El cambio climático en Saltillo: urgen acciones para mitigarlo

Reverbera el calor. El asfalto levanta nubes sofocantes. El agobio producido por las ondas de aire caliente se percibe desde el inicio del amanecer hasta ya alcanzada la noche. Ni qué decir, ni qué recordar aquellos tiempos en que nuestra ciudad, en efecto, tenía buena calidad de aire y sensación de frescura. Incluso los días del verano, en los años ya muy pasados, no se alcanzaban los prolongados días en que el sol no da tregua. Los culpables del cambio somos todos; los responsables también todos.

Saltillo no ha sido la excepción al cambio generado a nivel mundial. Al igual que en todas partes, la ciudad se calentó.

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Es viernes, lunes o miércoles, o cualquier otro día de la semana. Con el sol picante, se camina por la calle Acuña, Aldama, Pérez Treviño, Allende, o por distintas del centro histórico se transita en auto o camión. El calor asfixia. Al desastroso equipamiento urbano, de banquetas destrozadas y casas cuyas fachadas se caen a pedazos, planterío en las azoteas de los comercios de las más importantes vías del centro, se aúnan los escasos espacios verdes en la zona. La Alameda, espacio único e irrepetible, es uno de los pocos que por fortuna aún permanece, deseándose que en las ideas de intervenirlo vengan buenas noticias, y no un cambio de esencia que le quitaría –o eliminaría– su identidad.

La ciudad está inundada de automóviles; las empresas contaminantes −desde el Mirador− hacen ver, muchas veces, el gris en el horizonte. Y a esto hay que agregar, por supuesto, la horadación en la Sierra de Arteaga. La urbe se extiende y con ella la demanda de los servicios básicos. ¿Hasta cuándo aguantarán los mantos este desmedido crecimiento?

La ciudad exige una planeación comprometida. Una planeación en la que se incluya la efectiva mitigación de las emisiones contaminantes; un servicio eficaz del transporte público; la gestión de los residuos y del agua. Saltillo necesita de una planeación efectiva que vaya en favor de su propio bienestar, de sus habitantes. Decididamente, trabajar en conjunto con los ciudadanos: elaborar estrategias de acción para gestionar los residuos. No es posible que aún sea nuestra ciudad una de las que no participan en la separación de basura, como lo hacen ya muchas otras en todo el mundo. Aquí, la triste realidad ha sido incendio en recicladora.

La tarea es común y por ello requiere de una serie de decisiones que sean consensuadas por la ciudadanía. En eso consiste la democracia: la posibilidad de participación de todos. Las acciones que se deben emprender requieren de la valiosa opinión pública.

Este calor, este agobio de sensación térmica que hasta hace algunos años no era propio de estos lares, nos recuerda el deber de nosotros como saltillenses de actuar con responsabilidad en los actos cotidianos por el bien del entorno natural. A las autoridades les exigimos no volver hostiles nuestros espacios de vida y convivencia.

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QUID PRO QUO

Esta expresión latina, cuyo significado derivó en “qué en lugar de qué”, calza justa y precisa ahora que en España se reconoce al Museo Nacional de Antropología con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2025.

“Qué en lugar de qué”, “algo por algo”, deberían esperar en España de México luego de que con tanta enjundia sigue la Presidenta de nuestro país exigiendo cuentas sobre la Conquista.

Los mexicanos de hoy somos producto de un mestizaje. De nada vale hoy, en este presente, actuar con odio y rencor frente a un hecho cargado de complejidades y paradojas. Las disculpas, incluso, no serían suficientes, tal y como las exige la Presidenta.

España lo hace de manera elegante y la Presidenta sigue sin aceptar, pues lo que quiere son palabras, palabras, palabras.