Crónica desde la casilla

Opinión
/ 11 abril 2022

Nuestro columnista invitado, Gustavo A. Espinosa, nos invita a conocer su experiencia como funcionario de casilla en la jornada de revocación de mandato que ayer se llevó a cabo en nuestro país

A las 6 de la mañana con 12 minutos se encendió la pantalla de mi celular para avisar que tenía un nuevo mensaje de WhatsApp. Lo enviaba el Capacitador Asistente Electoral (CAE) que corresponde a la casilla en la cual me tocaría fungir como Presidente.

“Buen día, se llego el día que se presenta este suceso histórico en la democracia en el país, primero que nada agradecer de parte del Instituto Nacional Electoral la disposición para ejercer las actividades de funcionario de casilla. Los veo antes de las 7:30, físicamente estaré desde las 7 am en el domicilio de la casilla, que es en la puerta 4 que es la entrada a la preparatoria del colegio Liceo Freinet. Agradecería Puntualidad (7:15) a fin de coordinarnos efectivamente a iniciar la instalación en punto 7:30”.

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Acababa de salir de bañarme y estaba cambiándome. Volví a recordar que, hasta el momento en que me informaron que había sido seleccionado como funcionario de casilla mi decisión era no participar en este ejercicio.

No estoy revelando nada nuevo. Mi postura ha sido pública desde hace meses: participar en el proceso de revocación de mandato solo beneficia al partido en el poder, cualquiera que fuese el resultado.

Sin embargo, la más elemental congruencia me obligó, desde el primer momento, a aceptar la invitación. Durante seis años me tocó estar del otro lado de la mesa y ser yo quien le pedía a la ciudadanía que actuara con espíritu cívico y acudiera a los llamados de la autoridad electoral.

También, debo decirlo, el trabajo de los CAEs, que con determinación y persistencia son los responsables de convencer y capacitar a los ciudadanos designados como funcionarios de casilla, merece siempre una respuesta positiva.

Llegúe a la casilla a las 7:30. A pesar de mi puntualidad fui el último de mi mesa directiva en arribar al Colegio Liceo Freineth donde operarían las cinco casillas, una básica y cuatro contiguas correspondientes a la sección 734. A las 8:10 de la mañana todo estaba listo para empezar a recibir a los votantes.

El partido Morena acreditó representantes en las cinco casillas, el Partido Acción Nacional en dos. Ningún otro partido. Un obervador electoral apareció de forma intermitente a lo largo de la jornada.

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El tiempo trascurrió lento entre la baja afluencia de votantes y las visitas de periodistas tratando de encontrar algún motivo para la nota. Pero, la verdad sea dicha, no hubo mucho que decir a lo largo de las 10 horas en que permaneció abierta la casilla.

Al final solo llegaron a mi casilla 136 personas. Había boletas para 1 mil 943. En teoría, pudimos haber atendido un flujo contante, sin parar, de un elector cada 18 segundos y medio. Habría sido interesante, aunque seguramente extenuante.

La mayoría, 86, votó porque el Presidente permanezca en el cargo; 50 porque se le revoque el mandato y un voto se anuló. De los tres funcionario de mesa directiva, solamente uno votó y de los representantes partidistas solo el de Morena quizo hacerlo.

No fue una jornada memorable. Pero si debo destacar algunos elementos del ejercicio esos tendrían que ser la enorme responsabilidad y profesionalismo con que los funcionarios del INE realizan su trabajo y el nunca suficientemente reconocido compromiso cívico de quienes actúan como funcionarios de casilla.

El tiempo trascurrió lento entre la baja afluencia de votantes y las visitas de periodistas tratando de encontrar algún motivo para la nota. Pero, la verdad sea dicha, no hubo mucho que decir a lo largo de las 10 horas en que permaneció abierta la casilla.

Al final solo llegaron a mi casilla 136 personas. Había boletas para 1 mil 943. En teoría, pudimos haber atendido un flujo contante, sin parar, de un elector cada 18 segundos y medio. Habría sido interesante, aunque seguramente extenuante.

La mayoría, 86, votó porque el Presidente permanezca en el cargo; 50 porque se le revoque el mandato y un voto se anuló. De los tres funcionario de mesa directiva, solamente uno votó y de los representantes partidistas solo el de Morena quizo hacerlo.

No fue una jornada memorable. Pero si debo destacar algunos elementos del ejercicio esos tendrían que ser la enorme responsabilidad y profesionalismo con que los funcionarios del INE realizan su trabajo y el nunca suficientemente reconocido compromiso cívico de quienes actúan como funcionarios de casilla.

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