¿Por qué los latinos huyen de los demócratas? El nuevo senador de Arizona ofrece respuestas
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La elección de Trump dejó a los demócratas, que durante mucho tiempo han creído que el cambio demográfico les aseguraría la victoria, perplejos y en busca de respuestas
Por Kellen Browning y Jennifer Medina
El viernes anterior al día de las elecciones, el representante Rubén Gallego invitó a sus partidarios a Rancho Ochoa, un rodeo en el suroeste de Phoenix, donde escucharon a una banda de música, vitorearon a los jinetes que se esforzaban por mantenerse sobre un toro y contemplaron a los caballos bailarines, un elemento básico de los rodeos mexicanos.
Fue la culminación festiva de un amplio esfuerzo de Gallego, demócrata, por dirigirse a los votantes latinos mientras competía por el escaño vacante en el Senado de Arizona, un esfuerzo que pareció rendir frutos. Incluso cuando los latinos, en especial los hombres, se alejaron drásticamente de los demócratas este año, y el presidente electo Donald Trump venció a la vicepresidenta Kamala Harris en Arizona por más de 5 puntos porcentuales, Gallego ganó la contienda por más de 2 puntos. Parecía superar fácilmente a Harris entre los latinos.
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La elección de Trump dejó a los demócratas, que durante mucho tiempo han creído que el cambio demográfico les aseguraría la victoria, perplejos y en busca de respuestas. Algunos miran a Gallego, un veterano del Ejército que habla sin rodeos y es hijo de inmigrantes colombianos y mexicanos, que tiene muchas ideas sobre cómo su partido puede recuperar a los votantes de la clase trabajadora y evitar creer que tiene garantizado el apoyo de la comunidad latina.
En una entrevista, Gallego dijo que el Partido Demócrata no había abordado la profunda ansiedad que sentían los hombres latinos por el aumento de los precios, que hacía que les fuera imposible mantener a sus familias por mucho que trabajaran.
“Los hombres latinos sienten que su trabajo es proporcionar seguridad a su familia: seguridad económica y seguridad física”, dijo. “Y cuando eso se ve comprometido, empiezan a mirar a su alrededor”.
Gallego destinó una gran cantidad de recursos a convencer a los hombres latinos de una forma que muchos votantes y estrategas dijeron que parecía auténtica. Y fue más rápido que muchos demócratas a la hora de adoptar posturas firmes sobre la crisis de los inmigrantes y de hablar directamente de la frustración de los obreros por los altos precios, incluso cuando los indicadores económicos tradicionales eran positivos.
“Sé lo duro que trabajas, que tu salario apenas se ha mantenido a la par del costo de la vida”, dijo en un anuncio televisivo en abril. “Y eso no es culpa tuya”.
Los demócratas y los estrategas políticos de Arizona sugirieron que había lecciones que el partido podía extraer de la campaña de Gallego, pero advirtieron que su victoria se basaba en parte en elementos más difíciles de reproducir. Gallego contendió contra una republicana especialmente impopular, Kari Lake, y él mismo es un latino de origen obrero. Al mismo tiempo, aprovechó la categoría que le da haber estudiado en la Universidad de Harvard y a su joven familia para atraer a los votantes blancos de los suburbios.
“No puede contar con sus significantes culturales para ganar con los latinos”, dijo Regina Romero, alcaldesa de Tucson, Arizona. “Esa es la cereza del pastel, pero el pastel en sí tiene que estar construido con sustancia. Creo que, como demócratas, tenemos que redoblar la apuesta por las familias trabajadoras y luchar por los obreros”.
Romero dijo que Harris adoptó muchas de las tácticas de Gallego, incluido su énfasis en haber crecido como hija de inmigrantes, y señaló que las candidatas a las que Trump y Gallego derrotaron tienen una cosa en común: son mujeres.
Como congresista que representaba a una zona con una fuerte tradición demócrata de Phoenix, Gallego fue conocido durante años como un progresista declarado, y él y sus aliados trabajaron desde la izquierda para expulsar a la senadora Kyrsten Sinema, una demócrata convertida en independiente, después de que se puso del lado de los republicanos para bloquear partes de la agenda del presidente Joe Biden (poco después anunció que no se presentaría a la reelección).
En su campaña, Gallego apostó por convencer tanto a los votantes de clase trabajadora, en especial a los latinos, como a los votantes blancos con estudios superiores de los suburbios, centrándose en una especie de estética de un hombre como tantos otros que destacaba los orígenes humildes y de la clase obrera del candidato.
Gallego habla a menudo de cómo fue criado junto a sus tres hermanas por su madre en Chicago, trabajando en puestos de comida y en obras de construcción cuando era adolescente para mantenerlas, y durmiendo a veces en el suelo de la sala de la casa. Estudió en Harvard y luchó en la guerra de Irak como infante de marina y combatió en una unidad que sufrió muchas bajas.
Como candidato al Senado, tomó medidas para dejar claro que entendía a la comunidad latina y creó grupos de nicho como “Jefas con Gallego” y “Compas con Gallego”, dirigidos a las mujeres y los hombres latinos.
Ilse Rodríguez, subdirectora política de Gallego que dirigió su labor de divulgación entre los latinos, dijo que trabajó para asegurarse de que sus estrategias de campaña se sintieran genuinas. Vetó un corrido (una canción mexicana que cuenta una historia) que artistas de fuera del estado habían creado sobre Gallego porque parecía “más tecno, más de Florida, mucho más de la Costa Este”. En su lugar, contrató a una banda local.
Rodríguez convenció a los asesores de la campaña para que dieran luz verde a un folleto que imitaba una carta de lotería, utilizada en un juego mexicano similar al bingo, en el que aparecía Gallego, y planeó actos destinados a presentarlo como una persona normal. El candidato se hizo cargo de la parrilla en eventos de carne asada, pasó el rato en un taller mecánico y repartió tacos de desayuno a los obreros de la construcción durante los turnos de madrugada.
Sobre todo, indicó que había escuchado sus preocupaciones relacionadas con la economía.
Gallego dijo que los demócratas no habían logrado entender cómo piezas esotéricas de la política, como la ley bipartidista de infraestructuras, estaban mejorando la vida de la gente.
“La gente solo te va a creer en el momento en que perciba algo: salarios más altos, precios más bajos o más seguridad”, dijo.
Sugirió que a los demócratas les faltó una iniciativa concreta que pudieran señalar como ayuda inmediata para la gente, como la extensión de los créditos fiscales para los hijos por la cual recibían pagos mensuales de hasta 300 dólares por niño durante la pandemia de coronavirus, pero que duró poco. Sin poder tener en cuenta acciones como esas, dijo Gallego, los votantes decidían basándose en “vibraciones”.
“Si confías en las vibraciones, más te vale vibrar mejor que tu oponente”, dijo. “¿Y adivina qué? Nadie vibra mejor que el condenado Donald Trump”.
Gallego tenía una ventaja incorporada, ya que se relacionaba con hombres latinos en un esfuerzo por ganarse sus votos: tenía el trasfondo machista de beber cerveza y dar palmadas en la espalda para que sus acciones parecieran reales.
Otros candidatos “no entienden a esa parte del electorado porque no son veteranos de combate de la Marina que crecieron luchando y bebiendo, literalmente matando gente en otro país”, explicó Chuck Rocha, veterano consultor demócrata amigo de Gallego y asesor de su campaña. “La gente intenta ser Ruben Gallego; no él, per se, sino ser un hombre leal a sus compañeros y que demuestra lo que vale. Es fácil darse cuenta si alguien está fingiendo serlo”.
Eso podría dificultar que candidatos sin la historia de vida ni los antecedentes de Gallego reproduzcan su alcance.
Sin embargo, Rocha comentó que era posible convencer a los votantes de que pertenecen a la clase trabajadora sin parecerse a ellos ni compartir su experiencia vital. Los candidatos, dijo, simplemente tienen que parecer auténticos y recurrir a un mensaje de populismo económico.
Gallego lleva mucho tiempo advirtiendo del peligro de confiar únicamente en la política de identidad para ganarse a los latinos. En 2020, reprendió a los demócratas por utilizar la palabra “latinx”, un término neutro en cuanto al género impulsado por los políticos liberales, pero ridiculizado por muchos latinos, en parte porque es difícil de pronunciar en español.
Dijo que él mismo había empleado con éxito la política de identidad en su campaña, centrándose en su origen y en que estaba dispuesto a convertirse en el primer senador latino de Arizona. Pero además nunca dejó de insistir en su deseo de ayudar a las familias con la reducción de los precios.
“Podrías utilizar la política de identidad para crear una conexión, pero al final tienes que transmitir un mensaje económico”, dijo Gallego. “Ahora mismo, hay dos bandos enfrentados, y ambos están equivocados. Tendrás que hacer las dos cosas”.
c.2024 The New York Times Company