Aranceles noqueadores en pausa

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En este espacio, el 17 de noviembre del año pasado escribimos que la espada de Damocles colgaba ominosa sobre Coahuila, debido a la posible imposición de aranceles a nuestras exportaciones por Trump, a quien faltaban dos meses para asumir el poder. Pues bien, el destino nos alcanzó, y pese a la tregua concedida, el filoso metal oscila sobre nuestra cabeza.
Por mucho, el sector exportador clave en nuestro estado es el automotriz, el cual con 70 mil trabajadores -menos del cinco por ciento de la población económicamente activa-, aporta cerca del 40 por ciento del PIB de Coahuila. Esta industria en nuestra entidad se compone de tres grandes empresas terminales, ubicadas en Ramos Arizpe y en Derramadero, con alrededor de 300 proveedores.
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Se trata de la actividad clave en el estado, con un impacto social sobre cerca de 675 mil personas, considerando empleos directos, indirectos y los dependientes económicos de los trabajadores. Si aplicamos el mismo criterio en el caso de AHMSA, que está parada, en el área de Monclova se tiene una población afectada que ronda las 385 mil personas. En estas dos regiones el impacto potencial conjunto, podría afectar a 1.1 millones de coahuilenses; el 34 por ciento de la población total del estado. Este es el daño catastrófico que estaría en juego en caso de no alcanzar un acuerdo con Estados Unidos.
El 86 por ciento de las exportaciones de la Región Sureste de Coahuila, en las que predominan por mucho las del sector automotriz, va al mercado estadounidense, sin embargo, hay que tomar en cuenta lo exportado por las maquiladoras y por la región de Torreón en la misma rama, lo que nos permite dimensionar el rol determinante de este sector en la economía estatal.
Los aranceles son el instrumento de presión para obligar a Sheinbaum a mostrar más resultados en el combate a las drogas, entregando peces más gordos al sheriff del norte, adicionalmente con ellos Trump pretende eliminar el superávit comercial a nuestro favor. Este último es el precio que nos quiere imponer ante el éxito logrado por Salinas, con el acuerdo implementado eficientemente por el equipo negociador mexicano, el cual estuvo liderado por Herminio Blanco, quien fue un brillante estudiante de economía en el Tecnológico de Monterrey, donde fuimos compañeros de clase entre otros: Enrique Martínez, Eloy Dewey, Luis Antonio Valdés, José Luis Moreno, Bernardo Meza y un servidor.
La imposición de aranceles implica poner en riesgo la existencia del tratado comercial de América del Norte, el cual se diseñó con la idea de constituir la región económica más importante del mundo para, entre otros aspectos, enfrentar la competencia de China. Asimismo, ello aumentaría la probabilidad de una recesión en México, la que se combinaría con un aumento de la inflación. Este escenario pudiera darse también en Estados Unidos ante los errores de Trump, sin embargo, ellos tienen mayor capacidad para enfrentarlo.
Incluso sin aranceles de por medio, los indicadores son negativos: Banamex estima un crecimiento cero del PIB de México para este año, y la inversión entre diciembre del 2023 y el 2024 disminuyó 4.1 por ciento. Esto a su vez, presiona a la baja la recaudación federal, lo que impactaría las finanzas de Coahuila. Por lo pronto ya abandonó el barco Rogelio Ramírez en Hacienda.
Se especula que Trump frenó la entrada de los aranceles debido a las presiones de las grandes empresas automotrices de Estados Unidos, pero también, en serio y en broma, por la inconformidad de los “Red Necks” -la versión gringa de nuestros chairos-, que son afectos a las pick ups RAM, cuyo precio se dispararía con un arancel del 25 por ciento. Por ejemplo, uno de estos vehículos con un precio actual de 51 mil 200 dólares, costaría con impuestos 64 mil dólares; 12 mil 800 dólares más, lo que afectaría sus bolsillos.
Así las cosas, nos conviene llegar a un arreglo con Trump, porque nos encontramos en una posición asimétrica de debilidad, y somos altamente dependientes en energéticos y alimentos, por mencionar dos rubros. Mientras ellos nos apuntan con una pistola, nosotros empuñamos con patriótico orgullo una flamante resortera desde la plancha del Zócalo.