Agenda política (20)

Opinión
/ 4 septiembre 2022
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Se lo he contado aquí varias ocasiones, “El Señor de las Moscas”, novela de William Golding, es una extraordinaria exploración y aventura sobre la maldad, la psique humana (en niños), la perversidad siempre latente y al final de cuentas y de la cadena, la muerte. Matar para descartar al otro, al enemigo, al contrincante o posible contrincante. Es lo que hacen hoy los jóvenes: “bloquear” el número de celular o las cuentas virtuales de gente no deseada. Hoy es “bloquear”, mañana va a ser matar. De hecho, ya eso es hoy: matar al que se atraviesa en el camino, golpear en una fila del “Oxxo” al que osa atravesarse para adquirir un producto.

Hay ciertos hechos, eventos, situaciones, historias, cosas, inventos, que de tan a la mano, pasan desapercibidos en este tiempo. Pero sin los cuales, somos nada, hombres al agua brava. Sin estos hechos, situaciones o inventos, digamos, es difícil o imposible ser o haber llegado a ser lo que hoy somos. Una de estas cosas de dioses, no de humanos, es el control y manipulación del fuego. Fuego creador, edificador, multiplicador, protector y si usted me lo permite, fuego humano.

Pero, también está lo otro, el otro lado de la moneda: fuego desbastador, fuego malsano, dantesco y acaso, fuego como pecado y condena. El infierno por muchos tan temido, tiene llamas ardientes avivadas ellas en un azufre inagotable, si le hacemos caso a los versos de John Milton. El fuego nos hizo civilizados y nos humanizó. ¿Sin fuego?, ¿sin una hoguera protectora para asar un animal cazado, sin hoguera para calentar a la tribu y espantar a los animales carroñeros; sin fuego ni hoguera para estar toda la familia y la tribu reunidos y así poder contar historias y cuentos?

Sin fuego ni hoguera se materializa el mal y el ser humano se convierte en un animal más. Un animal carroñero más. En “El Señor de las Moscas”, el protagonista, Ralph, uno de los dos guías de grupo, de apenas 13-14 años, un muchacho Alfa guiando a una treintena de niños y adolescentes de entre 6 y 13 años, hace la siguiente reflexión con uno de sus dos o tres escuderos, un niño regordete al cual, cómo no, le apodan “Piggy” (cerdo, cerdito): “Si toco la caracola y no vuelven, entonces sí que se acabó todo. Ya no habrá hoguera, seremos igual que los animales...”.

Punto uno: Sigue ardiendo el país, es literal. No es metáfora. Y siguen las mismas puntadas de siempre de Andrés Manuel López Obrador. Palabrería huera, distractores, eternos. Pero, la realidad es descarada y brutal. Estado tras Estado y día con día se suman ciudades completas en el desorden, la anarquía y el caos y violencia extrema de los cárteles del narcotráfico. Baja California, Jalisco, Michoacán, Zacatecas, Guanajuato, Chihuahua y en día pasado le tocó a la bella y otrora apacible Colima.

Punto dos: 15 de los 50 municipios catalogados o considerados por la misma Federación como prioritarios, reportan este año un aumento considerable en niveles de violencia. Al día viernes 19 de agosto, van más de 18 mil asesinatos dolosos en México. Está a tal nivel la violencia extrema y la maldad en el país, que el embajador norteamericano Ken Salazar de plano ha recomendado a sus ciudadanos no viajar a estas zonas del país.

ESQUINA-BAJAN

Punto tres: Los mexicanos no quieren a sus mujeres. Las detestan, las mutilan, las matan, las desangran, las marcan, las segmentan. No es sólo asesinarlas, matarlas y olvidarse de ellas, no. Ahora es infligir la mayor cantidad de dolor y laceración en sus bellos y débiles cuerpos. En el país hay más de 11 feminicidios diarios. Ninguna mujer está a salvo. Estas son algunas noticias fragmentarias en un país donde se privilegian los abrazos para no molestar a los miembros del crimen organizado, según la “estrategia” de Andrés Manuel López Obrador.

Punto cuatro: En Guadalajara (20 de agosto) en una bolsa, tiraron a una mujer. Bueno, lo que quedaba de ella. La simbología es evidente y obvia: la tiraron en una bolsa de basura, la tiraron en un basurero público donde hay desperdicios de todo tipo precisamente, pasto bravo e hirsuto y tierra suelta. ¿Qué es entonces una mujer y qué significa su presencia en el país? Es nada. Sólo basura.

Punto cinco: En Monterrey, un tirador, al estilo norteamericano, entró a una fiesta infantil y baleó a todo mundo. ¿Por qué lo hizo? Como lo dice el corrido de “Laurita Garza”, nomás por que las podía. Disparó en seis ocasiones. Hirió a tres jóvenes: Humberto Guerra (22 años), Denzel Raúl (16 años) y Jazmín Guerrero Carrizales (20 años). En Escobedo, NL (20 de agosto), en un Tsuru negro, dos hombres dejaron en una bolsa de plástico los restos mutilados de lo que fue un hombre.

Punto seis: Luego de desaparecida, encontraron muerta a la modelo tamaulipeca avecindada en la Ciudad de México, Yessica Hernández Prado de 28 años (19 de agosto). Y usted lo sabe, el asesinato de modelos y edecanes en la Ciudad de México, es un mal endémico y nadie hace nada por ellas. En Guadalajara, una mujer que se negó a ser abusada sexualmente... fue quemada con el mismo solvente que ésta inhalaba (9 de agosto)...

LETRAS MINÚSCULAS

“¿Dónde mora el espíritu...?”, se pregunta en un verso poderoso el poeta Seamus Heaney. En los mexicanos no hay espíritu, ni alma ni bondad. Nada.

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