2024: ¿Votar para ganar? o ¿preparar la resistencia civil?
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La disyuntiva que presenta el 2024 para el elector de las clases medias y altas, marginadas por la 4T en este polarizado país, es terrorífica. Impulsar una participación masiva, en particular de jóvenes, para derrotar en las urnas a la 4T, o preparar la resistencia civil, de corte cívico ciudadana, para enfrentar a un régimen autoritario que buscará perpetuarse en el poder de manera indefinida.
¿Cuáles son los requisitos indispensables para derrotar a la 4T en 2024?
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a) Fortalecer el diálogo entre las clases medias y altas que alzaron la mano en las manifestaciones masivas a favor del INE en noviembre 2022 y febrero 2023, y los partidos políticos de oposición: PRI, PAN y PRD.
b) Unificar las distintas agendas ciudadanas −propuestas por Unid@s, Méxicolectivo, Sí por México, etcétera, con la propuesta de los partidos de oposición para definir una agenda única de corte socialdemócrata que enfatice la reconciliación nacional, alejada de la reconstrucción del pasado neoliberal o la restauración de la 4T.
c) Elegir un candidato de corte ciudadano con el carisma y la capacidad de esperanzar las conciencias y las acciones de clases medias y altas, de manera particular de sus jóvenes, y de sectores populares no anclados a la lógica clientelar morenista.
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d) Establecer entre militantes y seguidores de este frente nacional de oposición, una doble estrategia: ganar la presidencia y el Congreso Federal.
Como introducción a estos requisitos, PRI, PAN y PRD habrían de haber hecho, desde hace tiempo, su tarea: desnudar el autoritarismo creciente de AMLO y los riesgos evidentes para el futuro del país; mostrar de manera sistemática el divorcio entre la narrativa oficial y la realidad del México y defender a ultranza a la Suprema Corte de Justicia, al Tribunal Federal Electoral, al INAI y al INE del caballo de Troya personificado en su presidenta Guadalupe Taddei Zavala.
¿Qué tan distantes están esos requisitos de la realidad?
a) La efervescencia colectiva de las clases medias y altas corre en una lógica distinta a la de los partidos políticos: mientras las primeras, a gritos y sombrerazos, y desde una posición conservadora, buscan la supervivencia del país; los segundos sólo pretenden salvar sus pequeños intereses y/o sus pellejos personales.
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b) Dentro de esa misma lógica, los partidos soslayarán las reflexiones ciudadanas, definirán la agenda del frente de oposición nacional e impondrán al candidato a la presidencia de la República en 2024.
c) Desde su púlpito condenado a la derrota, los partidos llamarán a votar por el candidato del frente opositor y los candidatos del mismo al Congreso Federal.
Por si fuera poco, los partidos opositores no han hecho su tarea y la han transferido a algunos medios de comunicación, a analistas políticos y, sobre todo, a las clases medias y altas para realizarla a través de un activismo digital en redes sociales.
¿Alguien, en su sana mente, cree que este “ejército” descoyuntado, sin plan de ataque, compartido −más que el odio a AMLO− y sin liderazgo −excepto el que mejor convenga a los partidos de oposición− derrotará a la 4T en 2024?
Puntualizo. El año próximo, la 4T será distinta a la de 2018; estará debilitada por tres razones: los proyectos faraónicos de AMLO estarán incompletos, Morena se fracturará por su selección interna de “corcholatas” y AMLO caminará desnudo ante múltiples denuncias de corrupción de sus familiares cercanos y de sus funcionarios públicos.
Bueno. Ni así podrá el frente nacional opositor derrotar a Morena en 2024.
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¿Qué otro escenario pudiera presentarse? Si Movimiento Ciudadano no se alía al frente opositor y logra atraer a Marcelo Ebrard como su candidato a la presidencia, podría atraer, de manera pragmática, el voto de las clases medias y altas, hoy despreciado por los partidos opositores, con posibilidades de ganar las elecciones presidenciales.
Si más allá de este escenario, Morena gana las elecciones presidenciales con o sin mayoría en el Congreso Federal, las clases medias y altas tendrán que capacitarse para una larga lucha de resistencia cívico-democrática que trascienda su conservadurismo a ultranza y construya, de a poco, una alternativa de otro México posible. Volveré sobre este tema.
Nota: El autor es director general del ICAI. Sus puntos de vista no representan los de la institución