De Sonora a Yucatán
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Alfonso Durazo fue un gris elemento de seguridad nacional.
Alfonso Durazo fue un gris elemento de seguridad nacional. Como también lo fue bajo el cobijo del difunto Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Siempre apareció en las comitivas. Nunca encabezando alguna función. Se fugó del PRI al PAN y de ahí al MORENA de Andrés Manuel.
Muchos de sus contactos, quienes le han dado la espalda, lo relacionan con poca sensibilidad real a los conflictos de su natal Sonora. Donde ni a Yaquis, Seris o Todono O´Doham de Magdalena de Kino.
Sus ciudades intermedias, además de la capital Hermosillo, están bajo el autogobierno del crimen organizado. Al ser ruta para la llegada a los Estados Unidos de América, es el camino más inhumano en toda la faz terráquea.
Por Nogales o por el desierto de Altar, las filas de inmigrantes y de camellos de los capos de la droga, luchan por sobrevivir en bajo la peor experiencia de calor. Con la suma de los minutman y de los oficiales de la border patrol.
Alfonso Durazo, quien interrumpió las peleas entre primos carnales del PRI y el PAN, para todos los cargos de primer nivel en Sonora. No tiene la alcurnia de los apellidos ni siquiera quien le separe banca en la Catedral de la ciudad, a fin de escuchar misa.
Debe Durazo pedir a la federación las fuerzas de la Armada y la Marina. Y reconocer como en Sonora, el desgobierno desde el cerro de la Campana en el hermoso y bello Pitic, se ha ido de las manos en los tres niveles sociales.