Las compras antes de Navidad, como la primera vez

Opinión
/ 8 diciembre 2025

Le han traído champurrado en una nevera redonda y lo ofrece: ‘¿Quién va a querer?’. Se han quedado departiendo y compartiendo

Es una tarde templada que permite aún salir a las calles sin ocuparse por las ráfagas de viento helado. Se ve venir la noche. Una tenue iluminación de la luna cubre el mercadito navideño que, temprano en diciembre, trae poco movimiento de gente.

Lo paradójico es la gran cantidad de carros que entran al estacionamiento, donde la pluma es levantada mecánicamente por una mujer, la misma que entrega el boleto de entrada y lo recoge a la salida. Ocurre que, al tratarse de un centro comunitario, la mayor parte de sus ocupantes se dirige a él, siendo un reducido número de personas las que contemplan y compran artículos navideños.

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Hace años fue decisión del ayuntamiento de Saltillo trasladar las ventas navideñas del habitual punto en la plaza San Francisco. Ahí era una buena tradición, el espacio era agradable para visitar, realizando el recorrido mientras se apreciaban las decoraciones. Ni la plaza se mejoró ni se cuidó: hoy se agrega al conjunto de plazas del Centro Histórico en total descuido, como si mantener sus fuentes y alrededores en pésimo estado se tratara de un signo de orgullo e identidad.

En el estacionamiento del recreativo, lo que sí se conserva es la jovialidad y alegría de los vendedores. La conversación con ellos arranca con el consabido “Pregunte, sin compromiso”, y enseguida se producen las charlas.

–¿Tienen de figuras de barro?

–No, sólo de plástico y yeso. De barro únicamente tenemos estas de por acá.

Muestra varias figuras de cordero y, al tiempo, explica la dificultad que representa, hoy en día, tener de barro: “Es debido a que ocupan del horno, y ya es muy difícil que se disponga de uno. Ya mejor los artesanos prefieren hacerlo con yeso, y mire, sí quedan muy bien hechas, las trabajan muy bien”, comparte.

La conversación fluye. Hay aún tan poco movimiento, que hay tiempo entonces para ella. Una vez elegidas las figuras del primer comprador, el hombre, unos treinta y tantos años, las entrega a su esposa, quien con rápidos movimientos las envuelve en papel periódico.

“Todos estos los hace un matrimonio”, cuenta, orgulloso, mientras muestra decenas y decenas de figuras que constituyen el Nacimiento, Reyes Magos, pastores, corderos, patos, sapos, estos últimos del tamaño de un dedo meñique.

El hombre mueve a la imaginación a sus oyentes. El matrimonio, con meses de anticipación, haciendo los moldes en yeso y sacándolos uno a uno. Después, uno a uno, siendo colocados con mucho cuidado, ahora, sobre los tablones que se convierten en el mostrador para ofrecerlos en esta temporada.

Va ya la mujer, quizá unos años menor que el esposo, envolviendo cada pieza adquirida, cuando los paseantes agradecen la compra. “Esperen, esperen”, dice el hombre riendo, “se están yendo sin las figuras. Ah, ja, ja, esta es una anécdota que podrán contar en Navidad”, continúa, festejado ya por todos alrededor.

Le han traído champurrado en una nevera redonda y lo ofrece: “¿Quién va a querer?”. Se han quedado departiendo y compartiendo. La luna se ha escondido entre las nubes. Un velo cobrizo cubre sus contornos.

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Otro vendedor confirma las dificultades de esta época para trabajar con ciertos materiales. Ahora se trata de las esferas multicolor que señala con el índice, y de ellas explica que ofertan de plástico porque “en el camino para acá se quiebran muchas”. Detrás de él, se aprecian unas de hermosa estampa: azules, pequeñas, cruzadas por líneas blancas, se sostienen en una estructura que parece de barro. “Estas son de Chignahuapan, Puebla, se trajeron con mucho cuidado”.

“Ahí es donde se hacen las esferas”, tercia una cliente. “Es un lugar muy bonito”. “Sí”, continúa él, “ahí es donde se hacen de vidrio soplado. Son muy especiales”.

El aroma del champurrado y de los churros potencia la atmósfera de la temporada. Locales que ofertan las figuras de Navidad, dulces de leche, cacerolas, arreglos, esferas, musgo, heno, ambientado en la música que será la de todos los años, pero que, en esta visita de estreno, suena aún como la primera vez.

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