Un año después de la explosión, joven de Saltillo narra su lucha por sobrevivir
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A más de un año del accidente que cobró una vida y dejó cinco heridos en el suroriente de Saltillo, Laura Iracheta comparte en redes sociales su historia de fortaleza tras sobrevivir a quemaduras en el 65% del cuerpo
Han pasado más de 16 meses desde aquella mañana del 5 de julio de 2024, cuando una explosión por acumulación de gas sacudió al suroriente de Saltillo. El estruendo se escuchó a varias cuadras a la redonda: un puesto de carnitas en el bulevar Otilio González y calle 19 se convirtió en el epicentro de un siniestro que dejó una persona muerta y cinco más gravemente lesionadas.
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Entre las víctimas estaba Laura Iracheta, una joven saltillense que, desde entonces, ha librado una batalla diaria por su vida y su recuperación. Hoy, a más de un año del accidente, comparte en redes sociales su historia de resiliencia, fe y aprendizaje, que ha conmovido a miles de personas dentro y fuera de Coahuila.
“NUNCA IMAGINÉ QUE FUERA A PASARNOS A NOSOTROS”
En su publicación, que rápidamente se viralizó, Laura rememora los segundos que cambiaron su vida: “Soy de Saltillo, Coahuila, y mi accidente fue el 5 de julio del 2024 en nuestro negocio familiar, un puesto de carnitas, por un flamazo de gas que duró nueve segundos aproximadamente... sí, nueve segundos que cambiaron mi vida. Qué loco, ¿no? Como me pasó a mí, le puede pasar a cualquiera”.
La joven recuerda cómo el fuego se propagó de manera instantánea, alcanzando las estructuras del local y a quienes se encontraban cerca del tanque de gas. “Tengámosle respeto al fuego, la electricidad, las sustancias inflamables. Lo tenemos tan normalizado que no medimos la magnitud del daño que pueden causar si no se manipulan con precaución”, advierte en su mensaje.
UN CUERPO MARCADO, UN ESPÍRITU IMPARABLE
Laura sufrió quemaduras de segundo y tercer grado en el 65 por ciento de su cuerpo. En su relato, detalla que debieron cortarle el cabello para evitar infecciones en la cabeza y que los médicos no le daban grandes esperanzas de sobrevivir. “Las esperanzas de vida que daban los doctores no eran muchas, pero para Dios no hay imposibles”, escribió.
Cinco días después del accidente fue trasladada de emergencia a la Ciudad de México, donde permaneció un mes en terapia intensiva, intubada y conectada a mangueras y sondas. “Entrar a quirófano era el pan de cada día”, recuerda.
Los doctores pronosticaban que su recuperación tomaría al menos seis meses, pero contra todo pronóstico, logró volver a casa a finales de septiembre. “Fue difícil estar en una ciudad desconocida, con personas desconocidas, pero muy buenas, que yo sé que Dios puso en nuestro camino”, narra.
ENTRE CIRUGÍAS, FE Y RECONSTRUCCIÓN
La joven explica que su recuperación implicó una larga serie de intervenciones quirúrgicas para injertar piel sana sobre las zonas afectadas. “Las operaciones eran básicamente quitar piel de las partes que no fueron afectadas para cubrir las heridas de las que sí. Existen bancos de piel, ¿lo sabías? Yo no... y se me hace algo bien loco”, escribió con humor y asombro.
Pese a la gravedad de las lesiones, su cuerpo respondió mejor de lo esperado. “Yo no tomo refrescos ni consumo muchas harinas por decisión propia; los doctores dijeron que la buena alimentación me ayudó bastante en la recuperación, aún cuando durante el internamiento casi no ingerí alimentos por la cánula en la garganta”, compartió.
Su proceso de sanación fue acompañado de un apoyo constante de su familia, amigos y desconocidos que siguieron su evolución a través de redes sociales, donde su mensaje se ha replicado cientos de veces por medios nacionales y locales.
UNA LECCIÓN SOBRE EL VALOR DE LA VIDA
En su testimonio, Laura no solo agradece haber sobrevivido, sino que busca transmitir una reflexión profunda: “Cuiden su alimentación, cuiden su cuerpo, cuiden su mente, cuiden su paz, cuiden a los que más quieren, abracen, besen, apapachen... porque no sabemos si mañana tendremos tiempo”.
Hoy continúa su recuperación física y emocional, con terapias constantes para recuperar la movilidad y cuidar las cicatrices. Sin embargo, su historia ya inspira a otros sobrevivientes de quemaduras y a personas que han enfrentado tragedias inesperadas.
La explosión que marcó su vida también dejó una lección colectiva sobre la importancia de revisar los tanques de gas, las instalaciones domésticas y los equipos de combustión. En palabras de Laura, “el fuego merece respeto; lo olvidamos hasta que nos quema”.