle. Les quitamos los tubos que se ponen en el cabello (a las clientas)”, relata.
“Mi mamá siempre ha sido de un carácter muy fácil (ameno)”, comenta Bertha Cortés. “Había una amiga que venía de Monterrey. Allá había muchas estéticas pero ella quería que mi mamá le cortara el cabello”, comenta.
Los hijos de doña Margarita cuentan que don Dionisio era la figura paterna, pero la vida giraba alrededor de las tomas de decisiones de ella. Mujer emprendedora, adelantada en su época.
Antes de que las mujeres pudieran votar, gracias al apoyo de su familia ella ya tenía uno de los negocios más prósperos de la ciudad donde el peinado costaba cinco pesos.
El pasado mes de enero cumplió 100 años. Para esquivar el frío la festejaron en verano. Sus hijos, nietos, bisnietos, amigos y gente que la aprecia se reunieron en Arteaga para festejar la vida, el legado y el amor de una mujer que es recordada en vida por su carácter alegre, optimista y emprendedor.