Celebrando la diversidad de la comunicación: Día Internacional de las Lenguas de Señas
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El 23 de septiembre se celebra el Día Internacional de las Lenguas de Señas. Esto fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el 2017. Desde hace seis años esta fecha ha sido una herramienta para apoyar y proteger la identidad lingüística, así como la diversidad de las personas con discapacidad auditiva o usuarios de lenguas de signos.
Este día no sólo nos recuerda la importancia de las lenguas de señas, sino también es un llamado a la acción para fomentar y promover la inclusión de las personas con discapacidad auditiva a través de la comunicación. Además, se reconocen las lenguas de señas como parte de los paisajes lingüísticos. Las lenguas de señas van más allá de ser gestos o movimientos de manos; son sistemas de comunicación completos con su propio léxico, que permiten a las personas expresar sus pensamientos, emociones y necesidades. Cuando las personas se comunican a través de lenguas de señas en realidad su atención no se centra en las manos, sino en la cara debido a que esta expresa si lo que se está diciendo es, por ejemplo, una pregunta o una afirmación.
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Actualmente, la sociedad se encuentra cada vez más enfocada en la diversidad y la inclusión; por lo que las lenguas de señas desempeñan un papel fundamental facilitando el acceso a información importante que va desde datos que se encuentran relacionados con necesidades básicas y cotidianas. Sin embargo, las lenguas de señas no se limitan a proveer información solamente vital, sino que también permite la integración de las personas con discapacidad auditiva en distintos ámbitos, como el educativo, laboral y social.
Existen más de 300 lenguas de señas repartidas en todo el mundo; incluso se puede decir que cada país tiene una o varias lenguas de señas propias. No existe una sola debido a que igual que las lenguas habladas, las de señas son parte de la cultura de cada región en donde nacen y se desarrollan. Se afirma que no existe una lengua de señas por cada lengua oral, la evolución es tanta que todo depende del contacto entre las personas.
A pesar de los avances en la promoción de las lenguas de señas, así como de la inclusión a personas con discapacidad auditiva, aún se enfrentan a desafíos que impactan de manera negativa su desarrollo personal. Por ejemplo, el hecho de lograr comunicarse con las personas oyentes que les rodean, y esto no sólo se reduce a un tema de diálogo, sino que va más allá afectando ámbitos cognoscitivos, emocionales y sociales.
Existen en México aproximadamente 2.3 millones de personas con discapacidad auditiva, pero solamente hay entre 87 y 100 mil señantes, es decir, personas que se comunican con lengua de señas. Lo anterior evidencia la gran brecha que existe entre cifras (apenas el 4 por ciento está en posibilidad de comunicarse). Aprender alguna lengua de señas cuesta en promedio aproximadamente 3 mil pesos mexicanos cuando se trata de cursos cuatrimestrales, aunque también existen opciones en las que los cursos son particulares y el precio de la hora clase depende del lugar. De igual manera hay que señalar que existen cursos en línea o talleres que se imparten por las instituciones gubernamentales de manera gratuita. No obstante, sigue sin ser suficiente.
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Lo anterior implica que no basta con la voluntad de querer aprender alguna lengua de señas, también es necesario contar con espacios permanentes de enseñanza para todas las personas. O, dicho de otra manera, la responsabilidad social de inclusión a personas con discapacidad auditiva no debe estar condicionada a la cantidad de dinero o tiempo que se debe invertir para podernos comunicar. Aprender a hablar no nos costó dinero, ¿por qué habría de costarle a ellos?
Por otro lado, resulta poco realista el aprendizaje en masa de lenguas de señas por parte de toda la población. Situación contraria si lo enfocamos a las personas que se dedican al servicio público; en su caso, es obligación del Estado que todos sus agentes, sin importar el rango, puedan comunicarse con aquellos que necesitan la atención institucional, sea municipal, estatal o federal. En ese sentido, la priorización del sector público para la formación en alguna lengua de señas no debe hacernos olvidar que la obligación de progresividad de los derechos humanos implica que se deben hacer todos los esfuerzos para alcanzar un objetivo lo más pronto posible y en atención al contexto específico de cada país.
Así mismo, todas estas acciones que se reclaman a los Estados están enfocadas a respetar y garantizar los derechos humanos de todas las personas, sólo así podremos referirnos a que estos son universales. Que este Día Internacional de las Lenguas de Señas no quede sólo como recordatorio o conmemoración, sino que sirva para reflexionar sobre las acciones que cada uno de nosotros toma para contribuir en la construcción de una sociedad más inclusiva, respetuosa e igualitaria.
La autora es auxiliar de investigación del Centro de Educación para los Derechos Humanos de la Academia Interamericana de Derechos Humanos
Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH