‘Más miedo a los vivos que a los muertos’: historias de terror de la vida real en México
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No son de ciencia ficción, son asesinos mexicanos que estremecieron al país con sus atroces actos
Halloween, esa época tenebrosa del año que nos encanta a chicos y grandes por el misterio y horror que acompaña a esta festividad, pero ¿Qué pasa cuando la realidad supera a la ficción?
No es necesario mirar una película para atormentarte con los despiadados personajes que acechan a sus víctimas, basta con escuchar las historias criminales de nuestro país para ponerte los pelos de punta.
Estos son los cuatro casos más sonados de asesinos en México ¿Te atreves a leerla?
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EL ASESINO DE CUMBRES
Durante una mañana de 2006 Monterrey, Nuevo León, se estremeció con la escalofriante noticia que que dos menores habían sido asesinados en la distinguida colonia Cumbres.
El 2 de marzo de ese año, Diego Santoy “El asesino de Cumbres”, acudió a la casa de su ex novia Erika Peña Coss para recuperar la relación sentimental que mantuvieron.
Diego, afectado por la separación, tomó unos guantes de látex y un pasamontañas para trepar por la barda y allanar el domicilio.
Ahí buscó a Erika en su cuarto, pero nuevamente se negó a volver con él y este asesinó a los hermanos menores: María Peña, de tres años, y a Erick Azur, de siete. Después tomó un cuchillo e intentó degollar a su ex novia, luego secuestró a la trabajadora del hogar y huyó con su hermano.
Cuatro días más tarde, fueron localizados en el estado de Oaxaca abordo de un autobús con destino a Guatemala.
Durante las primeras investigaciones, trascendió que Diego aseguró que Erika también fue partícipe de la muerte de los menores porque sentía mucho desprecio por ellos, debido a varios rumores que envolvían a la familia.
Así pues, “El asesino de Cumbres” afirmó que él solo cumplía órdenes de su novia como muestra de compromiso y amor, porque supuestamente esta lo estaba presionando.
Luego, Santoy cambió su versión diciendo que se había involucrado con su suegra y que Erika, al descubrirlos, en un arrebato de ira mató a sus hermanos como venganza.
Actualmente Diego Santoy cumple una condena de casi 72 años.
Hace algunos años se casó con una joven que realizó un grupo en apoyo, Lety “de Santoy”, con quien formó una familia. Sin embargo, están separados.
Este caso fue tan mediáticamente polémico por los fuertes rumores y declaraciones que se emitieron, por lo que ha inspirado canciones y películas.
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LAS POQUIANCHIS
En 1945 surgió en Guanajuato un grupo de asesinas seriales conocidas como “Las Poquianchis”.
Delfina González Valenzuela, María del Carmen González Valenzuela, María Luisa “Eva” González Valenzuela y María de Jesús González Valenzuela eran cuatro hermanas, dueñas de varios burdeles en Guanajuato y Jalisco, donde privaron a mujeres de su libertad para obligarlas a prostituirse.
De acuerdo con los informes oficiales, el número confirmado de víctimas es de 21, pero se cree que asciende a más de 150 personas, pues entre ellas se encontraban hombres y bebés de las mujeres raptadas.
Este caso fue muy polémico porque Delfina —la hermana mayor y líder— aperturó el burdel “El Guadalajara de Noche” con ayuda de varias autoridades a cambio de favores sexuales.
Las mujeres eran compradas o engañadas para ingresar al burdel. Sin embargo, las mantenían cautivas debido a que las obligaban a comprar suministros en su tienda de raya, y al acumular deudas gigantescas las forzaban a realizar trabajos sexuales.
Tras meses de investigación, “Las Poquianchis” fueron encarceladas, pero no cumplieron su condena. Delfina falleció a los 56 años en la cárcel en Irapuato, el 17 de octubre de 1968; María Luisa murió en su celda de la cárcel municipal de Irapuato en noviembre de 1984 por cáncer hepático y María de Jesús perdió la vida en libertad a mediados de los 90.
LA HIENA DE QUERÉTARO
En 1989, Querétaro quedó conmocionado con la muerte de tres menores asesinados por su propia madre, una ex reina de belleza de Mazatlán que, bajo los influjos de supuestos demonios, cometió el homicidio.
Claudia Mijangos es una ex convicta que fue condenada por tres cargos de filicidio, debido a que aseguró haber sido poseída por un demonio que la obligó a apuñalar a sus hijos.
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A los 33 años dijo experimentar ataques psicóticos durante los meses previos a los asesinatos, se sentía constantemente atormentada por ángeles y demonios que veía en alucinaciones.
El 23 de abril de 1989, el ex esposo de la mujer recogió a los niños de la escuela y los llevó a casa de Claudia, donde mantuvieron una acalorada discusión porque este quería regresar con ella, pero le reclamó por un sacerdote llamado Ramón, con quien se rumoraba tenía una relación sentimental. Ella defendió al párroco y rechazó la reconciliación, después amenazó al ex marido diciéndole que se iba a arrepentir.
Posteriormente, Mijangos acostó a sus hijos y llamó a una amiga cercana porque unas voces le habían advertido que Mazatlán ya no existía y “Querétaro era un espíritu”, su amiga le pidió calmarse y le prometió visitarla durante la mañana.
Tras la llamada, Claudia tomó tres cuchillos, se vistió y fue a buscar a sus hijos.
Atacó a su hijo menor, quien despertó a su hermana mayor con sus gritos, esta le pidió que parara, pero la apuñaló en repetidas ocasiones. Herida, logró huir, Claudia mientras tanto agredió a su otra hija, buscó a la mayor y culminó los asesinatos.
En 1990 fue sentenciada a solo 30 años de cárcel porque le diagnosticaron trastorno esquizoafectivo y epilepsia del lóbulo temporal, el 24 de abril de 2019 salió libre de la prisión para ingresar a una estancia psiquiátrica.
Actualmente se desconoce su paradero, pero vecinos rumoran que su casa está embrujada.
LA GÜERA DE SALTILLO
Una madrugada, el 24 de marzo de 2009, Saltillo sintió el verdadero terror cuando una madre asesinó a sus dos hijos en la casa ubicada en la calle Melchor Múzquiz del Centro Histórico.
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Ese día vecinos llamaron al 911 pidiendo auxilio, porque había un fuerte incendio. Cuando las autoridades y los bomberos llegaron, se toparon con una desgarradora imagen, pues una familia estaba casi completamente carbonizada: Rocío Hernández “La Güera”, de 25 años, y sus dos pequeños hijos Saúl y Fátima de 11 y 5 años de edad.
Aún con vida, fueron trasladados a un hospital para recibir atención médica, donde uno de los menores informó a los oficiales lo que había sucedido: ella los llenó de gasolina y lanzó el cerillo.
Ambos menores fallecieron en el lugar, pero días más tarde — y en calidad de detenida— Rocío falleció al no soportar las heridas en su cuerpo.
Durante las investigaciones se reveló que “La Güera” trabajaba en las tardes en un bar y por las noches en un antro, estaba separada del papá de sus hijos y, momentos antes de la tragedia, había discutido con su pareja, el dueño de un antro.
Muy enojada tomó un taxi y pidió que la llevaran a conseguir raticida, pero como no lo logró compró combustible, se bañó junto a sus pequeños con el líquido y prendió fuego.
Mucho se dijo sobre la mujer y este caso, pues vecinos informaron que ella sufría de supuestas adicciones, padecía de enfermedades mentales y que no sentía afecto por sus hijos, pero aseguran que desde entonces horribles lamentos se escuchan durante las noches.
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