El ejército del Congo busca el silencio, mientras se multiplican las fosas comunes
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La matanza en Nganza forma parte de un conflicto más general que afecta a Kasai, una región en el centro del país, donde las fuerzas del gobierno combaten a una milicia que se opone al presidente Joseph Kabila
En la ciudad de Nganza, en el corazón de la República Democrática de Congo, los restos humanos se han descompuesto durante meses. La matanza en Nganza forma parte de un conflicto más general que afecta a Kasai, una región en el centro del país, donde las fuerzas del gobierno combaten a una milicia que se opone al presidente Joseph Kabila.
La violencia “enraizada en agravios políticos y económicos” se increpó cuando las tropas asesinaron al líder de la organización que se hacía llamar: Kamwina Nsapu. Sus seguidores, muchos de ellos niños, tomaron represalias y el conflicto se propagó como un incendio descontrolado.
La iglesia católica, una de las pocas instituciones que proporciona estadísticas confiables, estima que se han asesinado a por lo menos 3300 personas en la región desde octubre. Y más de 1.4 millones de personas se han desplazado internamente o se marchan hacia Angola.
“Es la peor crisis humanitaria y de derechos humanos en una década, un conflicto en el que ambos bandos han cometido crímenes graves”, comentó José María Aranaz, quien coordina la división de derechos humanos de la misión de las Naciones Unidas en Congo, denominada Monusco.
La violencia recrudece la crisis política que va de mal en peor porque el gobierno de Kabila está retrasando las elecciones en un intento por aferrarse al poder.
El gobierno dice que la violencia en Kasai es una razón para no realizarlas este año, pero los críticos acusan al presidente, quien ha estado en el poder durante 16 años, de tratar de ganar tiempo para permitirle cambiar la constitución y postularse para un tercer mandato.
El gobierno ha enviado a miles de soldados en tropas. Para aplastar la rebelión en esta ciudad, con comandantes del oriente de Congo que son célebres por su brutalidad. Incluso consiguió la ayuda de un caudillo militar, cuyos métodos son tan violentos que el gobierno, cuando lo combatió en el pasado, llegó a sentenciarlo a muerte.
Mataron a los recién nacidos, ancianos y discapacitados en sus camas y salas. Se cree que durante tres días asesinaron a más de 500 civiles en Nganza, un nivel de violencia sin precedentes que los habitantes simplemente definen como “la guerra”.
Con información de The New York Times