Brincos sobre la marimba

Opinión
/ 9 abril 2025

“La marimba tiene el alma sonora del bosque nativo”

Manuel Múzquiz Blanco

Los europeos invadieron las costas de África Occidental para secuestrar a miles de negros convirtiéndolos en esclavos en América. Entre el siglo XVI y finales del XIX, holandeses, ingleses y españoles convirtieron en esclavos a alrededor de 12.5 millones de africanos, arrebatados a Costa de Marfil, Ghana, Benín entre otras regiones. Los africanos trajeron su profunda cultura, entre cuyos instrumentos musicales se encontraba el balafón. Se trataba de un teclado de madera con resonadores de calabaza, cuyo sonido se obtenía al golpear con dos mazos forrados unas barras de madera.

En el seno mexicano el balafón se encontró con centenares de instrumentos lugareños ahijados por las múltiples culturas precolombinas, y cuyos vestigios perduraban más allá de la conquista. Por referir solo los de percusión, entre los mayas estaban los boxel-aak y los pach-aak que eran caparazones de tortuga percutidos en sus dos lengüetas; y el k’ayum, una suerte de timbal de barro; mientras en el centro los mexicas usaban los huehuetl, o tambores; los teponaztli y tecomapiloa, ayotapálcatl, caparazones de tortuga que se percutían. También estaban los instrumentos de fricción como los tzicahuaztli, que eran ludidores de hueso, y los camachalli o quijadas de venado o jabalí. La mezcla de tantas percusiones repercutió en la música popular hasta derivar en la marimba, y de ésta el vibráfono, instrumento que cobró relevancia en el jazz a manos de Lionel Hampton (1908-2002).

En México la marimba quedó unida a los ritmos populares tradicionales caribeños como sones, cumbias, charangas, así como a boleros, polkas, valses, y hasta paso dobles. Un caso singular de un marimbista legendario es Juan Cipriano Lagunas, de quien se dice nació en Tonalá, Chiapas, alrededor de 1842, sin registro de fallecimiento. Fue uno de los soldados voluntarios del Ejército de Oriente, comandado por Zaragoza y conformado, entre otros, por indígenas maseualmes, nahuas y totonacos. Según el historiador Jesús C. Romero, Lagunas ofreció conciertos de marimba en México, Cuba y Santo Domingo. No se conservan imágenes ni grabaciones de Lagunas. De quien sí se guarda fresca memoria es de Zeferino Nandayapa Ralda (1931-2010), fundador en 1960 del Cuarteto Clásico Nandayapa.

Con Zeferino Nandayapa se rompió el eslabón que unía a la marimba con la cultura popular, para abrirse a la interpretación de obras clásicas. En 1972 el Cuarteto Clásico interpretó la Tocata y fuga en re menor, BWV 565, de J. S. Bach, en el marco de los juegos olímpicos de Múnich; en 1984 estrenó la singular sinfonía concertante para marimba, cinta magnetofónica y orquesta El espíritu de la tierra (1983-1984), del chiapaneco Federico Álvarez del Toro (1953), dirigida por el capitalino Enrique Bátiz y la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de México. Su prístina perfección llevó al Cuarteto Clásico a Londres en 1989 donde realizó una nueva versión del concierto, esta vez dirigido por Eduardo Mata, con la Orquesta Filarmónica Real. Hay un álbum con la Orquesta filarmónica de la Ciudad de México, dirigida por Álvarez del Toro, bajo el sello Ángel Records, 1985.

Más o menos por esos años la marimba se desprendía formalmente de su muy noble pasado popular, para asumir un nuevo rol en los escenarios académicos mexicanos. El michoacano Jesús López Moreno (1971) —actual Maestro de Capilla de la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe—, había escrito en 1996 el Trío para piano, marimba y flauta). El también capitalino Javier Álvarez (1956-2023) escribió en 1984 Ki Bone Gaju para marimba y trombón, y en 1997 Nocturno y toque, para dos tambores metálicos y dos marimbas, publicada en el álbum World premiere recordings - Grabaciones de estreno con el ensamble de percusiones Tambuco, bajo el sello Quindecim Recordings, 2001. De Javier Álvarez invito a la escucha de su ópera cubista Mambo a la Braque (1990, en el sello canadiense Empreintes DIGITALes)

El mexicano-estadounidense Ricardo Zohn Muldoon, (Guadalajara, 1962), compositor deslumbrante por sus prodigiosas experimentaciones, escribió en 1989 Danza nocturna, para chelo, marimba y piano (Bridge Records, 2010).

La nómina de autores mexicanos y obras para marimba de concierto se extiende más allá de su paciencia, estimado lector, por lo que se pone punto a estos brincos apretados sobre la marimba.

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