Si los teléfonos de la Plaza de Armas en Saltillo hablaran; ¡todo lo que dirían!
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SALTILLO, COAH.- Si los teléfonos públicos de Plaza de Armas revelaran lo que sus bocinas escucharon, contarían historias de amor, novedades, chismes, tragedias y buenas noticias de las decenas de llamadas que los saltillenses hicieron durante su tiempo de vida.
Eran filas de hasta seis personas las que se hacían detrás de cada uno de los 12 teléfonos que hoy se avejentan bajo los emblemáticos arcos de la Plaza de Armas, recuerdan adultos mayores que arriban a fumar sobre el pasillo de adoquín cada mañana.
“Era muy común ver personas esperando utilizar un teléfono público, para muchos era la única forma de comunicarse, había quienes hasta se traían un banquito para sentarse a platicar, la fila era como la de una tortillería a la hora de la comida”, expresó Raúl Briones, quien desde hace más de 10 años arriba a fumar con sus amigos en la esquina de la Plaza.
Fue en julio de 1994, de acuerdo a su placa de serie, cuando se instalaron como parte de una renovación a las cabinas de teléfonos públicos con alcancía y teclado de marcación, pues requerían de una tarjeta para funcionar.
Los teléfonos con pantalla digital y uso de tarjetas ladatel para hacer llamadas locales y a larga distancia se convirtieron en los más populares de la ciudad hasta quedar en las sombras donde ahora permanecen.
“Comprabas una tarjeta de 30 o 50 pesos, casi todas de 30 pesos y con esa alcanzabas a hacer unas diez llamadas, guardabas tu tarjeta y la usabas cuantas veces podías, al principio no se cobraba por el tiempo pero luego era más dinero el que se consumía y la misma pantalla te decía cuánto te quedaba”, expresaron los adultos mayores.
Además, recuerdan, tiempo después de haberse iniciado la venta de tarjetas telefónicas, éstas tenían imágenes impresas para difundir las artes y la cultura de México, no publicidad, lo cual las convertía en coleccionables.
Se oían frases como “Bendito sea el señor” o “Gracias a Dios” cuando se escuchaban las buenas nuevas, comentaron los sexagenarios, pero no faltaba la ‘rayada de madre’ al mismo teléfono al cortar la llamada, recuerdan.
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Cada teléfono cuenta con una señalética que indican los tres pasos a seguir para usarlos, una viñeta donde se descuelga el teléfono, otra donde se inserta la tarjeta y por último una que indica marcar el número de teléfono.
Su pequeña pantalla, ahora mucho más opaca, indica que el costo para una llamada en territorio mexicano tiene un costo de 3 pesos y que la marcación al 911 es gratuita, aunque la mayoría de los teléfonos se encuentran vandalizados y ya ninguno funciona ni siquiera para parar el número de emergencia.
El dispositivo móvil y el surgimiento de las redes sociales fueron “matando” poco a poco a estos servicios públicos que siempre fueron de mucha utilidad, aseguraron sus antiguos usuarios, pues con tan solo unas monedas o recargando crédito a una tarjeta, podías comunicarte desde cualquier teléfono en la calle, “más si no querías que identificaran el teléfono”, dijeron.
“Aquí se veía gente llorando, sonriendo, gritando, incluso enojándose y golpeando el teléfono al colgar, jovencitas con los ojos enamorados mandando besos y personas quejándose de lo tardadas que se volvían algunas llamadas”, recordaron comerciantes con más de 20 años alrededor de esos teléfonos.
Los cuales, consideran, ya forman parte de la fachada de la Plaza y un sello de su antigüedad, aunque hoy son inservibles y obsoletos tal como las tarjetas ladatel que actualmente se ofertan en Internet como una reliquia de colección, pese a que algún día representaron la innovación de la telefonía.
En un recorrido por las calles del primer cuadro de la ciudad, VANGUARDIA verificó que sólo unas cuantas casetas telefónicas siguen en funcionamiento, sin embargo, la gran mayoría ya ni siquiera están conectados a la línea telefónica, dan el tono de llamada y otros, aunque la pantalla se encuentre encendida, no enlazan al marcar un número telefónico.
De acuerdo a fuentes internas de la empresa de Telmex en Saltillo, en enero de este año se inició con una estrategia de retiro de casetas en algunos estados del sur del país, que de forma inminente llegará a Coahuila, aunque se desconoce cuándo.
Mientras tanto, han pasado 28 años desde que fueron instalados y aunque cada día envejecen sin ser usados ni conocidos por las nuevas generaciones, guardan gratos recuerdos para los saltillenses de mayor edad.