Cuatro viejos solitarios, guardianes centenarios del noreste de Saltillo
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Yendo de oriente a poniente por el bulevar Valdés Sánchez, antigua carretera a Arteaga, entre las calles Lafragua y Abasolo, como si dividieran la lateral norte del propio bulevar, permanecen aún de pie cuatro gigantes centenarios, cual heroicos guardianes vigilantes del concurrido sector nororiente de Saltillo. Sus uniformes, otrora de color verde brillante, lucen opacos, con enormes manchones descoloridos cual si quisieran esconderse con el camuflaje de sus añosas vestiduras. Sus gruesas ramas, antes tupidas de largas agujas brillantes y sedosas, mecidas placenteramente por el viento, hoy lucen desgreñadas masas de pelusa inerte formada por las agujas muertas estacionadas entre los recovecos que forman las múltiples ramas secas y desnudas.
Los añosos troncos y gruesas ramas de los centenarios pinos del bulevar Valdés Sánchez pueden todavía hoy ser proveedoras de frescor y oxígeno para el respiro de los habitantes de la zona, si se les atendiera, si se les quitaran las desnudas ramas secas que le restan vigor al árbol, si se les diera agua para aliviar su sequía. Conmueve ver los múltiples brotes tiernos que emergen del tronco junto al suelo, seguramente alimentados por algún manto freático o corriente subterránea que ya no alcanza a saciar la sed de los gigantes.
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El gobierno municipal, encabezado por el alcalde Chema Fraustro, tiene un programa urbano que se llama “Saltillo me gusta”, que tiene por objetivo mantener en buenas condiciones la ciudad para “ofrecer una calidad de vida superior”. La ejecución del programa no recae solamente en una dependencia del ayuntamiento. Para su realización participan y colaboran Infraestructura y Obra Pública y Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de Saltillo, y las áreas correspondientes en las que se subdivide cada una de ellas. Sus principales acciones parecen ser tareas de limpieza y labores de rehabilitación en avenidas y bulevares, porque al Oriente ya limpiaron y arreglaron el bulevar Fundadores, desde la entrada a Arteaga hasta el distribuidor El Sarape, y el bulevar Colosio desde su nacimiento hasta el Valdés Sánchez.
Indudablemente es difícil abarcar tanto en poco tiempo, y con mayor razón cuando se realizan otras obras de infraestructura que requieren atención urgente y, además, las obras de recuperación y transformación del Centro Histórico que lleva a cabo el Gobierno municipal con el gran proyecto de peatonalización de la zona bautizado con el nombre de Paseo Capital.
Sin embargo, una ciudad de casi 450 años es una casa a la que hay que darle mantenimiento constante, so pena de que se venga abajo alguna de sus partes o toda completa, o dejar que crezca el riesgo de perder algo que se tuvo y que por más de un siglo embelleció el paisaje urbano y contribuyó al medio ambiente combatiendo la contaminación y regalando sombra, oxígeno y aire fresco a una zona de la ciudad que claramente ya envejece, no obstante ser un sector habitacional con menos de cien años de existencia.
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El área del Topochico y hacia el norte del Valdés Sánchez fue por largo tiempo destinada al cultivo de hortalizas y maíz, así como a la cría de cabras, cerdos y aves de corral, y también ganado vacuno y caballar. Ya construido el Ateneo Fuente, a sus espaldas todavía podían verse las milpas y los sembradíos. Hacia el sur del bulevar y un poco más hacia el rumbo de la ahora John Deere funcionó por muchos años la tenería La Huilota, que le dio nombre al sector. Los químicos utilizados en la curtiduría de los cueros dañaron irremediablemente las tierras. Hacia el norte del bulevar fueron creciendo después las colonias República Oriente, Issste y Guanajuato.
El barrio de Topochico, del Valdés Sánchez hacia el sur, era hace unos 80 años parte de las afueras de la ciudad. Empezó a poblarse hace más o menos un ciento de años, quizás esa o más, sea la edad de los cuatro enhiestos guardianes todavía dispuestos a luchar: los cuatro gigantescos pinos que se encuentran entre la lateral derecha del Valdés Sánchez que corre de oriente a poniente, entre Lafragua y Abasolo. Es deber de la ciudad luchar por ellos.
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