Coahuila: Política ambiental: muchas palabras, muy pocos hechos

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La contingencia ambiental de los últimos dos días en el norte del país ha revelado, entre otras cosas, una muy pobre −y preocupante− capacidad de reacción de las autoridades del ramo
Si se revisa la legislación vigente de Coahuila, uno encuentra que si algo se ha hecho con diligencia es crear normas jurídicas que establecen claras obligaciones para las instituciones públicas, los individuos y las empresas en relación con la protección y cuidado del medio ambiente, los recursos naturales y la protección civil.
Existen, en la legislación vigente de nuestra entidad, al menos siete ordenamientos cuyo objetivo es detallar las reglas a seguir para garantizar que las actividades humanas convivan de forma armónica con el entorno, es decir, que no agredan al medio ambiente y, en última instancia, no reduzcan nuestras posibilidades de perdurar como especie.
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Pero, como suele ocurrir con múltiples apartados de la vida pública en nuestro país, el que existan múltiples leyes, reglamentos, manuales, estrategias o políticas, para que se haga tal o cual, no garantiza en modo alguno que los objetivos establecidos en dichos documentos se cumplan o, al menos, se persigan con seriedad.
Y si en un terreno esto es cierto es, por paradójico que parezca, en el de la protección al medio ambiente, pese a que descuidar este rubro no obra sino en perjuicio de nosotros mismos.
Porque, llegados a este punto, es preciso reiterar lo que hoy señalan los activistas más aventajados en materia ambiental: todo lo que hacemos los seres humanos por el entorno son acciones que deben llevarse a cabo, no para “proteger al planeta” ni, como algunos más pretenciosos plantean, “salvar al planeta”.
Aquí conviene recordar un detalle clave: el planeta estaba aquí millones de años antes de que nosotros apareciéramos en él. Y seguirá por millones de años más después de que nuestro afán destructivo nos conduzca, eventualmente, a la extinción. Porque el planeta no nos necesita, sino exactamente al revés.
El prolongado liminar viene a cuento a propósito de la muy pobre reacción que en los últimos dos días han tenido las autoridades estatales y municipales responsables de la protección civil y ambiental frente a la nube de polvo que ha cubierto casi todo el norte del país.
Es verdad: estamos ante un fenómeno natural imposible de controlar o prevenir, pero ante el cual sí es posible reaccionar de forma adecuada, sin embargo, eso es justamente lo que no se ha hecho en Coahuila.
El episodio revela claramente que la existencia de instituciones dedicadas a la atención de este tipo de fenómenos, así como la multiplicidad de normas jurídicas que debieran orientar su actividad, de nada sirven si no existe un compromiso real con la entrega de resultados concretos.
Y es que si algo no cabe en este rubro son las poses o los intentos por sustituir con discursos o campañas propagandísticas la ausencia de políticas eficaces: todo lo que dejamos de hacer para preservar realmente el medio ambiente y reaccionar de forma adecuada ante los fenómenos naturales tiene repercusiones concretas... y eso se nota.