‘El Chueco’ era conocido por las autoridades; señala sacerdote que ‘pobladores tenían miedo de denunciarlo’
Según testigos y declaraciones, José Portillo Gil, alías “El Chueco”, se aseguró que los habitantes de la Sierra Tarahumara vivieran con miedo de él.
Fabiola Sánches para el medio Associated Press, asegura que mientras Portillo se paseaba tranquilamente por las calles, hasta patrocinar un equipo de béisbol local, también “vivió en medio de una rampante impunidad”, incluso con varias órdenes de captura detrás de él.
El lunes 20 de junio ocurrió el incidente, donde el presunto asesinó le arrebató la vida a los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar, así como al guía de turistas Pedro Palma, además de secuestrar a dos los hermanoos Paul y Armando V. Ahora, el templo Cerocahui exige justicia por el crimen que se desató en Chihuahua.
Con ello, desde medios internacionales hasta el propio Papa Francisco han señalado al presidente Andrés Manuel López Obrador por su “falta de carácter” al insistir en su lema de “abrazos no balazos”.
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Mientras, “El Chueco” también ha sido reconocido como presunto líder regional de “Los Salazar”, brazo armado del Cártel de Sinaloa y, ahora, se ha convertido en uno de los criminales más buscados de México, y se ofrece una recompensa de 5 millones de pesos mexicanos por información sobre su paradero.
No obstante, algunos testigos reflejan el temor del pueblo en hablar sobre la localización de Portillo Gil. Incluso, algunas de sus deudas pendientes con el gobierno mexicano datan desde 2017, tras un ataque contra la sede de la Agencia Estatal de Investigaciones en Urique.
Enseguida, en 2018, se le señaló como principal sospechoso en el homicidio de Patrick Braxton-Andrew, profesor estadounidense asesinado a balazos, confundido por un agente de la DEA.
“Era conocido por la comunidad y por las autoridades, esto no es ningún secreto y tampoco es una afirmación gratuita que yo pueda hacer”, sentenció el sacerdote jesuita Javier Águila Aguirre, quien asegura que los habitantes de Cerocahui “tenían mucho miedo de denunciarlo”, pues temen a las represalias que “El Chueco” pueda tomar.
Sin embargo, Águila Aguirre indaga que “hablar no iba a regresar la vida de nuestros hermanos; no iba a recuperar la paz ni la tranquilidad”, en aquel entonces. “Era más el daño que se hacía hablando que callando, por eso opté por callar hasta el momento en el que la nota fue teniendo notoriedad”, confiesa.
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Cuando se le exigió al presidente mexicano sobre el asunto, insistió en que “no se puede enfrentar la violencia con más violencia”, reiterando su política de “abrazos no balazos”, aun recibiendo miles de críticas a nivel internacional.
“‘Déjame los cuerpos, por favor, no te los lleves‘, pero le importó muy poco, los aventaron a una camioneta y se los llevaron”, fueron las últimas palabras que compartió Javier Águila, mejor conocido como “Pato”.