Bustamante, tierra de migrantes

Opinión
/ 12 mayo 2024

Hoy el tema migratorio es uno de los más sustantivos en la agenda mundial. La historia ha consignado algunas migraciones masivas desde la última glaciación, la llamada Glaciación de Wisconsin. Los estudiantes de primaria de la década de los años sesenta aprendimos que por el Estrecho de Bering que unió el extremo de Siberia con el extremo occidental de Alaska cuando bajaron los niveles del océano migraron nómadas de Asia oriental hacia el Continente Americano siendo los predecesores de amerindios que se fueron sembrando de norte a sur.

Hay evidencias notables en los rasgos físicos de algunos pueblos originarios mexicanos que los vinculan a las raíces orientales siberianas, por el ejemplo los pueblos rarámuri y yaqui en el noreste de México; los pueblos otomíes y mazahuas en el centro del país y los chontales en el sur sureste quienes también tienen ascendencia olmeca-maya.

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Al irse sembrando del norte hacia el sur del continente que desde hace no mucho tiempo llamamos América, porque el Holoceno y sus migrantes llegaron al territorio hoy americano, muchos miles de años antes que los conquistadores y colonizadores -según sea el caso-, provenientes de Europa.

En Latinoamérica incursionaron conquistadores españoles y portugueses, pero antes existieron asentamientos humanos de grupos recolectores-cazadores, lo que puede observarse en sitios arqueológicos del noreste mexicano. En territorio neoleonés existen en el municipio de Mina, los sitios de Boca de Potrerillos y Chiquihuitios; y Moritas I y II en el municipio de Villaldama. Sin mencionar los encontrados en el municipio de Aramberri. Asentamientos que datan entre diez mil y seis mil años de antigüedad, anteriores por supuesto a los sitios arqueológicos mesoamericanos, aunque en el municipio de Tacotalpa, Tabasco, se localiza el sitio arqueológico de Puyil que data de seis mil años de antigüedad.

Una diáspora importantísima dentro de la entonces Nueva España fue la de 401 familias tlaxcaltecas conformadas mayormente por personas de la base de la pirámide social, que migraron hacia el norte en 1591 luego de la firma de las Capitulaciones del Virrey Luis de Velasco y Castilla. Gracias a dichas capitulaciones llegaron algunas familias tlaxcaltecas en 1591 a poblar paralelamente a Santiago del Saltillo, fundada en 1577, el potente y revelador pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala que de sí propició la colonización de cerca de quince nuevas poblaciones de raigambre tlaxcalteca en la región noreste de la Nueva España incluyendo la del Pueblo de indios de San Miguel de Aguayo de la Nueva Tlaxcala y Misión de Nuestra Señora de los Dolores, en la que intentaron culturizar a los alazapas oriundos y dueños del territorio que estaban colonizando. Esa fue una diáspora de sur a norte, al contrario de la primera gran migración que citamos al principio de este texto.

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Otra migración enorme de sur a norte es la que se ha venido dando desde los años cuarenta del siglo XX, hacia la Unión Americana En la actualidad son casi 12 millones de mexicanos los que han migrado recientemente, del total de 126 millones de personas con raíces mexicanas que habitan los Estados Unidos. Ellos generan muchas remesas la última de ellas en el 2023 de 68 mil millones de dólares.

En Bustamante, Nuevo León, contamos con un monumento al migrante desde el 2014, ubicado en la explanada del Museo de la Memoria Viva, no hay otro monumento que agradezca la generosidad de los migrantes en el noreste mexicano. De julio a diciembre del 2023 se enviaron a Bustamante remesas equivalentes a 1.49 millones de dólares, de acuerdo con el Banco de México. Sin duda el principal detonador de la economía local de los pobladores.

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