Saltillo: Festivales y posadas en escuelas adelantan la cuesta de enero
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Este fuerte gasto puede llegar a representar hasta tres días de ingresos en el hogar; expertos piden que planteles definan exigencias en gastos recreativos
Aunque las familias saltillenses llegan a diciembre con presupuesto ajustado tras los gastos de útiles escolares y uniformes en agosto, así como las celebraciones en meses posteriores, cerrarán el semestre con desembolsos para festivales y posadas escolares que muchos padres asumen para que sus hijos no se queden fuera de las actividades ni se sientan relegados.
Padres saltillenses entrevistados señalaron que, en escuelas públicas, este mes deberán pagar entre 150 y mil pesos por alumno para cubrir vestuarios, cooperaciones y posadas.
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Todo ello en una ciudad donde, de acuerdo con DataMéxico de la Secretaría de Economía, el salario promedio mensual es de 9 mil 470 pesos; es decir, una familia podría destinar hasta tres días completos de ingresos únicamente para solventar los gastos escolares decembrinos. Sumado a ello, se han registrado paros técnicos en diversas industrias que sostienen a miles de familias, originados por presiones económicas internacionales, entre ellas los aranceles impuestos por Estados Unidos.
La Secretaría de Educación del estado señaló que estas celebraciones son organizadas directamente por las comunidades escolares. En las escuelas públicas, los costos de vestuarios, posadas y otros elementos se definen mediante acuerdos entre los planteles y los padres, quienes deciden si sus hijos participan. Sin embargo, existe una minoría cuya situación económica no se analiza en estas decisiones, y que enfrenta dificultades para cubrir los costos y garantizar la participación de sus hijos.
En cuanto al impacto económico, el experto financiero Marcelo Lara Saucedo consideró que estos pagos por festividades representan un esfuerzo adicional en un semestre que ya de por sí resulta el más pesado para las familias, incluso más que en la cuesta de enero.
“Es una cuesta, digamos, que tiene que ver mucho las familias a diferencia de la cuesta de enero que son factores económicos externos”, explicó.
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En ese sentido, consideró que es necesario que las instituciones educativas tomen en cuenta el aumento de precios en los insumos que utilizan durante el ciclo escolar y el impacto que esto genera en los hogares.
El especialista consideró que eliminar estas actividades no es viable, pues forman parte del desarrollo social de los estudiantes, pero advierte que las escuelas deben dimensionar el contexto económico de las familias y conocer el nivel de ingreso promedio de los padres para no imponer cargas que rebasen sus posibilidades.
Por su parte, José María González, académico de la Universidad Autónoma de Coahuila, coincidió en que las escuelas deben considerar el contexto económico de sus comunidades. Señaló que existe una política de austeridad y que, a partir de la verificación del nivel de ingreso de las familias, los planteles tendrían que definir las exigencias de gasto en actividades recreativas, culturales o educativas.
Señaló que aunque esta situación se da cada año, este año se suma la incertidumbre generada por los aranceles impuestos por Estados Unidos, por lo que al no ser un gasto obligatorio, el economista señaló que en los hogares deben priorizar los gastos necesarios de los secundarios.
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LA AFECTACIÓN PSICOLÓGICA
La psicóloga y terapeuta familiar Berenice de la Peña señaló que habría una falta de empatía por parte de algunas comunidades escolares, donde los acuerdos se toman en votaciones que no consideran a las familias con dificultades económicas. Cuando las actividades escolares no consideran estas diferencias, explicó que los niños pueden sentir exclusión, envidia o minusvalía, lo que impacta en su desarrollo emocional y social.
“Es un tiempo en donde necesitamos detenernos para crear espacios en donde todas las personas puedan tener participación. Y si alguien falta de algo, compartir lo que se tiene. Más allá de una imposición o más allá de acuerdos que ya se hicieron a inicio de ciclo o se avisó con tiempo, poder detenernos a revisar el caso de cada niña o cada niño para que esos acuerdos que hacemos como adultos no les permeen en su infancia y no repercutan emocionalmente o socialmente en su desarrollo”, mencionó.
Además, señaló que la presión social y la mercadotecnia suelen reforzar la idea de que la Navidad depende de lo material, cuando en realidad es una oportunidad para vivir valores como la comprensión, la solidaridad y la esperanza. Ante ello, considero que se pueden aprovechar materiales reciclables para manualidades y adornos, estimulando la creatividad, la motricidad y las habilidades sociales de los niños, al mismo tiempo que se fomenta la cooperación y la integración dentro del grupo escolar.
Por su parte, la psicóloga y terapeuta familiar Ana Rodríguez señaló que muchas escuelas ya muestran apertura para permitir alternativas cuando los recursos económicos son limitados, como usar materiales que los propios alumnos tengan en casa.
En ese sentido, consideró fundamental crear entornos accesibles e inclusivos, respetando los ritmos y particularidades de cada niño y familia, incluyendo casos de neurodivergencias o situaciones económicas difíciles. Señaló que los diagnósticos realizados al inicio del ciclo escolar pueden ayudar a los planteles a identificar necesidades y tomar decisiones más equitativas, garantizando que todos los alumnos puedan participar y desarrollarse plenamente en estas actividades.