Ayer 1 de octubre, Claudia Sheinbaum tomó protesta como primera presidenta constitucional de la República en la historia de México.
Reseño, a continuación, lo bueno, lo malo y lo feo de tal evento.
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LO BUENO
- La solidez de la estructura, el contenido y la presentación del mensaje de Claudia a la nación.
- El deslinde respecto a AMLO en cuatro temas: 1) el ideológico; Sheinbaum regresó a sus raíces de izquierda histórica, a las cuales, AMLO nunca perteneció; 2) el feminista: Claudia afirmó su reencuentro −histórico, político y espiritual− con sus posturas feministas que incluyó una revalidación de la mujer mexicana a partir de su contribución integral a la vida de nuestro país; 3) el medioambiental: Sheinbaum refrendó su compromiso como académica y científica con una transición energética que enfatiza la producción y uso de energías renovables para combatir el cambio climático; y 4) el vínculo con las víctimas: al contrario de AMLO, quien nunca se dignó ensuciar “su vestidura presidencial” en estos casos, Claudia estará mañana en Acapulco para atender personalmente a los damnificados del huracán “John”.
LO MALO
- La demagogia de Sheinbaum para reciclar las mentiras de AMLO en los temas de pobreza, desigualdad, deuda, empleo, inflación, fortaleza del peso e inversión extranjera directa.
- Haber desmomificado a Ifigenia Martínez, ilustre economista de la izquierda histórica, para que Claudia acuñase el mensaje de un retorno a sus raíces de izquierda a través de una mujer de 94 años que, aunque ejemplar, hablaba con dificultades, mientras respiraba a través de un tanque de oxígeno y permanecía con nula movilidad, sentada en una silla de ruedas.
Las malas lenguas aseguran que Ricardo Monreal, líder morenista de la Cámara de Diputados, bajo el pretexto de que Ifigenia estaba delicada de salud, ofreció al equipo de Sheinbaum vestirse de mujer con un traje típico de Zacatecas compuesto por faja, chincuete, blusa, rebozo y huaraches. Los integrantes del equipo de la Presidenta rechazaron tal propuesta porque entendieron de inmediato que Monreal estaba dispuesto a todo para no ser desplazado por Martínez.
- La pobre representación de mandatarios internacionales a la toma de protesta de Claudia demostró el aislamiento y rechazo global en el cual está situado México por esa visión rancia, anacrónica, provincial y ultranacionalista de AMLO, fijada en esta su frase setentera: “la mejor política exterior es una buena política interna”. Misma que sepultó el sueño guajiro de AMLO, de corte echeverrista, para llegar a ser el líder de América Latina. Y, de paso, también enterró nuestra incipiente democracia y a un enramado institucional en proceso de construcción.
LO FEO
- El lenguaje corporal de AMLO que, arremolinado en su silla, miraba con recelo y desconfianza a la presidenta Sheinbaum, sin saber qué posición o mirada adoptar; incómodo o molesto quizá por sentir en ese momento los efectos del síndrome de ausencia del poder.
- La resistencia de AMLO para dejar el presídium de la ceremonia como simple ciudadano, ante la indicación de la moderadora y diputada Ifigenia Martínez. Por el contrario, AMLO abrazó y besuqueó a Claudia y a Ifigenia cuantas veces pudo y cuando no encontró estilo de abrazo distinto o espacio físico permitido en público que besar, tuvo que irse por una puerta lateral como cualquier vulgar ciudadano sin banda presidencial.
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- La típica falta de institucionalidad de AMLO, permeada por su odio y resentimiento personal, para no saludar a Norma Piña, la ministra presidenta del Poder Judicial.
- La irracionalidad fanatizada de diputados y senadores morenistas para aplaudir, como focas delirantes, las palabras de Claudia cuando mencionó la aprobación de las reformas al Poder Judicial y la adscripción de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa; a pesar de no respetar el mínimo procedimiento legal y parlamentario e ignorar, en el caso de la reforma judicial, los distintos amparos para suspenderla.