Ella fue liberada de Hamás, pero sigue en cautiverio

Internacional
/ 9 octubre 2025

Emily Damar fue liberada el 19 de enero de 2025, como parte de un breve alto al fuego

JERUSALÉN- La mañana en que hombres armados de Hamás invadieron Kfar Aza, un bucólico kibutz israelí cercano a la frontera con Gaza, irrumpieron en el pequeño apartamento de Emily Damari, mataron a tiros a su perro, Choocha, y la sacaron de su dormitorio. Damari sangraba por heridas en sus manos y piernas.

Luego tomaron las llaves de su auto y la llevaron a ella y a dos vecinos a través de los campos de vuelta a su enclave costero palestino. Durante los 471 días siguientes, Damari permaneció secuestrada, encima de la tierra y debajo de ella.

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Fue liberada el 19 de enero de 2025, como parte de un breve alto al fuego, y apareció eufórica cuando llegó a un hospital cercano a Tel Aviv envuelta en una gran bandera israelí.

Cuando se reunió con su madre, hizo una especie de señal en V con la mano izquierda vendada, un gesto de “rock on” (o “¡sigue roqueando!”, en español), formado por el pulgar y los dedos índice y meñique, ya que le faltaban los dos dedos de en medio. Ese gesto, captado en fotos publicadas por el ejército israelí, se convirtió instantáneamente en un ícono, un símbolo de resistencia y supervivencia.

A la mañana siguiente, dio las gracias a su familia, a sus amigos y a Dios en una publicación de Instagram y declaró: “He vuelto a la vida”.

A Damari aún le quedaban meses de ardua rehabilitación en el hospital y en un hotel de reinserción donde se alojaba con otros exrehenes, así como la intervención quirúrgica de las heridas que sufrió cuando fue secuestrada.

$!Emily Damari se recupera de una operación en la mano en el Centro Médico Sheba de Ramat Gan acompañada de su amiga y compañera de rehén, Romi Gonen.

Damari celebró su 29.º cumpleaños en junio en un nuevo hogar cerca del mar Mediterráneo, a unos 80 kilómetros de la costa de Gaza.

Es una vida diferente de lo que ella llama la existencia “sencilla, ordinaria y banal” que conoció en Kfar Aza. Aquella terminó abruptamente hace dos años, con el asalto de Hamás que desencadenó la guerra en Gaza.

Mientras se adapta a sus nuevas circunstancias, las cosas que le recuerdan su cautiverio están en todas partes, y son especialmente conmovedoras en un momento en que los negociadores están debatiendo otro alto al fuego, como aquel en virtud del cual ella y otros rehenes israelíes fueron liberados a cambio de prisioneros palestinos.

Tiene una nueva pareja, Danielle Amit, bloguera gastronómica, y está llena de gratitud.

“Recuerdo dónde estaba hace un año”, dijo en una entrevista con The New York Times.

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En Gaza, los captores de Damari la trasladaron unas 30 veces mientras las bombas israelíes estallaban arriba de ella y a su alrededor, dijo. Pasó una noche en una estrecha área donde se almacenaban neumáticos, respirando los vapores del caucho. Y pasó meses en los túneles, a veces hacinada con otras rehenes en lo que describió como una pequeña “jaula”.

Damari estudió a las personas que la retenían y aprendió rápidamente quién estaba en contra de quién, y a quién podía pedir qué.

“No iba a ser una víctima”, dijo.

Cuando la llevaron a recibir tratamiento poco después de su secuestro a un hospital que ella identificó como Shifa, el mayor centro médico de Gaza, un hombre se presentó como “doctor Hamás”, dijo Damari, antes de anestesiarla y amputarle los dedos dañados. “Estaba rodeado por 15 terroristas armados”, recordó.

$!Aficionados del equipo de fútbol Macabi Tel Aviv ondean una pancarta que representa la mano herida de la rehén liberada Emily Damani a su llegada a Tel Aviv para ver el partido el 15 de marzo de 2025.

En el hospital, Damari conoció a Romi Gonen, una rehén secuestrada en el festival de música Nova. En medio de la confusión y el trauma del momento, no pudieron hablar mucho, pero 40 días después volvieron a encontrarse en los túneles. Gonen estaba en la jaula.

“Me miró y me dijo: ‘¡Eh, Dos Dedos!’”, recordó Damari.

Las dos mujeres permanecieron juntas el resto de su cautiverio, la mayor parte del tiempo a solas. Ni siquiera las hermanas pasan juntas las 24 horas del día, dijo Damari.

“Ella estaba herida en la pierna izquierda y el brazo derecho, y yo en la pierna derecha y la mano izquierda”, dijo, y describió su amistad como “algo cósmico”.

Después de que ambas mujeres fueran liberadas en el último alto al fuego, permanecieron juntas durante los primeros meses de rehabilitación. La operación en Gaza había dejado a Damari con un dolor constante y punzante. Cuando los médicos israelíes del Centro Médico de Sheba, cerca de Tel Aviv, le practicaron una operación correctiva, Gonen, quien había sido operada dos veces desde su liberación, volvió a estar a su lado.

Y estuvo con ella de nuevo a principios de febrero de 2025, cuando Damari regresó a casa para ver lo que había quedado.

El Kfar Aza que Damari conoció una vez, un pueblo comunal donde estaba rodeada de familia y amigos, donde le encantaban las parrilladas y las fiestas de karaoke, estaba desolado.

Ahora, ella y Gonen recorrían un paisaje de estructuras maltrechas y abandonadas.

Damari había vivido en el llamado barrio Generación Joven de Kfar Aza. Los residentes vivían muy juntos, en hileras de casas compactas de una sola planta. A menudo se reunían fuera para tomar una cerveza o simplemente para disfrutar del aire nocturno.

El barrio, situado en los límites del kibutz, fue asolado por hombres armados que iban de casa en casa. En total, murieron más de 60 personas en el kibutz, de una población de unas 1000, y otras 19 fueron secuestradas.

Damari era especialmente unida a dos de sus vecinos, unos gemelos llamados Gali y Ziv Berman. Cuando tuvo miedo de quedarse sola durante el ataque, Gali Berman corrió a estar con ella.

Los tres fueron llevados juntos a Gaza en el coche de Damari.

En cautiverio, Damari no pudo participar en el duelo comunitario que estaba pasando su país por las personas que murieron en el atentado. Desde su regreso, ha visitado las tumbas de amigos y vecinos.

También se vio privada de las cosas cotidianas que a menudo se dan por sentadas: un rayo de sol, la luna y las estrellas; poder dar un paseo; un vaso de agua fría.

“Había días en que les rogaba que me dieran un vaso de agua fría”, dijo.

Ahora Damari es una celebridad, lo quiera o no.

“Sucedió fuera de mi control”, dijo. “Si de alguna manera puedo dar a la gente inspiración y esperanza, para mí eso es un privilegio”.

En el partido del Maccabi, el primero desde su regreso a casa un mes antes, dirigió a una multitud enfervorizada para cantar el himno del equipo. Canten lo suficientemente alto para que se les oiga en los túneles, instó.

En cautiverio, se imaginaba a sí misma siendo liberada algún día y subiendo al escenario público. “Cuando estaba allí, mi sueño era volar por todo el mundo y compartir mi historia en todo tipo de lugares”, dijo.

Ahora, cuando viaja para dar conferencias y asistir a reuniones, no puede desentenderse del sufrimiento de los rehenes que siguen en Gaza. “Me siento culpable cuando subo a un avión, cuando me siento en un hotel”, dijo. “Emily Damari no es libre”.

Damari está decidida a que Israel no le falle a los rehenes que siguen en Gaza. Ha sumado su voz a los llamados en favor de su libertad, y se ha reunido con otros que, como ella, han sido liberados. Cuando algunos se reunieron en su nuevo hogar, retomaron un pasatiempo que en algún momento los ayudó a hacer menos insoportables las horas de cautiverio en Gaza: jugar a las cartas.

“Emocionarse a los 27 años por una baraja de cartas es absurdo”, dijo Damari. “Pero no tienes nada en el mundo aparte de esa baraja. Te aferras a ella con toda tu vida”.

En Kfar Aza, Damari solía tomar su café matutino con los gemelos Berman, pero en su primer día en Gaza, se llevaron a Gali Berman. Ziv Berman y Damari permanecieron juntos hasta el día 40, cuando los bajaron a los túneles, pero entonces también se lo llevaron a él. Sus captores dijeron que tenían que separar a los hombres de las mujeres.

De los aproximadamente 250 rehenes tomados en el ataque de Hamás, decenas fueron liberados a cambio de prisioneros palestinos en Israel durante dos breves alto al fuego, y un puñado fueron rescatados con vida por soldados israelíes.

Según el gobierno israelí, solo se cree que siguen con vida unas 20 de las 48 personas restantes que fueron capturadas el 7 de octubre, entre ellos los gemelos. Mientras sigan cautivos, dijo Damari, “no hay forma de que pueda decir que soy libre”.

En mayo, Damari hizo su primer viaje al extranjero desde su liberación, al Reino Unido, donde nació su madre, Mandy, y donde había llevado su campaña en favor de los rehenes. “He venido en busca de soluciones, no de compasión”, dijo Mandy Damari en una conferencia de prensa en Londres después de reunirse con altos cargos políticos en diciembre.

Su propio viaje brindó a Emily Damari la oportunidad de dar las gracias a las personas que habían trabajado por su libertad.

Naturalmente, hizo una parada en su club de fútbol británico favorito, el Tottenham Hotspur, para ver un partido. Los aficionados la recibieron con globos amarillos y corearon: “Emily Damari, es de los nuestros”.

En Gaza, Damari mantuvo su orientación sexual en secreto ante sus captores. La homosexualidad no es aceptada por muchos miembros de la sociedad de esa zona, que es mayoritariamente conservadora.

Conoció a Amit, su pareja, mientras se alojaba en el hotel con los otros rehenes liberados; Amit los invitó a venir a probar su famoso plato de pasta. Damari se mudó a su nuevo hogar en primavera. Familiares, amigos y voluntarios prepararon la casa para ella.

Dijo que sigue hablando a diario con Gonen y que se reúnen al menos una vez a la semana.

Su deseo ahora es que sus amigos retenidos en Gaza vuelvan a casa, junto con el resto de los rehenes. También está pensando en sus propios planes. Tiene la intención de tener hijos, dice, pero también quiere seguir compartiendo su historia, y la de aquel día de octubre en Israel, con tanta gente como pueda.

“La gente tiene que entender lo que ocurrió aquí”, dijo. “Yo fui una de 250, muchos de los cuales no sobrevivieron”. c. 2025 The New York Times Company.

Por Avishag Shaar-Yashuv e Isabel Kershner, The New York Times.

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