aPLANando a MÉXICO: ¿Por qué el país no crece más y mejor? ¿Son las recetas, los cocineros o los ingredientes?
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Si los resultados de los planes fueran directamente proporcionales a los aplausos y autoelogios vertidos el día de la presentación, seríamos ya una Noruega
¿Por qué México no crece? Uno pensaría que esa debería ser una de las primeras y más importantes preguntas que un aspirante a presidente(a) o funcionario de alto nivel en temas económicos se haría. ¿A quién debemos considerar como principal responsable de los resultados que se ven en crecimiento económico del país? ¿Serán las políticas públicas; será el diseño, la ejecución o la calidad de estas; tal vez los encargados de ejecutarlas; la idiosincrasia del mexicano; la falta de Estado de derecho; será el destino manifiesto de un país conquistado hace 500 años y que se quedó con la maldición del país fallido; será la necedad (locura, diría Einstein) de hacer básicamente lo mismo y esperar resultados distintos; será culpa de que teníamos petróleo o de que no tenemos suficiente?
Supongo que todas las hipótesis son válidas y habrá más de una razón detrás del desastroso resultado en crecimiento económico (PIB y PIB per cápita) que ha sufrido México, comparado con otros países que hace 40 años nos veían hacia arriba. Sin embargo, después de décadas de crecimiento, que va de muy mediocre a pobre, definitivamente insuficiente y que, cuando lo hay, juzgando por el aumento de la pobreza y la desigualdad, ha sido de muy baja calidad, uno pensaría uno que con tantos funcionarios talentosos que ha tenido la administración pública, ya estaríamos intentando algo distinto para revertir con urgencia cuatro décadas de una curva de crecimiento muy aplanada.
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Desafortunadamente, siguen pasando los años, los sexenios y los gabinetes. Y con ellos desfilan ante nuestros ojos y cerebros variadas versiones de “planes” que pretenden cambiar la dirección de la economía sin hacer (casi) nada distinto. Se les bautiza con nombres que suenan importantes y serios; ya sean planes nacionales de desarrollo, anticrisis (Calderón), de reactivación (AMLO, con Tatiana Clouthier, tuvo dos de estos) o el flamante Plan México.
Así es, de la chistera de la maga en turno sale un nuevo conejo que se parece mucho al conejo de trucos y magos anteriores, aunque ya algo acabadón, ojeroso y con una oreja medio caída. Se presenta el plan con bombo y platillo, se toman muchas fotos, se manejan cifras alegres, se habla de metas que suenan geniales, pero que parecen muy limitadas (poquiteras) desde un inicio y, como es costumbre, esquivando “los cómos”.
Si los resultados de los planes fueran directamente proporcionales a los aplausos y autoelogios vertidos el día de la presentación, seríamos ya una Noruega de 130 millones de habitantes. Tristemente, en el camino han quedado planes, funcionarios, presidentes, gabinetes enteros que se han encargado, consciente o inconscientemente, de que la curva no levante. Así es como pasamos de ser la economía número 10 del mundo en 1980 a la 15 actualmente.
La presidenta Sheinbaum presentó el Plan México rodeada de sus principales funcionarios en materia económica, así como Marina, Defensa y Seguridad, estos tres, curiosamente, fueron presentados antes que el mismo secretario de Hacienda. Se habla de una estrategia integral que ubique a México entre las 10 economías más grandes (hoy somos la 15) para el año 2030 (en 1980 llegamos a ocupar esa posición). Esa meta principal suena bien intencionada porque reconoce que se necesita crecimiento económico, y aunque faltan muchos de “los cómos”, es difícil pensar que cambiará radicalmente el potencial de crecimiento de México. Así seguiremos atenidos a que, en un buen año, crezcamos alrededor del 2 por ciento, como se ha visto desde el año 2000 y que es más o menos lo que se espera crezca el país en 2025.
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El gobierno actual no ha publicado su objetivo de crecimiento anual para el sexenio, lo cual es preocupante, ya que a pesar de planes y metas que necesitan crecimiento relevante y sostenido, en diversas ocasiones la 4T ha mostrado su desdén por medir y procurar el crecimiento del PIB y ha sugerido otros índices para medir “felicidad” o “bienestar”. Recordemos que Fox tenía el objetivo de 7 por ciento y logró, en dólares constantes, 1.9 por ciento; Calderón quería 5 por ciento y acabó en 1.8 por ciento; Peña apuntaba a 5 por ciento y logró 2.5 por ciento; mientras que López Obrador acabó en 0.9 por ciento, cuando se fijó un objetivo del 4 por ciento.
Entonces, volvamos al contexto de la pregunta inicial: ¿Entiende el actual gobierno −y ciudadanos− por qué México no crece? ¿Qué de lo que propone el Plan México moverá la aguja para llevarnos al número 10 del mundo? ¿Hicieron un cálculo aproximado de cuánto debe crecer el PIB en dólares para lograr esa meta? Tengo la sospecha de que no, pero lo pongo en la mesa para que gobierno y ciudadanos podamos arrastrar el lápiz y ver el “cómo sí al top 10”: México deberá crecer cerca de 5 por ciento anual promedio cada año del sexenio de Sheinbaum. Es decir, durante seis años, cada año debemos crecer casi tres veces lo que en promedio crecimos cada año los últimos 25 años (1.74 por ciento). Y se piensa hacer esto sin tocar a cárteles económicos y monopolios públicos y privados, manteniendo el jineteo del IVA a empresas, sin aumentar y abaratar el crédito a las PYMES, con un carrito eléctrico de baterías D, construyendo satélites mexicanos y sin mejoras palpables en seguridad y Estado de derecho. No sé, creo que estamos ante los nuevos responsables de manejar la potente aPLANadora económica en que se ha convertido cada gobierno.