Sanabia y Borja, pioneros de la diversión más popular y de más arraigo en Saltillo; el cine
Aquí un recorrido por el nacimiento del séptimo arte, su viaje a América y su llegada a nuestra ciudad, de la mano de estos personajes
Los hermanos Louis y Auguste Lumière, originarios de Lyon, Francia, patentaron el cinematógrafo el 13 de febrero de 1895. La primera película de la historia fue: “Salida de los Obreros de la Fábrica Lumière en Lyon Monplaisir”, el film se estrenó el 22 de marzo del mismo año. La película, o vista como se le conoció en su tiempo; no rebasaba más de 60 segundos de duración.
Tras diversas proyecciones en sociedades científicas, los inventores del cinematógrafo decidieron hacer con la proyección negocio, y cobraron la entrada por ver las películas. En París, el 28 de diciembre de 1895, se llevó a cabo la primera exhibición comercial, en esa ocasión se proyectaron: “Salida de los Obreros de la Fábrica Lumière en Lyon Monplaisir”, “la Llegada de un Tren a la Estación de la Ciotat” y “El Regador Regado”, estos cortos fueron el inicio del séptimo arte.
INICIOS DEL CINE EN MÉXICO
El cinematógrafo llegó a México ocho meses después de su triunfal debut en la ciudad de París. El primer escenario donde se proyectaron los celuloides fue en uno de los salones del Castillo de Chapultepec.
La noche del seis de agosto de 1896, ante un selecto público de funcionarios encabezados por el entonces presidente de la República, Porfirio Díaz y miembros de su familia, daría inicio el gusto por el cine en nuestro país.
El 14 de agosto de 1896, Gabriel Veyre y Fernand Bon Bernard, representantes de los hermanos Lumière en México, proyectaron por primera vez ante público mexicano las primeras películas, el acontecimiento tuvo lugar en el sótano de la Droguería Plateros, situada en la calle del mismo nombre, hoy calle Madero de la ciudad de México.
En tal fecha, la improvisada sala cinematográfica lució abarrotada. Por ende, el Salón Rojo, se convertiría en la primera sala de cine de México.
LA LLEGADA DEL CINE A NUESTRA CIUDAD
La primera proyección de cinematógrafo en Saltillo se efectuó el cuatro de junio de 1898. Tuvo lugar en el desaparecido Teatro Acuña, ubicado en las calles que hoy conforman los cruces de las calles Abbott y Padre Flores.
TE PUEDE INTERESAR: Remembranza de una pasión; las plazas de toros que animaron Saltillo
A dicha función asistieron 135 adultos y 19 infantes y por la cantidad de asistentes a la proyección se presume que fue un éxito. Este evento constituyó el inicio de la diversión más popular y de más arraigo en la población de nuestra ciudad, por lo menos durante 100 años.
CURIOSIDAD RESULTA EN TRAGEDIA
El 24 de octubre de 1904 se llevó a cabo la segunda función de que se tenga registro, fue en el salón de actos del antiguo edificio del Ateneo Fuente, situado en las calles General Cepeda y Ateneo.
Hay que recordar que debido a un voraz incendio, en un evento plagado de extrañas circunstancias, la ciudad se quedó en agosto de 1902 sin el único teatro que existía.
La función de cinematógrafo corrió a cargo del francés Carlos Mongrand, este empresario francés se asoció a finales de 1897 con el mexicano Salvador Toscano, aunque en 1900 la sociedad fue disuelta, luego Mongrand se dedicó a exhibir de manera itinerante el cinematógrafo, y para esto recorrió el centro y norte de nuestro país hasta 1906.
La maestra Esperanza Dávila Sota escribió hace tiempo sobre este acontecimiento, cuando en plena función las graderías del salón de actos del antiguo Ateneo se desplomaron y por desgracia resultaron varios heridos.
En el mismo lugar, pero en abril de 1906, se efectuó otra función a beneficio del hospital civil, por fortuna esta vez sin incidentes.
PIONERO DEL CINE EN SALTILLO
Antonio Sanabia Valverde, promotor del cinematógrafo en Saltillo, nació en Ciego de Ávila, Habana, Cuba. Algo pasó a la hora de registrar al pequeño Antonio en Cuba, tal vez el oficial del Registro Civil de la isla caribeña haya escuchado mal o fue el fuerte acento cubano, que omite letras; que el apellido cambió de Sanabria a Sanabia.
El abuelo paterno era originario de las Islas Canarias, los padres fueron Francisco Sanabria Franco y Manuela María Valverde Hinojosa.
TE PUEDE INTERESAR: Plaza de toros de Guadalupe: del auge a la total desaparición
Una de las consecuencias de la derrota de España en la guerra hispano-estadounidense, trajo consigo la pérdida de sus últimas colonias de ultramar, Cuba, Puerto Rico, Filipinas, evento conocido en España como Desastre del 98, por otra parte, muchos españoles radicados en Cuba abandonaran la isla y se trasladaron a otros lugares, entre ellos la península de Yucatán.
Tal fue el caso de la familia Sanabia, Antonio contrajo matrimonio con Eva Pérez, originaria de Peto, Yucatán y la pareja tuvo a Blanca, Graciela, Antonio, Alicia, Raúl, Ricardo. La pareja se estableció en Mérida, Yucatán, donde Sanabia entró en el negocio del cine.
Para abrir nuevos mercados de la proyección de películas, Antonio y su esposa dejaron el sureste mexicano y se trasladaron a la capital del país, más tarde a nuestra ciudad.
CINEMATÓGRAFO PATHÉ
La compañía de los hermanos parisinos, Charles, Émilie, Théophile y Jacques Pathé, Francia, adquirieron las patentes de los hermanos Lumière. Los hermanos Pathé fueron durante los primeros años del Siglo 20 los productores más grandes de cine en el mundo.
En 1910, Antonio Sanabia, representante de la Casa Pathé Freres de París, Francia, llegó a Saltillo con su familia y tres trabajadores; los cubanos Carlos P. Aguirre y Gonzalo Relow y el mexicano Felipe Borja Gómez.
Sanabia mandó a Monterrey a Aguirre y Relow para abrir una sala de proyección, mientras que Felipe Borja, originario de la ciudad de México, se quedó en Saltillo para operar el “Gran Cinematógrafo Pathé”.
Las proyecciones iniciaron en 1911 bajo la lona levantada en el terreno ubicado sobre la calle Victoria 16, donde topa la calle Mina, convirtiéndose en el primer sitio donde comenzó el cine de manera regular de la ciudad, Felipe Borja por consiguiente es el primer cácaro, operador del cinematógrafo.
En los difíciles tiempos de la Revolución Mexicana, el solar de Victoria 16, hoy número 192, donde comenzó el cine, pasó a llamarse Teatro Morelos. El empresario Armando Dávalos lo arrendó para dar funciones de drama, zarzuela, baile y exhibiciones cinematográficas.
TE PUEDE INTERESAR: Difunden fotos de la invasión de Estados Unidos en Saltillo; las primeras a nivel mundial de un conflicto armado
En 1916 el Teatro Morelos cambia de administradores. Paulino Ramírez y P. Candel deciden modificar el nombre a Teatro Cine Palatino, nombre en honor a una de las siete colinas de Roma. El teatro Palatino tuvo como principal vocación las funciones de cine y se mantuvo por espacio de dos años en operación.
En el mes de febrero de 1918, el empresario Laureano de León abrió en el famoso lugar de Victoria 16, el Cine Apolo, durante cuatro años se ofrecieron funciones. En 1922 los poderosos hermanos Antonio y Adolfo Rodríguez, originarios de Progreso, Coahuila, tomaron el control del cine Apolo y lo llevaron a un local en la calle General Cepeda y Pérez Treviño. En 1928 el cine desapareció debido a una inundación del local, donde también hubo pérdidas humanas.
LLAVES DE LA HISTORIA
En el mes de julio el Instituto Municipal de Cultura de Saltillo publicó el libro “Calles y Otros Lugares del Saltillo Antiguo”, trabajo de mi autoría.
En uno de los capítulos hice referencia de la estadía señor Antonio Sanabia en la ciudad, días después de la presentación del libro, recibí una llamada de mi amiga Carmelita Borja, con cierta emoción me comentó que su padre, el señor Felipe Borja, llegó a Saltillo en la primera década del siglo pasado como trabajador del señor Sanabia y que conservaba una fotografía del señor Sanabia.
El retrato fue un regalo de Sanabia a Felipe Borja cuando contrajo matrimonio en 1912. El relato del libro sirvió como una llave para abrir una puerta del pasado olvidado. Su padre fue el operador del cinematógrafo que Sanabia trajo a Saltillo, antes de concluir la llamada telefónica con Carmelita, me dijo: “Te voy a regalar el retrato de Sanabia”. Agradezco el regalo que tiene un inmenso valor histórico. saltillo1900@gmail.com
COMENTARIOS