El autoritarismo ya está aquí (1)
COMPARTIR
La militarización del país es uno de los últimos clavos para cerrar el ataúd de nuestra incipiente democracia: sólo faltan tres alcayatas; las del Inai, del INE y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Sin modelo de transformación democrática, AMLO avanzó para desinstitucionalizar el armazón del Estado, concentrar el poder en su persona e instaurar un régimen autoritario en México.
¿Qué pasos siguió AMLO para ello?
Primero: bajo el grito de “hay que limpiar el estiércol de los establos para empezar de cero, porque en el pasado dominado por la élite antipopular no hay nada redimible”, combinó su lucha contra la corrupción con una austeridad republicana.
Bajo ambas premisas destruyó el sistema de salud y abastecimiento de medicamentos, desapareció 109 fideicomisos (Fondo de Salud para el Bienestar, Fondo de Desastres Naturales y fideicomisos del Conacyt, entre otros) por un valor de 135 mil millones de pesos, trituró el esquema de estancias infantiles y asfixió la operatividad de los refugios para mujeres víctimas de violencia en México. AMLO nunca probó la supuesta corrupción de estos ejemplos y los recortes presupuestales devinieron en un austericidio institucional.
Segundo: erosionó al máximo el sistema de pesos y contrapesos a su poder presidencial. Disminuyó a su mínima expresión a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Ejerció un control vertical sobre senadores y diputados morenistas. Pulverizó el Sistema Nacional Anticorrupción. Cooptó al Banco de México, al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, al Inegi, a la Fiscalía General de la República y a la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Acotó el poder de la Comisión Federal de Competencia Económica y del Instituto Federal de Telecomunicaciones. Y desapareció al Instituto de Evaluación Educativa.
Fuera del ámbito del poder absoluto de AMLO, restan el Inai, el INE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Finalmente, AMLO cuestionó –hasta degradar moral y políticamente– a las organizaciones de la sociedad civil y a su contribución para apuntalar el desarrollo democrático del país.
Tercero: criminalizó a sus rivales; empresarios, políticos, intelectuales y periodistas para acusarlos “de corrupción, sedición, traición y de conspirar para derrocar a su gobierno”. Utilizó para ello, “las mañaneras”, los medios de comunicación oficiales (vía el Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano) y redes sociales con bots morenistas, y en casos puntuales, a la Unidad de Investigación Financiera, al SAT y a la Fiscalía General de la República.
Cuarto: despreció a los expertos, intelectuales y científicos, porque pertenecen a “una élite intelectual cómplice de las humillaciones que sufre el noble pueblo representado” por el mismo AMLO. En ese esfuerzo, socavó nuestras instituciones científicas de primer nivel y congeló el desarrollo científico, tecnológico e innovativo de México. El neopopulismo de AMLO no “acepta los datos y pruebas que demuestran realidades no convenientes” a su visión, porque “vive en un mundo de fe e instinto, no de datos y de ciencia”. De ahí, la absurda pretensión de María Elena Álvarez-Buylla, directora del Conacyt, por instaurar una ciencia nacionalista y eliminar todo vestigio de ciencia neoliberal.
Continuará...
Nota: El autor es director general del ICAI. Sus puntos de vista no representan los de la institución.