“Éramos 13 almas pidiendo una segunda oportunidad” durante el golpe de ‘Otis’
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La periodista Ester Arzate relata el testimonio de su experiencia en el huracán ‘Otis’ al quedar atrapada en un autobús junto a otros reporteros
Trece periodistas de diferentes estados vivieron aterrorizados la furia del huracán “Otis” en Acapulco dentro de un autobús. “Éramos 13 almas pidiéndole a la naturaleza, a Dios o quién sabe quién una segunda oportunidad (...) Al siguiente día, cuando miré la devastación y mi habitación del hotel destruida, alguien preguntó: ‘¿Perdiste tu maleta?’, y respondí: ‘Gané vida’”, relata la periodista y catedrática Esther Arzate.
La catedrática que desde hace varios años dirige una organización en la Ciudad de México, dedicada a capacitar al gremio periodístico, principalmente en los temas económicos, explica que, en conjunto con la Cámara Minera de México y otras empresas, llevaron a 35 periodistas de 11 estados del país (CDMX, Michoacán, Colima, Durango, Sonora, Coahuila, Oaxaca, Durango, Zacatecas, entre otros) para participar en la Convención Internacional de Minería Acapulco.
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Menciona que el martes a las 19:00 horas se realizó la inauguración de la reunión minera en donde se estimaba la asistencia de 10 mil convencionistas.
Refiere que la gobernadora Evelyn Salgado canceló su asistencia, “porque tenía conocimiento de la llegada del huracán de categoría 5”, incluso, señala que después de la inauguración en Fórum Mundo Imperial se ofreció una cena, pero hasta ese momento “ninguna autoridad pidió resguardarnos, tampoco dijo que estábamos en verdadero peligro de muerte”.
Dice que a las 23:00 horas, 13 periodistas abordaron el autobús para trasladarse al hotel, porque para ese momento, “el viento ya soplaba fuerte y empezaba a tirar ramas en el camino”, incluso, recuerda que el conductor fue esquivando los obstáculos y sugirió dejarlos en el Hotel Princess y ocupar el refugio de ese lugar, pero como sabían que el fenómeno iba a tocar tierra por la madrugada, decidieron continuar hasta el Hotel Pierre, porque era un trayecto de seis kilómetros que se recorrían en 13 minutos, pero ante el escenario tardaron más de 40 minutos.
Pensaron que “Otis” les daría tiempo de llegar al Pierre, en la Zona Diamante de Acapulco para resguardarse, pero al llegar fue imposible bajar: “Intentarlo era un suicidio, porque seríamos arrastrados por la furia del viento o recibiríamos alguna palmera, rama, poste, lámpara o cualquier otro objeto de los que ya empezaban a volar”.
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Eran las 12:20 cuando al sentir casi que el autobús volaba y ante la magnitud de lo que estaban viviendo, Esther reconoce que decidió entrar en una cadena de oración en su chat familiar y los puso al tanto de la situación, incluso compartió la lista de los periodistas y compañeros de trabajo que estaban dentro el autobús al ver que “no había manera de ganarle a ‘Otis’”.
Menciona que algunos de los hombres maniobraron con la puerta del autobús para que no se abriera y servían “como barrera de contención de la parte media del autobús donde todos nos concentramos. Dos horas de sentir como si fuera un sismo que no paraba. Sin luz, sin conexión a internet, sólo con el vehículo encendido para que pudiéramos cargar el celular porque era evidente que la energía faltaría por las siguientes horas y días”.
Finalmente, dice que a las 2 de la mañana, cuando sintieron que “la furia de los vientos había amainado”, todos se tomaron de las manos y salieron del autobús para luego resguardarse al interior del hotel: “Todos vivimos nuestra propia pesadilla”.