Estábamos en nuestra primera clase de Periodismo del semestre cuando, hablando sobre el oficio del periodista, su responsabilidad y compromiso, uno de los estudiantes apuntó lo que representa la esencia de esta maravillosa actividad profesional.
“Es la voz de los que no tienen voz”. Además de señalar sus compañeros lo que también lleva intrínseca, en su seno, el periodismo: la búsqueda de la verdad, la confrontación de fuentes, la responsabilidad y el compromiso ético, la puntualidad de los datos presentados, su precisión, oportunidad y actualidad, analizamos esta función social de preponderancia.
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Aquellos que no tienen la posibilidad de expresarse, aquellos cuyos derechos han sido vulnerados, sus voces acalladas, tienen en el periodismo la oportunidad de ser escuchados por muchos, provocando con ello, empatía, solidaridad, ayuda, servicio entre los lectores, entre quienes toman las decisiones para que las cosas cambien y vayan para mejor.
Ahora que se ha presentado por semanas la inundación de aguas negras en el Valle de Chalco, en el programa “Primera Emisión”, de Pascal Beltrán del Río, Ivonne Melgar entrevistó a Antonio Gutiérrez Marcos, exdirector de Agua Potable, Drenaje y Saneamiento del organismo de Cuenca del Valle de México, nos damos cuenta de la falta de mantenimiento y de infraestructura sustentable, la falta de planeación, la ausencia de una política efectiva y de recursos en un sitio que, se sabe, es naturalmente inundable.
En otro canal de televisión se mostró a un hombre desesperado que, llorando, se preguntaba qué es lo que haría si ya no tenía casa, ahí en Chalco. Un hombre que representa a tantos en este lugar que merecía atención gubernamental y al que llega, de los ciudadanos irresponsables, la basura que se lanza en las calles.
Otra mujer, ella empresaria, explicaba que había comprado a crédito una maquinaria. Que estaba por ver qué había pasado con ella, pues tenía que echarla a andar para trabajar y pagarla.
Historias que, desde las cámaras y los micrófonos, nos hablan de la crudeza con que se desarrollan eventos que no tuvieron por qué llegar a los extremos en que se encuentran. El periodismo, como en estos relatos, favorece el conocimiento de lo que ocurre en nuestras ciudades en lo particular, y el mundo, en lo general.
Y ese conocimiento ha de propiciar el cambio que conduce a la convivencia armónica. Es lo que debe pretender el periodismo.
Hace un par de días me tocó avanzar en el automóvil, en el centro, detrás del camión que recoge basura en nuestra ciudad. Observé cómo dos jóvenes que iban dentro del camión se bajaron de él en un semáforo en rojo y se colocaron en la parte posterior. Uno de ellos, con gorra, se la acomodó, con la visera por detrás. Se persignó y enseguida comenzó a hacer ejercicios de calentamiento, ya estirando un brazo, ya estirando el otro.
El otro joven hizo lo mismo: ejercicio de calentamiento, estirando un brazo, estirando la pierna. Iniciaban su jornada.
Personas como ellos, o como la joven que atraviesa la ciudad con dos pequeños, uno de brazos y una niña que sostiene un papel escrito a lápiz, son también los protagonistas de la información en nuestras sociedades actuales.
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Son, como decía mi estudiante, esta parte del periodismo en la que se da la voz a quienes de pronto no la tienen. Los jóvenes que dan un servicio importante de limpieza a la ciudad y a los que hay que cuidar dejando los desperdicios bien protegidos a fin de que no contraigan enfermedad alguna o se lastimen con cristales o clavos expuestos; la joven mujer del sur del país que camina y camina en esta ciudad del norte de México, en busca del sustento para los dos niños pequeños.
El periodismo es la mejor herramienta para lograr, lo que también decían mis estudiantes, visibilizar y generar soluciones.