Dichos sabios
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Los refranes no son enseñanza para el futuro; son más bien una triste reflexión sobre el pasado. Cuando decimos: “Camarón que se duerme se lo lleva la corriente” no es para aconsejar al camarón que no se duerma: es para evocar al camarón que se durmió.
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La verdad es que a los refranes, como a los consejos, nadie les hace caso. Si no le hacemos caso a la experiencia menos vamos a hacérselo a los dichos. Comoquiera son muy bonitos. Pondré enseguida unos que me gustaron mucho.
Cuando Perico llega a don Pedro, ¡ay, qué miedo!
Indica que quienes se encumbraron después de estar abajo se vuelven altaneros y arrogantes.
Beso y beso y ya nomás, pocas veces o jamás.
Significa que es muy difícil que un hombre y una mujer se besen y acaricien sin que lleguen a cosas de más calor y consecuencias. Expresa lo mismo que este otro refrán: “Abracijos no hacen hijos, pero son preparatijos”.
A más hombres mata la bragueta que la bayoneta.
Este es proverbio antiguo, de tiempos de sífilis y guerra. Ahora ya no hay guerras en nuestro país –hay nada más bandas de guerra–, y la sífilis fue vencida por la penicilina, pero con eso del sida el dicho dicho sigue siendo una verdad.
Puta primaveral, alcahueta otoñal y beata invernal.
La mujer que en su juventud vivió de sus encantos, cuando los pierde suele obtener provecho de los encantos de las jóvenes. Luego, al envejecer, se arrepiente de sus culpas y se hace muy devota para expiar sus pasadas culpas. Lo mismo, con otras palabras, puede decirse de los hombres. El otro Machado escribió acerca de don Guido: “...Gran pagano, se hizo hermano de una santa cofradía. El Jueves Santo salía llevando un cirio en la mano... ¡Aquel trueno, vestido de nazareno!...”.
Gran ganancia sin robancia, ni aquí ni en Francia.
Declara que el origen de algunas grandes fortunas no es siempre muy claro, y que tras los muchos dineros suele haber cosas muy turbias.
Si no va el dueño va el daño.
Expresa lo mismo que esta otra sentencia: “El que tiene tienda que la atienda”. Don Abundio dice que el mejor fertilizante para una huerta son las pisadas de su dueño.
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No hablemos mal de los perros hasta estar lejos del rancho.
Este refrán aconseja prudencia: no debemos dar nuestras opiniones sin antes estar seguros de que manifestarlas no habrá de acarrearnos un perjuicio.
El avaro y el cochino / no son buenos cuando vivos. / Mas cuando muertos están, / ¡ah qué buenos ratos dan!
Sabio refrán es éste. El hombre rico y avariento no goza de su dinero ni deja que lo gocen los demás. Es como el puerco, que no disfruta de su propia carne. Pero muere el cerdo y todos se aprovechan de sus tocinos y jamones, igual que muere el avaro y los demás gozan de su dinero.