Claudia Sheinbaum será la primera presidenta de México
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La primera mujer que ocupará la Presidencia de México podría ser también la responsable de modificar radicalmente la estructura del poder público gracias a la concreción del ‘Plan C’
Al final, las encuestas tuvieron razón: la candidata de la coalición encabezada por Morena, Claudia Sheinbaum Pardo, siempre tuvo la simpatía de la mayoría del electorado mexicano y, al conocerse los resultados del conteo rápido ordenado por el Instituto Nacional Electoral (INE), se confirmó que será la primera mujer en asumir la Presidencia de la República en nuestro país.
El resultado de ayer constituye un claro mandato y por ello, sin duda, pese a la tensión que se vivió en las horas transcurridas entre el cierre de las casillas y el anuncio oficial de los resultados, tanto Xóchitl Gálvez como Jorge Álvarez Máynez reconocieron la derrota.
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La proyección de lo que, con toda certeza, conoceremos en los próximos días, es un resultado histórico en más de un sentido.
Por un lado, estamos ante el hecho de que nuestro país se suma, después de más de 200 años de historia, a la lista de naciones del continente en las cuales una mujer accede a la titularidad del Poder Ejecutivo. Se trata de un suceso que dista mucho de ser anecdótico.
Pero no sólo eso: de acuerdo con las proyecciones reveladas anoche, Claudia Sheinbaum contará con el respaldo de una amplia mayoría en el Poder Legislativo. A reserva de que los datos oficiales lo confirmen, esta podría ser incluso mayor a la obtenida por López Obrador hace seis años.
¿En qué tipo de gobierno se traducirá la incuestionable victoria obtenida por Claudia Sheinbaum y la coalición que la respaldó? En principio no hace falta especular mucho al respecto: la candidata triunfadora fue muy clara a lo largo de su campaña respecto del ideario con el cual buscó el poder.
Una de las acciones centrales en dicho ideario es el denominado “Plan C”, un conjunto de propuestas de reforma legislativas que el presidente López Obrador ya envió al Congreso de la Unión y cuya aprobación, se ha dicho, buscarán concretar en el último mes de este sexenio. Ayer obtuvieron los votos necesarios para lograrlo.
Para diversas voces, el contenido de dicho Plan representa demoler los avances logrados en México durante la denominada “transición a la democracia”, es decir, el periodo transcurrido entre 1997, cuando el PRI perdió por primera ocasión el control del Poder Legislativo, y la conclusión del gobierno de Enrique Peña Nieto.
Con independencia de que se coincida o no con ese análisis, resulta imposible ignorar que la idea fue claramente planteada por sus promotores, además de ampliamente difundida y discutida durante varios meses y los electores decidieron respaldarla de forma abrumadora en las urnas.
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Tales ideas constituyen el núcleo de lo que Claudia Sheinbaum ofreció como “el segundo piso de la cuarta transformación” y, en ese sentido, implican una profundización de las ideas que han sido ejecutadas desde el poder a lo largo de este sexenio.
Con independencia de la opinión que se tenga sobre ellas, la hoja de ruta de la primera Presidenta de México está muy clara y apunta hacia una reorganización profunda del Estado mexicano.