Debates y promoción del voto: el INE y los partidos políticos (2)

Opinión
/ 3 mayo 2024

Con la llegada de Vicente Fox al poder en 2000, la transición electoral estaba prevista y cimentada en una democracia electoral -ya afianzada- y una democracia política -definida cómo la ciudadanización del poder público y de la participación ciudadana. Sin embargo, dicha transición quedó trunca porque su dimensión política nunca fue ni siquiera iniciada.

El INE edificó -por necesidad- un inmenso aparato burocrático para afianzar sólo la democracia electoral y dejó de lado la política. Lastimosamente, porque mientras la primera forma ciudadanos responsables en coyunturas electorales, la segunda genera ciudadanos de tiempo completo en tareas de participación cívico comunitaria con las capacidades para establecer -de manera progresiva- una ciudadanización del poder público.

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La focalización burocrática del INE en tareas puramente electorales, fue reforzada por los partidos políticos que desde el año 2000 repelieron cualquier avance de la participación ciudadana en el terreno electoral o comunitario. Ahí están la simulación ejemplificada en las “mostrencas” candidaturas ciudadanas independientes y las leyes o reglamentos que norman la participación ciudadana; los cuales, rara vez han sido implementados en el país, a nivel estatal o municipal.

Hasta antes de 2018, el PRI, el PAN y el PRD privilegiaban su relación clientelar con las clases medias bajas, populares y campesino indígena. Llegada la aplanadora Morenista, esos partidos perdieron identidad, narrativa o discurso, militancia y, sobre todo, -en particular el PRI- con la pérdida de 11 gubernaturas de 2018 a la fecha, recursos económicos.

Integradas -en su mayoría- las clases populares y campesino indígena al ejército clientelar morenista, por los programas sociales y las transferencias económicas directas, ¿qué camino le restaba a los partidos de oposición? Sin haber hecho el Camino de Santiago de Compostela y vivir una epifanía divina, los dirigentes de estos partidos, en un acto de desesperación y oportunismo, miraron -con ojos de “amor” a una ciudadanía -de clases medias y altas, temerosa -con razón- de la instalación definitiva de un régimen autoritario en el país. Por ese interés pragmático compartido entre ambas partes -ansiosas- decidieron contraer -no matrimonio (porque los partidos no son confiables)- sino un contrato de amor libre.

De esta unión libre pragmática, surge la candidatura ciudadana de Xóchitl Gálvez, avalada por 250 organizaciones de la sociedad civil; aceptada -a fortiori- por el PRI, el PAN y el PRD y sujeta a enfrentarse a una lógica partidocrática qué hasta el día de hoy, la ha utilizado para sus objetivos partidistas: evitar una mayoría calificada en el Congreso y ampliar el número de gubernaturas de oposición.

La burocratización del INE impacta al Instituto Electoral del Coahuila- les impide promover el voto y mejorar la calidad de los debates desde una perspectiva no burocrática e impersonal sino ciudadana y empática.

El INE edificó un inmenso aparato burocrático-administrativo que lo aleja de la formación de una ciudadanía cívico comunitaria de tiempo completo. Por el contrario, sus integrantes entienden su relación con la ciudadanía a partir de la siguiente premisa: trabajemos juntos en organizar procesos electorales mediante el libre y justo ejercicio del voto para fortalecer la alternancia democrática. Lo cual, justo es decirlo, no es poca cosa.

Por ello, la relación -fundamental y cotidiana- del INE y del IEC es con los partidos políticos, no, con la sociedad civil -excepto en períodos electorales.

Le comparto un ejemplo: En 2017, el INE promovió eventos regionales con organizaciones de la sociedad civil para nutrir la Estrategia Nacional de Cultura Cívica 2017-2023 (ENCIVICA). En los dos que acudí, la mayoría eran representantes de los partidos políticos. Al poco tiempo, esos eventos que pretendían cubrir el territorio nacional fueron suspendidos. Entonces, la tarea de ENCIVICA pasó a un grupo de notables -entre los cuales estaba Mauricio Merino y Lourdes Morales- para ser elaborada.

Una vez publicada, ¿qué sucedió con ENCIVICA? Nada. ¿Operó el INE para que fuera adoptada por algún estado de la República? No. ¿La aplicó alguno de los 32 estados? Tampoco.

ENCIVICA fue un esfuerzo fallido más para acercarse, por parte del INE, a cumplir -en estrecha conexión con la sociedad civil- con una tarea incompleta desde 2000, el desarrollo de una democracia política.

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Por ello, destaca la inutilidad institucional de un área del INE en esa materia, desde el año 2000: La dirección de educación cívica y participación ciudadana. La cual no completó, al día de hoy, una tarea sustantiva para asegurar una transición más profunda a la democracia.

Así, resulta comprensible el cómo y el porqué un INE burocratizado y distanciado de la sociedad civil no impulse -con ella- en tiempo y en forma, campañas para promover un voto razonado e informado y, mucho menos, una participación ciudadana permanente.

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