Block de notas (29): Meditaciones
Lo he contado antes y cuando inicié esta saga de textos, de los cuales usted me ha pedido abonar nuevas letras: Escribo a mano, es decir, con estilográfica o de preferencia con lápiz (Faber- Castell), estuche de lápices de los cuales el atildado abogado Alfonso Yáñez Arreola me ha regalado un paquete de cinco: un lujo y atención invaluable.
Escribo con lápiz sobre cuadernos, diarios, libretas o tablas de madera con broches, las cuales compro, y luego les hago sus respectivos blocks de notas, cortadas de hojas blancas a la medida. Ya luego viene el proceso de capturar los textos en una computadora. Es decir, los vuelvo reescribir para su posible edición. ¿Es trabajo doble o triple? No lo sé. Es sólo trabajo. Y como tal, lo disfruto y no pienso cambiar.
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¿Soy un primitivo al escribir aún en blocks de notas con mis finos lápices de madera, los cuales atesoro por un motivo: cada día terminado es casi imposible conseguirlos de nuevo? Las notas, las cuales voy apilando (letra sobre letra redonda, sin orden ni concierto), son de todo tipo de pelaje. Incluyendo, claro, mi obra muy personal.
Es decir, apuntes, textos, poemas, reflexiones, etcétera; letras las cuales se convertirán en libros completos, aunque ya casi no publico como tal. Nada me urge en este mundo. Todo llegará a su tiempo. He decidido empezar a publicar aquí estas notas porque son como agua en el estanque: el agua inmóvil también se pudre con el tiempo.
Y en honor a la verdad, ahora al releerlas para usted el día de hoy y corregirlas, de decenas o cientos de ellas en mis cuadernos, la gran mayoría no pasan de moda y, de hecho, se agigantan con el tiempo. Trato de una constante: no escribir a bote pronto ni de moda. Pero eso sí, tomo los datos, las estadísticas, etcétera, para luego, contextualizar aquello.
Nota uno: Hace relativamente poco mandé en inicio de semana el siguiente mensaje vía SMS a alguna gente. Es una constante, es un hábito, una jefatura, algo lo cual me acompaña desde hace un buen de años a la fecha. Diario. Lea usted mis palabras: “Ya me tomé mi café diario conmigo mismo. En silencio. Y me hice la misma pregunta: ¿hoy qué quiero ser, hoy qué quiero hacer? ¿Y el tener? Pues eso llegará por añadidura. ¡Buen día!”.
Nota dos: ¿Cuál es el primer sentimiento de los humanos? ¿Cuál sería el primer sentimiento o emoción de los primeros humanos? Mejor deletreado: ¿Cuál fue el primer sentimiento de los primeros humanos sobre la tierra? Me decanto por uno, como todos los sentimientos o emociones, un intangible: el miedo. El miedo de Adán y Eva de ser vistos por su Dios colérico, Iahvé. ¿Lo duda? Lea usted Génesis 3. 1-24: “... Más Jehová Dios llamó al hombre y le dijo: ¿dónde estás tú?/ Y él respondió: oí tu voz en el huerto, y tuve miedo...”. Escribió el filósofo y escritor Ralph Waldo Emerson: “Haga usted aquello que teme hacer y lo eliminará.”
Nota tres: Hay muchos y variados problemas de salud de los humanos hoy en día. México es líder en varios problemas de salud a nivel mundial. Cosa nada agradable, por cierto. Es pandemia la salud mental de los mexicanos. La diabetes. Los problemas del corazón. El alcoholismo incontrolable de todo mundo. Pero he notado, en varios conocidos que me dispensan su amistad, uno grave, el cual es sordo, pero daña para siempre: no pueden ir al baño. No puede ir al retrete. En un buen y fluido castellano, no pueden ir a cagar como Dios manda. Defecar, pues.
ESQUINA-BAJAN
Nota cuatro: ¿Cuánto es el tiempo, digamos, “normal” que deben pasar de días para ir o no ir al retrete? ¿No deberíamos de ir diario? Es decir, si usted diario come, pues hay que ir diario al baño. Para desgracia de los humanos y debido a la pésima alimentación de hoy, lo anterior es casi imposible. Y lo anterior, ir al baño, lo emparento con mi hermano, el mecánico unido a la eternidad desde hace años, Alberto Cedillo. El cual iba al baño, sí, pero se tardaba minutos, casi horas en él... leyendo.
Nota cinco: Allí, en ese peculiar lugar que los mexicanos llamamos “el trono”, mi hermano leyó casi toda la obra de Juan García Ponce, hoy injustamente olvidado. Nunca leyó poesía. No le gustaba. Pero sí le gustaban y mucho los cuentos. La narrativa. Y escogió de mi biblioteca al gran García Ponce y lo hizo suyo. Y eso de que mi hermano leyese en el baño, para muchos mexicanos no es novedad.
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Nota seis: De hecho, forma parte de su cultura. Me ha recordado aquel explosivo e irreverente ensayo de uno de los escritores malditos de todos los tiempos, con el cual iniciamos esta saga en su momento, el gran Henry Miller, libro el cual se titula, como no, “Leer en el Retrete.” (Navona Editorial. Barcelona, España). Sí, don Henry Miller leía más en el “toilet” (ensayo publicado originalmente en 1952) que en las bibliotecas... y así rueda rodando, al leer a dos escritores que ganaron el Premio Nobel en su momento, Albert Camus y Camilo José Cela, en sus textos portentosos, sus personajes, varios de ellos, se la pasan en... el retrete.
LETRAS MINÚSCULAS
El gran, gran emperador y filosofo romano, Marco Aurelio, dejó en sus “Meditaciones”: “La vida de un hombre la hacen sus pensamientos”. Sin duda, caray, sin duda. Meditaciones en el trono.