Coahuila y la Burundanga morenista: el clan Salazar vs. el clan Guadiana
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Alejandra Salazar echó Burundanga a sus adversarios en Coahuila, sin que a Morena se le hincharan los pies
Esta semana ardió la hoguera de vanidades en la cual dos grupos de primíparos morenistas (inscritos en el kindergarten de la política) bailaban alrededor de ella, con rostros pintados de guerra −en colores “esthetic”, obvio−, portando chaleco guinda y emitiendo gritillos de gallina descabezada con pañuelo amorenado.
En un grupo estaba la regidora influencer, Alejandra Salazar; el otrora “chico de barrio” con vocación de “juligán” del Campestre Torreón y senador, Luis Fernando Salazar; el todavía dirigente estatal, Diego del Árbol (por su dificultad para honrar su apellido y mirar al bosque); su primo, el belicoso, pero risueño diputado federal, Tony Castro, y mi paisano, el siempre histriónico y predecible, diputado local, Antonio Attolini.
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El otro grupo, que danzaba alrededor de la hoguera, pero en sentido contrario a sus compañeros, estaba integrado por la llamada “infanta” y senadora, Cecilia Guadiana; su príncipe consorte, delegado de Bienestar Coahuila, Américo Villarreal Santiago, y el mago “Copperfield” del mercadito de barrio y bacheo instantáneo (por nunca transparentar el origen de los recursos para aplicar esos programas), diputado local, Alberto Hurtado, quien en corto, por fidelidad a sus principios de “izquierda”, solicita a sus allegados no ser confundido con su homónimo chileno (1901-1952) el sacerdote jesuita, abogado, sindicalista, fundador del Hogar de Cristo y canonizado como patrono de los trabajadores en 2005.
En este momento pongo la canción Burundanga (1953), de la inconmensurable Celia Cruz y la brillante Sonora Matancera, para comprender en detalle esta pintoresca hoguera de vanidades entre primíparos de “izquierda” alterada.
“Songo le dio a Borondongo...”. Una indignada Alejandra Salazar denunció “el desvío de recursos por parte del delegado de la Secretaría del Bienestar, Américo Villarreal Santiago, en favor de su novia, la senadora Cecilia Guadiana y el legislador local Alberto Hurtado, quien fue cercano colaborador del padre de ella, Armando Guadiana Tijerina”.
“Borondongo le dio a Bernabé...”. Una Alejandra exaltada por la luminosidad de los reflectores, pero sin evidencia alguna, se desgarró sus vestimentas (de marca) para lamentarse así: “Qué pena tener que admitir que incluso dentro de nuestro movimiento hay gente que roba y que traiciona; que por andar repartiendo unas dádivas se dejan (sic) financiar por el PRI”.
“Bernabé le pegó a Muchilanga...”. Luis Fernando, sin pelo de burra alguna en la mano, tomó con esa mano vacía la de Alejandra para tirarse juntos al mismo abismo, con un heroísmo común entre jóvenes de la 4T, para decir: “Toda la vida hemos luchado contra el PRI y su manera corrupta de aprovecharse de la pobreza del pueblo, de engañarlo y de usarlo como carne de cañón electoral”.
“Songo le dio (un sape) a Borondongo” y, con palabras cubanas, le preguntó: “¿Qué quieren estos chamacos en realidad, mi amol? Acaso ¿se despertaron con ‘el moño virao’ (de mal humor) porque andan escasos de ‘likes’ y vistas en sus redes sociales?”. Éste le respondió: “Mira ‘mi asere’ (mi amigo) no ‘quiero meter la cuchareta’ (entrometerse en asuntos de otros) pero todos ‘cogieron lucha’ (encendieron la hoguera) para quedarse con el partido, llevar mano en la selección de alcaldes y diputados locales en 2027 y definir el candidato o candidata para la gubernatura en 2029”.
“Bernabé le pegó a Muchilanga...”, pues con espíritu salsero y gritando “aaazúúúcaarrr” le pregunto a Alejandra −la purista− Salazar, ¿por qué se quedó corta en su cruzada moralizante cuando pudo haber denunciado −también− al papá del delegado de Bienestar Coahuila, al gobernador morenista de Tamaulipas, por ser acusado de haber financiado su campaña para gobernador con las ganancias del huachicol, suministradas por los hermanos Sergio y Julio Carmona Angulo (el primero asesinado y el segundo testigo protegido en EU)?
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De la misma manera, pudo haber ahondado en la posible relación del delincuente y narcotraficante, Édgar Villarreal “La Fresa”, recientemente detenido en Texas, con Américo Villarreal hijo. Pero no. Prefirió respetar esos códigos secretos que ligarían a Morena con el crimen organizado.
Por ello, nada más, Ale echó Burundanga a sus adversarios en Coahuila, sin que a Morena se le hincharan los pies.
¡¡¡Saaaboooorrrr!!!