El ‘Máistro’ Torres, un filósofo de la humildad

Opinión
/ 9 julio 2023
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Hace algunos años peroré en la Prepa 7 de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Una excelente escuela es esa, reconocida lo mismo por el orden y disciplina de sus estudiantes que por la excelencia académica de sus maestros. De tanto prestigio goza este plantel que los padres de familia buscan inscribir en él a sus hijos aunque tengan su casa lejos de la institución, que está en San Nicolás.

Mientras esperábamos la llegada del rector tuve ocasión de conversar con un grupo de profesores. La maestra Rosalba Martínez Morales evocó los días en que su padre, maestro cervecero, creador de aquella sabrosísima cerveza que se llamaba “Norteña”, traía a su familia a pasar los domingos en Saltillo.

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−Salíamos tempranito para llegar a misa de 10 en la Capilla, pues mi mamá era muy devota del Santo Cristo. Después, el paseo a la Alameda o a Arteaga, y en la tarde a comprar el pan de pulque, con tamales y enchiladas en el merendero, y el regreso cuando caía ya la noche. Lo mismo, siempre, cada vez. Mi padre hacía un rito de aquellos viajes a Saltillo...

Por varios rumbos va la charla. Así son las buenas charlas: todos hablan y escuchan todos. Alguien alude a mi antigua afición a la pesca, y me pregunta cuál es el animal que sigue creciendo después de muerto. Es el pescado, dice, cuyo tamaño aumenta cada vez en el relato del pescador.

Sale a la plática el “Máistro” Torres, cuya calidad de coahuilense es mencionada. Yo recuerdo la ocasión en que tuve el privilegio de coincidir en una convención con don Hermenegildo, quien vivía ya los últimos meses de su vida, pero que conservaba aún −como los conservó hasta el fin− su extraordinario ingenio y lucidez. Pedí ser el primero en hablar, pues el sitio de honor es del que cierra. Cuando terminé, y le tocó el turno al “Máistro”, empezó él con estas palabras:

No se imagina el señor licenciado Fuentes Aguirre el peso tan grande que me acaba de quitar de encima con sus palabras, y la alegría que me causó escucharlo.

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Yo me acomodé bien en mi asiento para escuchar el elogio que seguramente iba a seguir.

−Como ustedes saben −prosiguió el “Máistro” Torres−, por estatutos de nuestra asociación el Presidente del PUP debe ser el más pendejo de todos. Actualmente yo soy el Presidente. Me desvelaba, sin embargo, pensando quién ocuparía la Presidencia después de faltar yo. Luego de oír al licenciado Fuentes ya no tengo esa preocupación.

Uno de los profesores dijo de la ocasión en que don Hermenegildo criticó acerbamente a la NASA.

−Los gringos se están gastando miles de millones de dólares para saber si hay pendejos en Marte. No se han dado cuenta de que todos estamos aquí.

La maestra Idolina Leal narra una deliciosa anécdota del “Máistro”. Cuando estuvo en España un periodista madrileño le preguntó:

−Y dígame, maestro: ¿quiénes son más pendejos? ¿Los españoles o los mexicanos?

−Mire usted −respondió sin vacilar el “Máistro” Torres−. Los españoles estuvieron 300 años en México y nosotros hablamos español. Los árabes estuvieron aquí 800 años, y no he escuchado una sola palabra árabe.

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Sabia respuesta: igual podía significar que los españoles son más pendejos, pues no aprendieron árabe, o que nosotros somos más pendejos, pues dejamos que nos conquistaran y que nos impusieran la lengua del conquistador.

Don Hermenegildo Torres será recordado siempre con cariño por quienes con sobrados méritos formamos parte de su PUP.

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