El director del FBI habría hecho una promesa al jefe del MI5 que no cumplió

Internacional
/ 11 noviembre 2025

Durante un encuentro reservado en mayo, realizado en el sur de Londres, el titular de la agencia de inteligencia interna del Reino Unido solicitó apoyo a Kash Patel, quien encabeza el FBI

Por Adam Goldman

El episodio ha contribuido a aumentar la preocupación entre los aliados de los servicios de inteligencia de que Kash Patel, impetuoso y partidista, sea también impredecible e incluso poco fiable.

En una reunión secreta celebrada en mayo al sur de Londres, el jefe del servicio de seguridad nacional del Reino Unido pidió ayuda a Kash Patel, director del FBI.

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Los funcionarios de seguridad británicos dependen del FBI en lo que respecta a herramientas de vigilancia de alta tecnología, del tipo que serían necesarias para vigilar una nueva embajada que China quiere construir cerca de la Torre de Londres. El jefe del MI5, Ken McCallum, pidió a Patel que protegiera el puesto de un agente del FBI radicado en Londres que se ocupaba de esa tecnología, según varios funcionarios actuales y exfuncionarios estadounidenses con conocimiento del episodio.

Patel accedió a conseguir financiamiento para mantener el puesto, dijeron los funcionarios. Pero el cargo ya estaba destinado a desaparecer desde que la Casa Blanca decidió recortar el presupuesto del FBI. El agente fue trasladado a otro puesto en Estados Unidos, lo que le ahorró dinero al FBI, pero dejó sorprendidos a los funcionarios del MI5.

Para los funcionarios británicos fue una inquietante presentación al estilo de liderazgo de Patel. Hacía tiempo que habían forjado lazos personales con sus homólogos estadounidenses, así como con otros tres aliados cercanos, en una asociación de inteligencia conocida como los Cinco Ojos.

Las relaciones entre las organizaciones son importantes porque muchos altos funcionarios de seguridad nacional consideran que la confianza y la fiabilidad son primordiales para compartir información clave con los aliados. Se trata de algo vital para la comunicación entre los directores de las agencias y difícil de restaurar una vez que se ha perdido.

El mismo día de 1946 en que Winston Churchill pronunció su discurso sobre la Cortina de Hierro en Estados Unidos, el Reino Unido y Estados Unidos firmaron en secreto el pacto que constituyó la base de su alianza de inteligencia. Fue una extensión de su colaboración durante la Segunda Guerra Mundial, que se amplió con el advenimiento de la Guerra Fría para incluir a otros países —Australia, Canadá y Nueva Zelanda—, lo que le valió el nombre de Cinco Ojos.

Todos esos países dependen en gran medida de la inteligencia estadounidense para ayudar a mantener la seguridad interna. Aunque el FBI es una agencia de investigación criminal, también es una parte importante de la comunidad internacional de recopilación de inteligencia. Junto con otras agencias estadounidenses como la CIA, el FBI tiene oficinas en embajadas de todo el mundo.

La inexperiencia de Patel, sus despidos de altos cargos del FBI y el hecho de que haya desviado los recursos de la agencia de la lucha contra el espionaje y el terrorismo han aumentado la preocupación de los otros países de los Cinco Ojos ante la posibilidad de que la agencia vaya a la deriva, según los exfuncionarios estadounidenses y otras personas familiarizadas con las reacciones de los aliados a los cambios en la agencia.

Los funcionarios de los Cinco Ojos han observado con alarma cómo Patel ha despedido a agentes que investigaban al presidente Donald Trump y ha invocado sus atribuciones para investigar a quienes son percibidos como enemigos del presidente. Los funcionarios y otras personas hablaron bajo condición de anonimato por temor a represalias.

El cambio producido en el mandato de Patel ha afectado directamente la relación de los Cinco Ojos mediante la destitución de agentes de alto rango que pasaron años luchando contra extremistas islámicos o desarticulando amenazas de contraespionaje junto a operativos de países aliados.

El FBI declinó hacer comentarios sobre las conversaciones de su director con McCallum. Un representante de la ministra del Interior británica, Shabana Mahmood, de la que depende McCallum, dijo que su oficina no hace comentarios sobre asuntos de inteligencia.

“En toda mi vida —32 años en el negocio— nunca he visto que una organización policial o de inteligencia como el FBI recibiera instrucciones de perseguir a personas por motivos puramente políticos y vengativos”, dijo Phil Gurski, exanalista de las agencias de inteligencia y criptología de Canadá. “En una democracia occidental, eso es inaudito. Es algo cotidiano en Rusia y China”.

Patel, quien carece de la profunda experiencia de sus predecesores y es abiertamente partidista, ha tenido un difícil acercamiento inicial con sus aliados de los Cinco Ojos.

En una visita a Nueva Zelanda en julio, Patel llevaba réplicas de pistolas de plástico impresas en 3D como regalo para altos cargos de la seguridad nacional, pero eran ilegales según las leyes locales y tuvieron que ser destruidas.

“Para garantizar el cumplimiento de las leyes sobre armas de fuego, di instrucciones a la policía para que las retuviera y destruyera”, dijo el comisario de policía de Nueva Zelanda, Richard Chambers, a The Associated Press, medio que informó previamente sobre el episodio.

Patel había ido a Wellington a inaugurar una nueva oficina del FBI, iniciativa que algunos exagentes habían cuestionado, ya que la agencia se enfrenta a déficits presupuestarios.

Patel también visitó Australia, donde había suspendido a la principal representante del FBI en ese país porque se había arrodillado durante las protestas por la justicia racial en 2020. Posteriormente la despidió.

La relación del FBI con el MI5 es posiblemente la más importante de los Cinco Ojos, un vínculo que se remonta al menos a 1938, cuando las dos agencias investigaron a un peluquero de Glasgow por facilitar secretos militares a los alemanes. Las dos agencias colaboran estrechamente en muchas operaciones.

El viaje de Patel al Reino Unido en mayo fue el tipo de reunión a la que asisten regularmente los altos funcionarios de seguridad nacional, una conferencia con otros funcionarios del gobierno de Trump y sus homólogos de los Cinco Ojos para debatir cuestiones como la lucha antiterrorista y la ciberseguridad. Los organizadores también reservaron tiempo para que los directores se reunieran a hablar de investigaciones concretas y para que se conocieran.

El acto, celebrado en South Lodge, un hotel de lujo en la campiña de Sussex que presume de una cocina con una estrella Michelin, recibió el nombre en clave de “sicomoro de oro” por parte de los funcionarios británicos.

La visita de Patel empezó de forma incómoda incluso antes de su llegada.

Estaba previsto que aterrizara en el aeropuerto de Stansted, a las afueras de Londres, pero intentó volar a un aeropuerto más cercano al hotel. Los funcionarios británicos denegaron la solicitud y dejaron claro que los dignatarios debían utilizar Stansted por motivos de seguridad, según uno de los exfuncionarios y otra persona familiarizada con las interacciones.

Dijeron que, durante el viaje, el Escuadrón de Protección de la Realeza y Especialistas de la Policía Metropolitana comunicó al FBI que el destacamento de seguridad de Patel no podía ir armado. El Reino Unido tiene leyes estrictas de control de armas, y la policía limita los destacamentos armados basándose en evaluaciones de riesgo. La evaluación policial sobre Patel concluyó que no cumplía el requisito para obtener una exención.

Los destacamentos de los jefes de la CIA y de la Agencia de Seguridad Nacional iban armados, dijo otro funcionario estadounidense. Esa discrepancia provocó una reunión de emergencia entre el FBI y funcionarios de seguridad británicos. Los funcionarios británicos se mantuvieron firmes.

Un funcionario del FBI, que habló bajo condición de anonimato, negó que hubiera habido una disputa sobre el armamento del destacamento de Patel. Reconoció que, en el pasado, el director había presionado para que se le explicara por qué no siempre se concedían a los agentes del FBI las licencias que recibían otras agencias, pero que lo hacía en un afán de conseguir un trato igualitario para ellos, no para sí mismo. El funcionario también dijo que las discusiones sobre el aeropuerto de llegada se debían a una cuestión de cronogramas.

La conferencia tenía una agenda detallada. Patel criticó el número de reuniones, dijo uno de los exfuncionarios, una queja ya muy conocida. El funcionario del FBI dijo que Patel no se oponía a las reuniones, sino que intentaba averiguar cuáles eran esenciales para poder realizar otras tareas importantes.

La reunión era relativamente informal, pero aun así, Patel sorprendió a los demás asistentes cuando llegó con una gorra de camionero y una sudadera verde con capucha, dijo el exfuncionario estadounidense. Patel suele asistir a actos oficiales sin llevar traje, lo que rompe con la tradición del FBI.

McCallum, un escocés conocido por su discreción y modales suaves, quien era cercano al predecesor de Patel, Christopher A. Wray, estaba esperando.

Cuando McCallum pidió a Patel que mantuviera el puesto clave del agente en Londres, Patel le dijo que no desaparecería, y que se encontrarían los fondos para que el agente quedara en Londres, según dos exfuncionarios estadounidenses familiarizados con el episodio.

Pero la financiación de ese puesto ya se había recortado antes de que Patel partiera hacia el Reino Unido. No estaba claro si Patel era consciente de ello en el momento en que hizo la promesa al MI5, aunque sus ayudantes habían sido informados de antemano sobre el recorte, dijeron los dos exfuncionarios.

En última instancia, Patel se negó a reasignar fondos para el puesto debido a los costos asociados al mismo, según tres de los actuales y antiguos funcionarios estadounidenses.

Antes de abandonar el Reino Unido, Patel y su novia se unieron a los demás funcionarios de seguridad e inteligencia para cenar en el palacio de Windsor con el rey Carlos III, según dos de los exfuncionarios. Al final de la noche, el grupo se reunió para una fotografía. Patel se colocó junto al rey.

Alan Feuer, Julian E. Barnes y Lizzie Dearden colaboraron con reportería.

c. 2025 The New York Times Company

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