Coahuila: Rodeo Gubernatura 2029 (I)

Opinión
/ 17 octubre 2025

Si Fernández insiste en amplificar su debilidad sin aprovechar las oportunidades aquí planteadas, su futuro político como posible candidato a la gubernatura quedaría triturado

Pudiera parecer temprano –para algunos lectores– hablar de las elecciones para la gubernatura en 2029, cuando hay dos elecciones previas: 2026 (diputados locales) y 2027 (alcaldías y diputados federales). Sin embargo, el estilo de gobernar, trepidante y disruptivo, con énfasis en un cambio generacional del gobernador Manolo Jiménez, lo permite.

En dos años, que parecería un sexenio por su intensidad, hemos visto un cambio sustantivo en el ejercicio del poder, no imaginado por ningún gobernador previo. Y, como resultado, hemos observado un cambio en la correlación de fuerzas de los grupos políticos priistas en Coahuila que fortalece de manera casi absoluta al grupo político del gobernador Jiménez.

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Entre esas impensadas transformaciones del poder político estatal surgieron, desde un inicio, dentro de un cascarón de huevo orgánico y de libre pastoreo de cepa jimenista, los posibles candidatos a la gubernatura del estado: Federico Fernández, fiscal general; Luz Elena Morales, presidenta de la Junta de Gobierno del Congreso Estatal; María Bárbara Cepeda, secretaria de Vinculación Ciudadana, Proyectos de Innovación Social e Inversión Público Productiva; Javier Díaz, alcalde de Saltillo; Gabriel Elizondo, coordinador estatal de Mejora Coahuila y un caballo negro, cuarto de Milla mixto y de pura sangre inglés, que se mueve veloz, ágil y resistente entre las tinieblas del poder. Todos lucen, justo es decirlo, aunque no lo manifiesten, como vaqueros de rodeo atejanado, listos para montar al toro llamado “Bushwacker”, legendario por su fuerza bruta, imprevisibilidad y consistencia en derribar jinete.

Analizaré cada caso a través de la técnica del FODA (Fortalezas, Debilidades, Oportunidades y Amenazas) para precisar el lugar en el cual se encuentran ellos al día de hoy.

Las fortalezas de Federico Fernández son: ha forjado, con eficacia institucional, la política de seguridad pública del gobernador Jiménez y, por ende, ha fortalecido el eje central que suma empleo, inversión, gobernabilidad y percepción de seguridad en las cinco regiones del estado.

Su trabajo y, el de su equipo, está en sintonía con el compromiso del gobernador Jiménez de blindar Coahuila para evitar el retorno del crimen organizado, a partir de tres acciones: la inversión histórica en seguridad, el fortalecimiento del Modelo Coahuila de Seguridad y su reconocimiento regional, nacional e internacional.

Su debilidad es: su sobreexposición en redes sociales (TikTok, Instagram y Facebook), que demeritaría la estatura de su responsabilidad ante electores adultos y erosionaría el respeto de la Policía Estatal, Guardia Nacional y las Fuerzas Armadas en relación con su persona.

Sus oportunidades son: mantener y amplificar la sintonía que guarda su responsabilidad con la visión del gobernador Jiménez. Continuar dando tiros de precisión que demuestren los resultados de su trabajo para blindar Coahuila, como el suceso ocurrido ayer, cuando en dos ocasiones civiles armados agredieron a fuerzas estatales y federales en Hidalgo, Coahuila. Y, por último, no abusar del clima de tranquilidad que vive Coahuila para sobreexponerse –de forma tan personal– en redes sociales, tanto por su responsabilidad institucional como personal y familiar.

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Sus amenazas o riesgos son: si Fernández insiste en amplificar su debilidad sin aprovechar las oportunidades aquí planteadas, su futuro político como posible candidato a la gubernatura quedaría triturado. Las razones son dos:

1) Si el crimen organizado regresa a Coahuila, lo cual es indeseable, los coahuilenses fijarán una percepción en sus mentes: “Federico es el principal responsable del retorno de la violencia porque prefirió perderse en la banalidad y no actuó con la disciplina y la concentración que ameritaba la situación para prevenirla”.

2) Si eso ocurriera, el daño que ocasionaría al gobernador y a la narrativa oficial que presenta a Coahuila como ejemplar en el tema de seguridad pública, sería irreversible. Porque abriría cicatrices aún abiertas entre los coahuilenses por el periodo de violencia que padecimos entre 2007 y 2014, e impactaría, de forma negativa, en la imagen del gobernador, tanto presente como futura.

(Continuará)

Columna: Panóptico

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